Re: Достоевский Ф. М. - Преступление и наказание на испанском языке
III
Lo mas importante era que Lujine no habia podido prever semejante desenlace. Sus jactancias se debian a que en ningun momento se habia imaginado que dos mujeres solas y pobres pudieran desprenderse de su dominio. Este convencimiento estaba reforzado por su vanidad y por una ciega confianza en si mismo. Piotr Petrovitch, salido de la nada, habia adquirido la costumbre casi enfermiza de admirarse a si mismo profundamente. Tenia una alta opinion de su inteligencia, de su capacidad, y, a veces, cuando estaba solo, llegaba incluso a admirar su propia cara en un espejo. Pero lo que mas queria en el mundo era su dinero, adquirido por su trabajo y tambien por otros medios. A su juicio, esta fortuna le colocaba en un plano de igualdad con todas las personas superiores a el. Habia sido sincero al recordar amargamente a Dunia que habia pedido su mano a pesar de los rumores desfavorables que circulaban sobre ella. Y al pensar en lo ocurrido sentia una profunda indignacion por lo que calificaba mentalmente de "negra ingratitud. Sin embargo, cuando contrajo el compromiso estaba completamente seguro de que aquellos rumores eran absurdos y calumniosos, pues ya los habia desmentido publicamente Marfa Petrovna, eso sin contar con que hacia tiempo que el vecindario, en su mayoria, habia rehabilitado a Dunia. Lujine no habria negado que sabia todo esto en el momento de contraer el compromiso matrimonial, pero, aun asi, seguia considerando como un acto heroico la decision de elevar a Dunia hasta el. Cuando entro, dias antes, en el aposento de Raskolnikof, lo hizo como un bienhechor dispuesto a recoger los frutos de su magnanimidad y esperando oir las palabras mas dulces y aduladoras. Huelga decir que ahora bajaba la escalera con la sensacion de hombre ofendido e incomprendido.
Dunia le parecia ya algo indispensable para su vida y no podia admitir la idea de renunciar a ella. Hacia ya mucho tiempo, anos, que sonaba voluptuosamente con el matrimonio, pero se limitaba a reunir dinero y esperar. Su ideal, en el que pensaba con secreta delicia, era una muchacha pura y pobre (la pobreza era un requisito indispensable), bonita, instruida y noble, que conociera los contratiempos de una vida dificil, pues la practica del sufrimiento la llevaria a renunciar a su voluntad ante el; y le miraria durante toda su vida como a un salvador, le veneraria, se someteria a el, le admiraria, veria en el el unico hombre. ?Que deliciosas escenas concebia su imaginacion en las horas de asueto sobre este anhelo aureolado de voluptuosidad! Y al fin vio que el sueno acariciado durante tantos anos estaba a punto de realizarse. La belleza y la educacion de Avdotia Romanovna le habian cautivado, y la dificil situacion en que se hallaba habia colmado sus ilusiones. Dunia incluso rebasaba el limite de lo que el habia sonado. Veia en ella una muchacha altiva, noble, energica, incluso mas culta que el (lo reconocia), y esta criatura iba a profesarle un reconocimiento de esclava, profundo, eterno, por su acto heroico; iba a rendirle una veneracion apasionada, y el ejerceria sobre ella un dominio absoluto y sin limites... Precisamente poco antes de pedir la mano de Dunia habia decidido ampliar sus actividades, trasladandose a un campo de accion mas vasto, y asi poder ir introduciendose poco a poco en un mundo superior, cosa que ambicionaba apasionadamente desde hacia largo tiempo. En una palabra, habia decidido probar suerte en Petersburgo. Sabia que las mujeres pueden ser una ayuda para conseguir muchas cosas. El encanto de una esposa adorable, culta y virtuosa al mismo tiempo podia adornar su vida maravillosamente, atraerle simpatias, crearle una especie de aureola... Y todo esto se habia venido abajo. Aquella ruptura, tan inesperada como espantosa, le habia producido el efecto de un rayo. Le parecia algo absurdo, una broma monstruosa. El no habia tenido tiempo para decir lo que queria; solo habia podido alardear un poco. Primero no habia tomado la cosa en serio, despues se habia dejado llevar de su indignacion, y todo habia terminado en una gran ruptura. Amaba ya a Dunia a su modo, la gobernaba y la dominaba en su imaginacion, y, de improviso... No, era preciso poner remedio al mal, conseguir un arreglo al mismo dia siguiente y, sobre todo, aniquilar a aquel jovenzuelo, a aquel granuja que habia sido el causante del mal. Penso tambien, involuntariamente y con una especie de excitacion enfermiza, en Rasumikhine, pero la inquietud que este le produjo fue pasajera.
-?Compararme con semejante individuo...!
Al que mas temia era a Svidrigailof... En resumidas cuentas, que tenia en perspectiva no pocas preocupaciones.
-No, he sido yo la principal culpable -decia Dunia, acariciando a su madre-. Me deje tentar por su dinero, pero yo te juro, Rodia, que no creia que pudiera ser tan indigno. Si lo hubiese sabido, jamas me habria dejado tentar. No me lo reproches, Rodia.
-?Dios nos ha librado de el, Dios nos ha librado de el! -murmuro Pulqueria Alejandrovna, casi inconscientemente. Parecia no darse bien cuenta de lo que acababa de suceder.
Todos estaban contentos, y cinco minutos despues charlaban entre risas. Solo Dunetchka palidecia a veces, frunciendo las cejas, ante el recuerdo de la escena que se acababa de desarrollar. Pulqueria Alejandrovna no podia imaginarse que se sintiera feliz por una ruptura que aquella misma manana le parecia una desgracia horrible. Rasumikhine estaba encantado; no osaba manifestar su alegria, pero temblaba febrilmente como si le hubieran quitado de encima un gran peso. Ahora era muy dueno de entregarse por entero a las dos mujeres, de servirlas... Ademas, sabia Dios lo que podria suceder... Sin embargo, rechazaba, acobardado, estos pensamientos y temia dar libre curso a su imaginacion. Raskolnikof era el unico que permanecia impasible, distraido, incluso un tanto hurano. El, que tanto habia insistido en la ruptura con Lujine, ahora que se habia producido, parecia menos interesado en el asunto que los demas. Dunia no pudo menos de creer que seguia disgustado con ella, y Pulqueria Alejandrovna lo miraba con inquietud.
-?Que tienes que decirnos de parte de Svidrigailof? -le pregunto Dunia.
-?Eso, eso! -exclamo Pulqueria Alejandrovna.
Raskolnikof levanto la cabeza.
-Esta empenado en regalarte diez mil rublos y desea verte una vez estando yo presente.
-?Verla? ?De ningun modo! -exclamo Pulqueria Alejandrovna-. ?Ademas, tiene la osadia de ofrecerle dinero!
Entonces Raskolnikof refirio (secamente, por cierto) su dialogo con Svidrigailof, omitiendo todo lo relacionado con las apariciones de Marfa Petrovna, a fin de no ser demasiado prolijo. Le molestaba profundamente hablar mas de lo indispensable.
-?Y tu que le has contestado? -pregunto Dunia.
-Yo he empezado por negarme a decirte nada de parte suya, y entonces el me ha dicho que se las arreglaria, fuera como fuera, para tener una entrevista contigo. Me ha asegurado que su pasion por ti fue una ilusion pasajera y que ahora no le inspiras nada que se parezca al amor. No quiere que te cases con Lujine. En general, hablaba de un modo confuso y contradictorio.
-?Y tu que opinas, Rodia? ?Que efecto te ha producido?
-Os confieso que no lo acabo de entender. Te ofrece diez mil rublos, y dice que no es rico. Afirma que esta a punto de emprender un viaje, y al cabo de diez minutos se olvida de ello... De pronto me ha dicho que se quiere casar y que le buscan una novia... Sin duda, persigue algun fin, un fin indigno seguramente. Sin embargo, yo creo que no se habria conducido tan ingenuamente si hubiera abrigado algun mal proposito contra ti... Yo, desde luego, he rechazado categoricamente ese dinero en nombre tuyo. En una palabra, ese hombre me ha producido una impresion extrana, e incluso me ha parecido que presentaba sintomas de locura... Pero acaso sea una falsa apreciacion mia, o tal vez se trate de una simple ficcion. La muerte de Marfa Petrovna debe de haberle trastornado profundamente.
-?Que Dios la tenga en la gloria! -exclamo Pulqueria Alejandrovna-. Siempre la tendre presente en mis oraciones. ?Que habria sido de nosotras, Dunia, sin esos tres mil rublos? ?Dios mio, no puedo menos de creer que el cielo nos los envia! Pues has de saber, Rodia, que todo el dinero que nos queda son tres rublos, y que pensabamos empenar el reloj de Dunia para no pedirle dinero a el antes de que nos lo ofreciera.
Dunia parecia trastornada por la proposicion de Svidrigailof. Estaba pensativa.
-Algun mal proposito abriga contra mi -murmuro, como si hablara consigo misma y con un leve estremecimiento.
Raskolnikof advirtio este temor excesivo.
-Creo que tendre ocasion de volverle a ver -dijo a su hermana.
-?Lo vigilaremos! -exclamo energicamente Rasumikhine-. ?Me comprometo a descubrir sus huellas! No le perdere de vista. Cuento con el permiso de Rodia. Hace poco me ha dicho: "Vela por mi hermana." ?Me lo permite usted, Avdotia Romanovna?
Dunia le sonrio y le tendio la mano, pero su semblante seguia velado por la preocupacion. Pulqueria Alejandrovna le miro timidamente, pero no intranquila, pues pensaba en los tres mil rublos.
Un cuarto de hora despues se habia entablado una animada conversacion. Incluso Raskolnikof, aunque sin abrir la boca, escuchaba con atencion lo que decia Rasumikhine, que era el que llevaba la voz cantante.
-?Por que han de regresar ustedes al pueblo? -exclamo el estudiante, dejandose llevar de buen grado del entusiasmo que se habia apoderado de el-. ?Que haran ustedes en ese villorrio? Deben ustedes permanecer aqui todos juntos, pues son indispensables el uno al otro, no me lo negaran. Por lo menos, deben quedarse aqui una temporada. En lo que a mi concierne, acepteme como amigo y como socio y les aseguro que montaremos un negocio excelente. Escuchenme: voy a exponerles mi proyecto con todo detalle. Es una idea que se me ha ocurrido esta manana, cuando nada habia sucedido todavia. Se trata de lo siguiente: yo tengo un tio (que ya les presentare y que es un viejo tan simpatico como respetable) que tiene un capital de mil rublos y vive de una pension que le basta para cubrir sus necesidades. Desde hace dos anos no cesa de insistir en que yo acepte sus mil rublos como prestamo con el seis por ciento de interes. Esto es un truco: lo que el desea es ayudarme. El ano pasado yo no necesitaba dinero, pero este ano voy a aceptar el prestamo. A estos mil rublos anaden ustedes mil de los suyos, y ya tenemos para empezar. Bueno, ya somos socios. ?Que hacemos ahora?
Rasumikhine empezo acto seguido a exponer su proyecto. Se extendio en explicaciones sobre el hecho de que la mayoria de los libreros y editores no conocian su oficio y por eso hacian malos negocios, y anadio que editando buenas obras se podia no solo cubrir gastos, sino obtener beneficios. Ser editor constituia el sueno dorado de Rasumikhine, que llevaba dos anos trabajando para casas editoriales y conocia tres idiomas, aunque seis dias atras habia dicho a Raskolnikof que no sabia aleman, simple pretexto para que su amigo aceptara la mitad de una traduccion y, con ella, los tres rublos de anticipo que le correspondian. Raskolnikof no se habia dejado enganar.
-?Por que despreciar un buen negocio -exclamo Rasumikhine con creciente entusiasmo-, teniendo el elemento principal para ponerlo en practica, es decir, el dinero? Sin duda tendremos que trabajar de firme, pero trabajaremos. Trabajara usted Avdotia Romanovna; trabajara su hermano y trabajare yo. Hay libros que pueden producir buenas ganancias. Nosotros tenemos la ventaja de que sabemos lo que se debe traducir. Seremos traductores, editores y aprendices a la vez. Yo puedo ser util a la sociedad porque tengo experiencia en cuestiones de libros. Hace dos anos que ruedo por las editoriales, y conozco lo esencial del negocio. No es nada del otro mundo, creanme. ?Por que no aprovechar esta ocasion? Yo podria indicar a los editores dos o tres libros extranjeros que producirian cien rublos cada uno, y se de otro cuyo titulo no daria por menos de quinientos rublos. A lo mejor aun vacilarian esos imbeciles. Respecto a la parte administrativa del negocio (papel, impresion, venta...), dejenla en mi mano, pues es cosa que conozco bien. Empezaremos por poco e iremos ampliando el negocio gradualmente. Desde luego, ganaremos lo suficiente para vivir.
Los ojos de Dunia brillaban.
-Su proposicion me parece muy bien, Dmitri Prokofitch. -Yo, como es natural -dijo Pulqueria Alejandrovna-, no entiendo nada de eso. Tal vez sea un buen negocio. Lo cierto es que el asunto me sorprende por lo inesperado. Respecto a nuestra marcha, solo puedo decirle que nos vemos obligadas a permanecer aqui algun tiempo.
Y al decir esto ultimo dirigio una mirada a Rodia.
-?Tu que opinas? -pregunto Dunia a su hermano.
-A mi me parece una excelente idea. Naturalmente, no puede improvisarse un gran negocio editorial, pero si publicar algunos volumenes de exito seguro. Yo conozco una obra que indudablemente se venderia. En cuanto a la capacidad de Rasumikhine, podeis estar tranquilas, pues conoce bien el negocio... Ademas, teneis tiempo de sobra para estudiar el asunto.
-?Hurra! -grito Rasumikhine-. Y ahora escuchen. En este mismo edificio hay un local independiente que pertenece al mismo propietario. Esta amueblado, tiene tres habitaciones pequenas y no es caro. Yo me encargare de empenarles el reloj manana para que tengan dinero. Todo se arreglara. Lo importante es que puedan ustedes vivir los tres juntos. Asi tendran a Rodia cerca de ustedes... Pero oye, ?adonde vas?
-?Por que te marchas, Rodia? -pregunto Pulqueria Alejandrovna con evidente inquietud.
?Y en este momento! -le reprocho Rasumikhine.
Dunia miraba a su hermano con una sorpresa llena de desconfianza. El, con la gorra en la mano, se disponia a marcharse.
-?Cualquiera diria que nos vamos a separar para siempre! -exclamo en un tono extrano-. No me enterreis tan pronto.
Y sonrio, pero ?que sonrisa aquella!
-Sin embargo -dijo distraidamente-, ?quien sabe si sera la ultima vez que nos vemos!
Habia dicho esto contra su voluntad, como reflexionando en voz alta.
-Pero ?que te pasa, Rodia? -pregunto ansiosamente su madre.
-?Donde vas? -pregunto Dunia con voz extrana.
-Me tengo que marchar -repuso.
Su voz era vacilante, pero su palido rostro expresaba una resolucion irrevocable.
-Yo queria deciros... --continuo-. He venido aqui para decirte, mama, y a ti tambien, Dunia, que... debemos separarnos por algun tiempo... No me siento bien... Los nervios... Ya volvere... Mas adelante..., cuando pueda. Pienso en vosotros y os quiero. Pero dejadme, dejadme solo. Esto ya lo tenia decidido, y es una decision irrevocable. Aunque hubiera de morir, quiero estar solo. Olvidaos de mi: esto es lo mejor... No me busqueis. Ya vendre yo cuando sea necesario..., y, si no vengo, enviare a llamaros. Tal vez vuelva todo a su cauce; pero ahora, si verdaderamente me quereis, renunciad a mi. Si no lo haceis, llegare a odiaros: esto es algo que siento en mi. Adios.
-?Dios mio! -exclamo Pulqueria Alejandrovna.
La madre, la hermana y Rasumikhine se sintieron dominados por un profundo terror.
-?Rodia, Rodia, vuelve a nosotras! -exclamo la pobre mujer.
El se volvio lentamente y dio un paso hacia la puerta. Dunia fue hacia el.
-?Como puedes portarte asi con nuestra madre, Rodia? -murmuro, indignada.
-Ya volvere, ya volvere a veros -dijo a media voz, casi inconsciente.
Y se fue.
-?Mal hombre, corazon de piedra! -le grito Dunia.
-No es malo, es que esta loco -murmuro Rasumikhine al oido de la joven, mientras le apretaba con fuerza la mano- Es un alienado, se lo aseguro. Seria usted la despiadada si no fuera comprensiva con el.
Y dirigiendose a Pulqueria Alejandrovna, que parecia a punto de caer, le dijo:
-En seguida vuelvo.
Salio corriendo de la habitacion. Raskolnikof, que le esperaba al final del pasillo, le recibio con estas palabras:
-Sabia que vendrias... Vuelve al lado de ellas; no las dejes... Ven tambien manana; no las dejes nunca... Yo tal vez vuelva..., tal vez pueda volver. Adios.
Se alejo sin tenderle la mano.
-Pero ?adonde vas? ?Que te pasa? ?Que te propones? ?No se puede obrar de ese modo!
Raskolnikof se detuvo de nuevo.
-Te lo he dicho y te lo repito: no me preguntes nada, pues no te contestare... No vengas a verme. Tal vez venga yo aqui... Dejame..., pero a ellas no las abandones... ?Comprendes?
El pasillo estaba oscuro y ellos se habian detenido cerca de la lampara. Se miraron en silencio. Rasumikhine se acordaria de este momento toda su vida. La mirada ardiente y fija de Raskolnikof parecia cada vez mas penetrante, y Rasumikhine tenia la impresion de que le taladraba el alma. De subito, el estudiante se estremecio. Algo extrano acababa de pasar entre ellos. Fue una idea que se deslizo furtivamente; una idea horrible, atroz y que los dos comprendieron... Rasumikhine se puso palido como un muerto.
-?Comprendes ahora? -pregunto Raskolnikof con una mueca espantosa-. Vuelve junto a ellas -anadio. Y dio media vuelta y se fue rapidamente.
No es facil describir lo que ocurrio aquella noche en la habitacion de Pulqueria Alejandrovna cuando regreso Rasumikhine; los esfuerzos del joven para calmar a las dos damas, las promesas que les hizo. Les dijo que Rodia estaba enfermo, que necesitaba reposo; les aseguro que volverian a verle y que el iria a visitarlas todos los dias; que Rodia sufria mucho y no convenia irritarle; que el, Rasumikhine, llamaria a un gran medico, al mejor de todos; que se celebraria una consulta... En fin, que, a partir de aquella noche, Rasumikhine fue para ellas un hijo y un hermano.
IV
Raskolnikof se fue derecho a la casa del canal donde habitaba Sonia. Era un viejo edificio de tres pisos pintado de verde. No sin trabajo, encontro al portero, del cual obtuvo vagas indicaciones sobre el departamento del sastre Kapernaumof. En un rincon del patio hallo la entrada de una escalera estrecha y sombria. Subio por ella al segundo piso y se interno por la galeria que bordeaba la fachada. Cuando avanzaba entre las sombras, una puerta se abrio de pronto a tres pasos de el. Raskolnikof asio el picaporte maquinalmente.
-?Quien va? -pregunto una voz de mujer con inquietud.
-Soy yo, que vengo a su casa -dijo Raskolnikof.
Y entro seguidamente en un minusculo vestibulo, donde una vela ardia sobre una bandeja llena de abolladuras que descansaba sobre una silla desvencijada.
-?Dios mio! ?Es usted? -grito debilmente Sonia, paralizada por el estupor.
-?Es este su cuarto?
Y Raskolnikof entro rapidamente en la habitacion, haciendo esfuerzos por no mirar a la muchacha.
Un momento despues llego Sonia con la vela en la mano. Deposito la vela sobre la mesa y se detuvo ante el, desconcertada, presa de extraordinaria agitacion. Aquella visita inesperada le causaba una especie de terror. De pronto, una oleada de sangre le subio al palido rostro y de sus ojos brotaron lagrimas. Experimentaba una confusion extrema y una gran verguenza en la que habia cierta dulzura. Raskolnikof se volvio rapidamente y se sento en una silla ante la mesa. Luego paseo su mirada por la habitacion.
Era una gran habitacion de techo muy bajo, que comunicaba con la del sastre por una puerta abierta en la pared del lado izquierdo. En la del derecho habia otra puerta, siempre cerrada con llave, que daba a otro departamento. La habitacion parecia un hangar. Tenia la forma de un cuadrilatero irregular y un aspecto destartalado. La pared de la parte del canal tenia tres ventanas. Este muro se prolongaba oblicuamente y formaba al final un angulo agudo y tan profundo, que en aquel rincon no era posible distinguir nada a la debil luz de la vela. El otro angulo era exageradamente obtuso.
La extrana habitacion estaba casi vacia de muebles. A la derecha, en un rincon, estaba la cama, y entre esta y la puerta habia una silla. En el mismo lado y ante la puerta que daba al departamento vecino se veia una sencilla mesa de madera blanca, cubierta con un pano azul, y, cerca de ella, dos sillas de anea. En la pared opuesta, cerca del angulo agudo, habia una comoda, tambien de madera blanca, que parecia perdida en aquel gran vacio. Esto era todo. El papel de las paredes, sucio y desgastado, estaba ennegrecido en los rincones. En invierno, la humedad y el humo debian de imperar en aquella habitacion, donde todo daba una impresion de pobreza. Ni siquiera habia cortinas en la cama.
Sonia miraba en silencio al visitante, ocupado en examinar tan atentamente y con tanto desenfado su aposento. Y de pronto empezo a temblar de pies a cabeza como si se hallara ante el juez y arbitro de su destino.
-He venido un poco tarde. ?Son ya las once? -pregunto Raskolnikof sin levantar la vista hacia Sonia.
-Si, si, son las once ya -balbuceo la muchacha ansiosamente, como si estas palabras le solucionaran un inquietante problema-: El reloj de mi patrona acaba de sonar y yo he oido perfectamente las...
-Vengo a su casa por ultima vez -dijo Raskolnikof con semblante sombrio. Sin duda se olvidaba de que era tambien su primera visita-. Acaso no vuelva a verla mas -anadio.
-?Se va de viaje?
-No se, no se... Manana, quiza...
-Asi, ?no ira usted manana a casa de Catalina Ivanovna? -pregunto Sonia con un ligero temblor en la voz.
-No lo se... Quiza manana por la manana... Pero no hablemos de este asunto. He venido a decirle...
Alzo hacia ella su mirada pensativa y entonces advirtio que el estaba sentado y Sonia de pie.
-?Por que esta de pie? Sientese -le dijo, dando de pronto a su voz un tono bajo y dulce.
Ella se sento. El la miro con un gesto bondadoso, casi compasivo.
-?Que delgada esta usted! Sus manos casi se transparentan. Parecen las manos de un muerto.
Se apodero de una de aquellas manos, y ella sonrio.
-Siempre he sido asi -dijo Sonia.
-?Incluso cuando vivia en casa de sus padres?
-Si.
-?Claro, claro! -dijo Raskolnikof con voz entrecortada. Tanto en su acento como en la expresion de su rostro se habia operado subitamente un nuevo cambio.
Volvio a pasear su mirada por la habitacion.
-Tiene usted alquilada esta pieza a Kapernaumof, ?verdad?
-Si.
-Y ellos viven detras de esa puerta, ?no?
-Si; tienen una habitacion parecida a esta.
-?Solo una para toda la familia?
-Si.
-A mi, esta habitacion me daria miedo -dijo Rodia con expresion sombria.
-Los Kapernaumof son buenas personas, gente amable -dijo Sonia, dando muestras de no haber recobrado aun su presencia de animo-. Y estos muebles, y todo lo que hay aqui, es de ellos. Son muy buenos. Los ninos vienen a verme con frecuencia.
-Son tartamudos, ?verdad?
-Si, pero no todos. El padre es tartamudo y, ademas, cojo. La madre... no es que tartamudee, pero tiene dificultad para hablar. Es muy buena. El era esclavo. Tienen siete hijos. Solo el mayor es tartamudo. Los demas tienen poca salud, pero no tartamudean... Ahora que caigo, ?como se ha enterado usted de estas cosas?
-Su padre me lo conto todo... Por el supe lo que le ocurrio a usted... Me explico que usted salio de casa a las seis y no volvio hasta las nueve, y que Catalina Ivanovna paso la noche arrodillada junto a su lecho.
Sonia se turbo.
-Me parece -murmuro, vacilando- que hoy lo he visto.
-?A quien?
-A mi padre. Yo iba por la calle y, al doblar una esquina cerca de aqui, lo he visto de pronto. Me parecio que venia hacia mi. Estoy segura de que era el. Yo me dirigia a casa de Catalina Ivanovna...
-No, usted iba... paseando.
-Si -murmuro Sonia con voz entrecortada. Y bajo los ojos llenos de turbacion.
-Catalina Ivanovna llego incluso a pegarle cuando usted vivia con sus padres, ?verdad?
-?Oh no! ?Quien se lo ha dicho? ?No, no; de ningun modo!
Y al decir esto Sonia miraba a Raskolnikof como sobrecogida de espanto.
-Ya veo que la quiere usted.
-?Claro que la quiero! -exclamo Sonia con voz quejumbrosa y alzando de pronto las manos con un gesto de sufrimiento-. Usted no la... ?Ah, si usted supiera...! Es como una nina... Esta trastornada por el dolor... Es inteligente y noble... y buena... Usted no sabe nada... nada...
Sonia hablaba con acento desgarrador. Una profunda agitacion la dominaba. Gemia, se retorcia las manos. Sus palidas mejillas se habian tenido de rojo y sus ojos expresaban un profundo sufrimiento. Era evidente que Raskolnikof acababa de tocar un punto sensible en su corazon. Sonia experimentaba una ardiente necesidad de explicar ciertas cosas, de defender a su madrastra. De subito, su semblante expreso una compasion "insaciable", por decirlo asi.
-?Pegarme? Usted no sabe lo que dice. ?Pegarme ella, Senor...! Pero, aunque me hubiera pegado, ?que? Usted no la conoce... ?Es tan desgraciada! Esta enferma... Solo pide justicia... Es pura. Cree que la justicia debe reinar en la vida y la reclama... Ni por el martirio se lograria que hiciera nada injusto. No se da cuenta de que la justicia no puede imperar en el mundo y se irrita... Se irrita como un nino, exactamente como un nino, creame... Es una mujer justa, muy justa.
-?Y que va a hacer usted ahora?
Sonia le dirigio una mirada interrogante.
-Ahora ha de cargar usted con ellos. Verdad es que siempre ha sido asi. Incluso su difunto padre le pedia a usted dinero para beber... Pero ?que van a hacer ahora?
-No lo se -respondio Sonia tristemente.
-?Seguiran viviendo en la misma casa?
-No lo se. Deben a la patrona y creo que esta ha dicho hoy que va a echarlos a la calle. Y Catalina Ivanovna dice que no permanecera alli ni un dia mas.
-?Como puede hablar asi? ?Cuenta acaso con usted?
-?Oh, no! Ella no piensa en eso... Nosotros estamos muy unidos; lo que es de uno, es de todos.
Sonia dio esta respuesta vivamente, con una indignacion que hacia pensar en la colera de un canario o de cualquier otro pajaro diminuto e inofensivo.
-Ademas, ?que quiere usted que haga? -continuo Sonia con vehemencia creciente-. ?Si usted supiera lo que ha llorado hoy! Esta trastornada, ?no lo ha notado usted? Si, puede usted creerme: tan pronto se inquieta como una nina, pensando en como se las arreglara para que manana no falte nada en la comida de funerales, como empieza a retorcerse las manos, a llorar, a escupir sangre, a dar cabezadas contra la pared. Despues se calma de nuevo. Confia mucho en usted. Dice que, gracias a su apoyo, se procurara un poco de dinero y volvera a su tierra natal conmigo. Se propone fundar un pensionado para muchachas nobles y confiarme a mi la inspeccion. Esta persuadida de que nos espera una vida nueva y maravillosa, y me besa, me abraza, me consuela. Ella cree firmemente en lo que dice, cree en todas sus fantasias. ?Quien se atreve a contradecirla? Hoy se ha pasado el dia lavando, fregando, remendando la ropa, y, como esta tan debil, al fin ha caido rendida en la cama. Esta manana hemos salido a comprar calzado para Lena y Poletchka, pues el que llevan esta destrozado, pero no teniamos bastante dinero: necesitabamos mucho mas. ?Eran tan bonitos los zapatos que queria...! Porque tiene mucho gusto, ?sabe...? Y se ha echado a llorar en plena tienda, delante de los dependientes, al ver que faltaba dinero... ?Que pena da ver estas cosas!
-Ahora comprendo que lleve usted esta vida -dijo Raskolnikof, sonriendo amargamente.
-?Es que usted no se compadece de ella? -exclamo Sonia-. Usted le dio todo lo que tenia, y eso que no sabia nada de lo que ocurre en aquella casa. ?Dios mio, si usted lo supiera! ?Cuantas veces, cuantas, la he hecho llorar...! La semana pasada mismo, ocho dias antes de morir mi padre, fui mala con ella... Y asi muchas veces... Ahora me paso el dia acordandome de aquello, y ?me da una pena!
Se retorcia las manos con un gesto de dolor.
-?Dice usted que fue mala con ella?
-Si, fui mala... Yo habia ido a verlos -continuo llorando-, y mi pobre padre me dijo: "Leeme un poco, Sonia. Aqui esta el libro." El dueno de la obra era Andres Simonovitch Lebeziatnikof, que vive en la misma casa y nos presta muchas veces libros de esos que hacen reir. Yo le conteste: "No puedo leer porque tengo que marcharme..." Y es que no tenia ganas de leer. Yo habia ido alli para ensenar a Catalina Ivanovna unos cuellos y unos punos bordados que una vendedora a domicilio llamada Lisbeth me habia dado a muy buen precio. A Catalina Ivanovna le gustaron mucho, se los probo, se miro al espejo y dijo que eran preciosos, preciosos. Despues me los pidio. " ?Oh Sonia! -me dijo-. ?Regalamelos!" Me lo dijo con voz suplicante... ?En que vestido los habria puesto...? Y es que le recordaban los tiempos felices de su juventud. Se miraba en el espejo y se admiraba a si misma. ?Hace tanto tiempo que no tiene vestidos ni nada...! Nunca pide nada a nadie. Tiene mucho orgullo y prefiere dar lo que tiene, por poco que sea. Sin embargo, insistio en que le diera los cuellos y los punos; esto demuestra lo mucho que le gustaban. Y yo se los negue. "?Para que los quiere usted, Catalina Ivanovna? Si, asi se lo dije. Ella me miro con una pena que partia el corazon... No era quedarse sin los cuellos y los punos lo que la apenaba, sino que yo no se los hubiera querido dar. ?Ah, si yo pudiese reparar aquello, borrar las palabras que dije...!
-?De modo que conocia usted a Lisbeth, esa vendedora que iba por las casas?
-Si. ?Usted tambien la conocia? -pregunto Sonia con cierto asombro.
-Catalina Ivanovna esta en el ultimo grado de la tisis, y se morira, se morira muy pronto -dijo Raskolnikof tras una pausa y sin contestar a la pregunta de Sonia.
-?Oh, no, no!
Sonia le habia cogido las manos, sin darse cuenta de lo que hacia, y parecia suplicarle que evitara aquella desgracia.
-Lo mejor es que muera -dijo Raskolnikof.
-?No, no! ?Como va a ser mejor? -exclamo Sonia, trastornada, llena de espanto.
-?Y los ninos? ?Que hara usted con ellos? No se los va a traer aqui.
-?No se lo que hare! ?No se lo que hare! -exclamo, desesperada, oprimiendose las sienes con las manos.
Sin duda este pensamiento la habia atormentado con frecuencia, y Raskolnikof lo habia despertado con sus preguntas.
-Y si usted se pone enferma, incluso viviendo Catalina Ivanovna, y se la llevan al hospital, ?que sucedera? -siguio preguntando despiadadamente.
-?Oh! ?Que dice usted? ?Que dice usted? ?Eso es imposible! -exclamo Sonia con el rostro contraido, con una expresion de espanto indecible.
-?Por que imposible? -pregunto Raskolnikof con una sonrisa sarcastica-. Usted no es inmune a las enfermedades, ?verdad? ?Que seria de ellos si usted se pusiera enferma? Se verian todos en la calle. La madre pediria limosna sin dejar de toser, despues golpearia la pared con la cabeza como ha hecho hoy, y los ninos llorarian. Al fin quedaria tendida en el suelo y se la llevarian, primero a la comisaria y despues al hospital. Alli se moriria, y los ninos...
-?No, no! ?Eso no lo consentira Dios! -grito Sonia con voz ahogada.
Le habia escuchado con gesto suplicante, enlazadas las manos en una muda imploracion, como si todo dependiera de el.
Raskolnikof se levanto y empezo a ir y venir por el aposento. Asi transcurrio un minuto. Sonia estaba de pie, los brazos pendientes a lo largo del cuerpo, baja la cabeza, presa de una angustia espantosa.
-?Es que usted no puede hacer economias, poner algun dinero a un lado? -pregunto Raskolnikof de pronto, deteniendose ante ella.
-No -murmuro Sonia.
-No me extrana. ?Lo ha intentado? -pregunto con una sonrisa burlona.
-Si.
-Y no lo ha conseguido, claro. Es muy natural. No hace falta preguntar el motivo.
Y continuo sus paseos por la habitacion. Hubo otro minuto de silencio.
-?Es que no gana usted dinero todos los dias? -pregunto Rodia.
Sonia se turbo mas todavia y enrojecio.
-No -murmuro con un esfuerzo doloroso.
-La misma suerte espera a Poletchka -dijo Raskolnikof de pronto.
-?No, no! ?Eso es imposible! -exclamo Sonia.
Fue un grito de desesperacion. Las palabras de Raskolnikof la habian herido como una cuchillada.
-?Dios no permitira una abominacion semejante!
-Permite otras muchas.
-?No, no! ?Dios la protegera! ?A ella la protegera! -grito Sonia fuera de si.
-Tal vez no exista -replico Raskolnikof con una especie de crueldad triunfante.
Seguidamente se echo a reir y la miro.
Al oir aquellas palabras se opero en el semblante de Sonia un cambio repentino, y sacudidas nerviosas recorrieron su cuerpo. Dirigio a Raskolnikof miradas cargadas de un reproche indefinible. Intento hablar, pero de sus labios no salio ni una silaba. De subito se echo a llorar amargamente y oculto el rostro entre las manos.
-Usted dice que Catalina Ivanovna esta trastornada, pero usted no lo esta menos -dijo Raskolnikof tras un breve silencio.
Transcurrieron cinco minutos. El joven seguia yendo y viniendo por la habitacion sin mirar a Sonia. Al fin se acerco a ella. Los ojos le centelleaban. Apoyo las manos en los debiles hombros y miro el rostro cubierto de lagrimas. Lo miro con ojos secos, duros, ardientes, mientras sus labios se agitaban con un temblor convulsivo... De pronto se inclino, bajo la cabeza hasta el suelo y le beso los pies. Sonia retrocedio horrorizada, como si tuviera ante si a un loco. Y en verdad un loco parecia Raskolnikof.
-?Que hace usted? -balbuceo.
Se habia puesto palida y sentia en el corazon una presion dolorosa.
El se puso en pie.
-No me he arrodillado ante ti, sino ante todo el dolor humano -dijo en un tono extrano.
Y fue a acodarse en la ventana. Pronto volvio a su lado y anadio:
-Oye, hace poco he dicho a un insolente que valia menos que tu dedo menique y que te habia invitado a sentarte al lado de mi madre y de mi hermana.
-?Eso ha dicho? -exclamo Sonia, aterrada-. ?Y delante de ellas? ?Sentarme a su lado! Pero si yo soy... una mujer sin honra. ?Como se le ha ocurrido decir eso?
-Al hablar asi, yo no pensaba en tu deshonra ni en tus faltas, sino en tu horrible martirio. Sin duda -continuo ardientemente-, eres una gran pecadora, sobre todo por haberte inmolado inutilmente. Ciertamente, eres muy desgraciada. ?Vivir en el cieno y saber (porque tu lo sabes: basta mirarte para comprenderlo) que no te sirve para nada, que no puedes salvar a nadie con tu sacrificio...! Y ahora dime -anadio, iracundo-: ?Como es posible que tanta ignominia, tanta bajeza, se compaginen en ti con otros sentimientos tan opuestos, tan sagrados? Seria preferible arrojarse al agua de cabeza y terminar de una vez.
-Pero ?y ellos? ?Que seria de ellos? -pregunto Sonia levantando la cabeza, con voz desfallecida y dirigiendo a Raskolnikof una mirada impregnada de dolor, pero sin mostrar sorpresa alguna ante el terrible consejo.
Raskolnikof la envolvio en una mirada extrana, y esta mirada le basto para descifrar los pensamientos de la joven. Comprendio que ella era de la misma opinion. Sin duda, en su desesperacion, habia pensado mas de una vez en poner termino a su vida. Y tan resueltamente habia pensado en ello, que no le habia causado la menor extraneza el consejo de Raskolnikof. No habia advertido la crueldad de sus palabras, del mismo modo que no habia captado el sentido de sus reproches. El se dio cuenta de todo ello y comprendio perfectamente hasta que punto la habria torturado el sentimiento de su deshonor, de su situacion infamante. ?Que seria lo que le habia impedido poner fin a su vida? Y, al hacerse esta pregunta, Raskolnikof comprendio lo que significaban para ella aquellos pobres ninos y aquella desdichada Catalina Ivanovna, tisica, medio loca y que golpeaba las paredes con la cabeza.
Sin embargo, vio claramente que Sonia, por su educacion y su caracter, no podia permanecer indefinidamente en semejante situacion. Tambien se preguntaba como habia podido vivir tanto tiempo sin volverse loca. Desde luego, comprendia que la situacion de Sonia era un fenomeno social que estaba fuera de lo comun, aunque, por desgracia, no era unico ni extraordinario; pero ?no era esto una razon mas, unida a su educacion y a su pasado, para que su primer paso en aquel horrible camino la hubiera llevado a la muerte? ?Que era lo que la sostenia? No el vicio, pues toda aquella ignominia solo habia manchado su cuerpo: ni la menor sombra de ella habia llegado a su corazon. Esto se veia perfectamente; se leia en su rostro.
"Solo tiene tres soluciones -siguio pensando Raskolnikof-: arrojarse al canal, terminar en un manicomio o lanzarse al libertinaje que embrutece el espiritu y petrifica el corazon."
Esta ultima posibilidad era la que mas le repugnaba, pero Raskolnikof era joven, esceptico, de espiritu abstracto y, por lo tanto, cruel, y no podia menos de considerar que esta ultima eventualidad era la mas probable.
"Pero ?es esto posible? -siguio reflexionando-. ?Es posible que esta criatura que ha conservado la pureza de alma termine por hundirse a sabiendas en ese abismo horrible y hediondo? ?No sera que este hundimiento ha empezado ya, que ella ha podido soportar hasta ahora semejante vida porque el vicio ya no le repugna...? No, no; esto es imposible -exclamo mentalmente, repitiendo el grito lanzado por Sonia hacia un momento-: lo que hasta ahora le ha impedido arrojarse al canal ha sido el temor de cometer un pecado, y tambien esa familia... Parece que no se ha vuelto loca, pero ?quien puede asegurar que esto no es simple apariencia? ?Puede estar en su juicio? ?Puede una persona hablar como habla ella sin estar loca? ?Puede una mujer conservar la calma sabiendo que va a su perdicion, y asomarse a ese abismo pestilente sin hacer caso cuando se habla del peligro? ?No esperara un milagro...? Si, seguramente. Y todo esto, ?no son pruebas de enajenacion mental?"
Se aferro obstinadamente a esta ultima idea. Esta solucion le complacia mas que ninguna otra. Empezo a examinar a Sonia atentamente.
-?Rezas mucho, Sonia? -le pregunto.
La muchacha guardo silencio. El, de pie a su lado, esperaba una respuesta.
-?Que habria sido de mi sin la ayuda de Dios?
Habia dicho esto en un rapido susurro. Al mismo tiempo, lo miro con ojos fulgurantes y le apreto la mano.
"No me he equivocado", se dijo Raskolnikof.
-Pero ?que hace Dios por ti? -siguio preguntando el joven.
Sonia permanecio en silencio un buen rato. Parecia incapaz de responder. La emocion henchia su fragil pecho.
-?Calle! No me pregunte. Usted no tiene derecho a hablar de estas cosas -exclamo de pronto, mirandole, severa e indignada.
"Es lo que he pensado, es lo que he pensado", se decia Raskolnikof.
-Dios todo lo puede -dijo Sonia, bajando de nuevo los
"Esto lo explica todo", penso Raskolnikof. Y siguio observandola con avida curiosidad.
Experimentaba una sensacion extrana, casi enfermiza, mientras contemplaba aquella carita palida, enjuta, de facciones irregulares y angulosas; aquellos ojos azules capaces de emitir verdaderas llamaradas y de expresar una pasion tan austera y vehemente; aquel cuerpecillo que temblaba de indignacion. Todo esto le parecia cada vez mas extrano, mas ajeno a la realidad.
"Esta loca, esta loca", se repetia.
Sobre la comoda habia un libro. Raskolnikof le habia dirigido una mirada cada vez que pasaba junto a el en sus idas y venidas por la habitacion. Al fin cogio el volumen y lo examino. Era una traduccion rusa del Nuevo Testamento, un viejo libro con tapas de tafilete.
-?De donde has sacado este libro? -le pregunto desde el otro extremo de la habitacion, cuando ella permanecia inmovil cerca de la mesa.
-Me lo han regalado -respondio Sonia de mala gana y sin mirarle.
-?Quien?
-Lisbeth.
" ?Lisbeth! ?Que raro! ", penso Raskolnikof.
Todo lo relacionado con Sonia le parecia cada vez mas extrano. Acerco el libro a la bujia y empezo a hojearlo.
-?Donde esta el capitulo sobre Lazaro? -pregunto de pronto.
Soma no contesto. Tenia la mirada fija en el suelo y se habia separado un poco de la mesa.
-Dime donde estan las paginas que hablan de la resurreccion de Lazaro.
Sonia le miro de reojo.
-Estan en el cuarto Evangelio -repuso Sonia gravemente y sin moverse del sitio.
-Toma; busca ese pasaje y leemelo.
Dicho esto, Raskolnikof se sento a la mesa, apoyo en ella los codos y el menton en una mano y se dispuso a escuchar, vaga la mirada y sombrio el semblante.
" Dentro de quince dias o de tres semanas -murmuro para si- habra que ir a verme a la septima versta. Alli estare, sin duda, si no me ocurre nada peor."
Sonia dio un paso hacia la mesa. Vacilaba. Habia recibido con desconfianza la extrana peticion de Raskolnikof. Sin embargo, cogio el libro.
-?Es que usted no lo ha leido nunca? -pregunto, mirandole de reojo. Su voz era cada vez mas fria y dura.
-Lo lei hace ya mucho tiempo, cuando era nino... Lee.
-?Y no lo ha leido en la iglesia?
-Yo... yo no voy a la iglesia. ?Y tu?
-Pues... no -balbuceo Sonia.
Raskolnikof sonrio.
-Se comprende. No asistiras manana a los funerales de tu padre, ?verdad?
-Si que asistire. Ya fui la semana pasada a la iglesia para una misa de requiem.
-?Por quien?
-Por Lisbeth. La mataron a hachazos.
La tension nerviosa de Raskolnikof iba en aumento. La cabeza empezaba a darle vueltas.
-Por lo visto, tenias amistad con Lisbeth.
-Si. Era una mujer justa y buena... A veces venia a verme... Muy de tarde en tarde. No podia venir mas... Leiamos y hablabamos... Ahora esta con Dios.
?Que extrano parecia a Raskolnikof aquel hecho, y que extranas aquellas palabras novelescas! ?De que podrian hablar aquellas dos mujeres, aquel par de necias?
"Aqui corre uno el peligro de volverse loco: es una enfermedad contagiosa", se dijo.
-?Lee! -ordeno de pronto, irritado y con voz apremiante.
Sonia seguia vacilando. Su corazon latia con fuerza. La desdichada no se atrevia a leer en presencia de Raskolnikof. El joven dirigio una mirada casi dolorosa a la pobre demente.
-?Que le importa esto? Usted no tiene fe -murmuro Sonia con voz entrecortada.
-?Lee! -insistio Raskolnikof-. ?Bien le leias a Lisbeth!
Sonia abrio el libro y busco la pagina. Le temblaban las manos y la voz no le salia de la garganta. Intento empezar dos o tres veces, pero no pronuncio ni una sola palabra.
-"Habia en Betania un hombre llamado Lazaro, que estaba enfermo...", articulo al fin, haciendo un gran esfuerzo.
Pero inmediatamente su voz vibro y se quebro como una cuerda demasiado tensa. Sintio que a su oprimido pecho le faltaba el aliento. Raskolnikof comprendia en parte por que se resistia Sonia a obedecerle, pero esta comprension no impedia que se mostrara cada vez mas apremiante y grosero. De sobra se daba cuenta del trabajo que le costaba a la pobre muchacha mostrarle su mundo interior. Comprendia que aquellos sentimientos eran su gran secreto, un secreto que tal vez guardaba desde su adolescencia, desde la epoca en que vivia con su familia, con su infortunado padre, con aquella madrastra que se habia vuelto loca a fuerza de sufrir, entre ninos hambrientos y oyendo a todas horas gritos y reproches. Pero, al mismo tiempo, tenia la seguridad de que Sonia, a pesar de su repugnancia, de su temor a leer, sentia un avido, un doloroso deseo de leerle a el en aquel momento, sin importarle lo que despues pudiera ocurrir... Leia todo esto en los ojos de Sonia y comprendia la emocion que la trastornaba... Sin embargo, Sonia se domino, deshizo el nudo que tenia en la garganta y continuo leyendo el capitulo 11 del Evangelio segun San Juan. Y llego al versiculo 19.
-" ... Y gran numero de judios habian acudido a ver a Marta y a Maria para consolarlas de la muerte de su hermano. Habiendose enterado de la llegada de Jesus, Marta fue a su encuentro, mientras Maria se quedaba en casa. Marta dijo a Jesus: Senor, si hubieras estado aqui, mi hermano no habria muerto; pero ahora yo se que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dara..."
Al llegar a este punto, Sonia se detuvo para sobreponerse a la emocion que amenazaba ahogar su voz.
-"Jesus le dijo: tu hermano resucitara. Marta le respondio: Yo se que resucitara el dia de la resurreccion de los muertos. Jesus le dijo: Yo soy la resurreccion y la vida; el que cree en mi, si esta muerto, resucitara, y todo el que vive y cree en mi, no morira eternamente. ?Crees esto? Y ella dice..."
Sonia tomo aliento penosamente y leyo con energia, como si fuera ella la que hacia publicamente su profesion de fe:
-"... Si, Senor; yo creo que tu eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo..."
Sonia se detuvo, levanto momentaneamente los ojos hacia Raskolnikof y despues continuo la lectura. El joven, acodado en la mesa, escuchaba sin moverse y sin mirar a Sonia. La lectora llego al versiculo 32.
-" ... Cuando Maria llego al lugar donde estaba Cristo y lo vio, cayo a sus pies y le dijo: Senor, si hubieras estado aqui, mi hermano no habria muerto. Y cuando Jesus vio que lloraba y que los judios que iban con ella lloraban igualmente, se entristecio, se conmovio su espiritu y dijo: ?Donde lo pusisteis? Le respondieron: Senor, ven y mira. Entonces Jesus lloro y dijeron los judios: Ved como le amaba. Y algunos de ellos dijeron: El que abrio los ojos al ciego, ?no podia hacer que este hombre no muriera?..."
Raskolnikof se volvio hacia Sonia y la miro con emocion. Si, era lo que el habia sospechado. La joven temblaba febrilmente, como el habia previsto. Se acercaba al momento del milagro y un sentimiento de triunfo se habia apoderado de ella. Su voz habia cobrado una sonoridad metalica y una firmeza nacida de aquella alegria y de aquella sensacion de triunfo. Las lineas se entremezclaban ante sus velados ojos, pero ella podia seguir leyendo porque se dejaba llevar de su corazon. Al leer el ultimo versiculo -" El que abrio los ojos al ciego..."-, Sonia bajo la voz para expresar con apasionado acento la duda, la reprobacion y los reproches de aquellos ciegos judios que un momento despues iban a caer de rodillas, como fulminados por el rayo, y a creer, mientras prorrumpian en sollozos... Y el, el que tampoco creia, el que tambien estaba ciego, comprenderia y creeria igualmente... Y esto iba a suceder muy pronto, en seguida... Asi sonaba Sonia, y temblaba en la gozosa espera.
-" ... Jesus, lleno de una profunda tristeza, fue a la tumba. Era una cueva tapada con una piedra. Jesus dijo: Levantad la piedra. Marta, la hermana del difunto, le respondio: Senor, ya huele mal, pues hace cuatro dias que esta en la tumba... "
Sonia pronuncio con fuerza la palabra "cuatro".
-"... Jesus le dijo entonces: ?No te he dicho que si tienes fe veras la gloria de Dios? Entonces quitaron la piedra de la cueva donde reposaba el muerto. Jesus levanto los ojos al cielo y dijo: Padre mio, te doy gracias por haberme escuchado. Yo sabia que Tu me escuchas siempre y solo he hablado para que los que estan a mi alrededor crean que eres Tu quien me ha enviado a la tierra. Habiendo dicho estas palabras, clamo con voz sonora: ?Lazaro, sal! Y el muerto salio... -Sonia leyo estas palabras con voz clara y triunfante, y temblaba como si acabara de ver el milagro con sus propios ojos- ...vendados los pies y las manos con cintas mortuorias y el rostro envuelto en un sudario. Jesus dijo: Desatadle y dejadle ir. Entonces, muchos de los judios que habian ido a casa de Maria y que habian visto el milagro de Jesus creyeron en el. "
Ya no pudo seguir leyendo. Cerro el libro y se levanto.
-No hay nada mas sobre la resurreccion de Lazaro.
Dijo esto gravemente y en voz baja. Luego se separo de la mesa y se detuvo. Permanecia inmovil y no se atrevia a mirar a Raskolnikof. Seguia temblando febrilmente. El cabo de la vela estaba a punto de consumirse en el torcido candelero y expandia una luz mortecina por aquella misera habitacion donde un asesino y una prostituta se habian unido para leer el Libro Eterno.
-He venido a hablarle de un asunto -dijo de subito Raskolnikof con voz fuerte y energica. Seguidamente, velado el semblante por una repentina tristeza, se levanto y se acerco a Sonia. Esta se volvio a mirarle y vio que su dura mirada expresaba una feroz resolucion. El joven anadio-: Hoy he abandonado a mi familia, a mi madre y a mi hermana. Ya no volvere al lado de ellas: la ruptura es definitiva.
-?Por que ha hecho eso? -pregunto Sonia, estupefacta.
Su reciente encuentro con Pulqueria Alejandrovna y Dunia habia dejado en ella una impresion imborrable aunque confusa, y la noticia de la ruptura la horrorizo.
-Ahora no tengo a nadie mas que a ti -dijo Raskolnikof-. Vente conmigo. He venido por ti. Somos dos seres malditos. Vamonos juntos.
Sus ojos centelleaban.
"Tiene cara de loco", penso Sonia.
-?Irnos? ?Adonde? -pregunto aterrada, dando un paso atras.
-?Yo que se! Yo solo se que los dos seguimos la misma ruta y que unicamente tenemos una meta.
Ella le miraba sin comprenderle. Ella solo veia en el una cosa: que era infinitamente desgraciado.
-Nadie lo comprenderia si les dijeras las cosas que me has dicho a mi. Yo, en cambio, lo he comprendido. Te necesito y por eso he venido a buscarte.
-No entiendo -balbuceo Sonia.
-Ya entenderas mas adelante. Tu has obrado como yo. Tu tambien has cruzado la linea. Has atentado contra ti; has destruido una vida..., tu propia vida, verdad es, pero ?que importa? Habrias podido vivir con tu alma y tu razon y terminaras en la plaza del Mercado. No puedes con tu carga, y si permaneces sola, te volveras loca, del mismo modo que me volvere yo. Ya parece que solo conservas a medias la razon. Hemos de seguir la misma ruta, codo a codo. ?Vente!
-?Por que, por que dice usted eso? -pregunto Sonia, emocionada, incluso trastornada por las palabras de Raskolnikof.
-?Por que? Porque no se puede vivir asi. Por eso hay que razonar seriamente y ver las cosas como son, en vez de echarse a llorar como un nino y gritar que Dios no lo permitira. ?Que sucedera si un dia lo llevan al hospital? Catalina Ivanovna esta loca y tisica, y morira pronto. ?Que sera entonces de los ninos? ?Crees que Poletchka podra salvarse? ?No has visto por estos barrios ninos a los que sus madres envian a mendigar? Yo se ya donde viven esas madres y como viven. Los ninos de esos lugares no se parecen a los otros. Entre ellos, los rapaces de siete anos son ya viciosos y ladrones.
-Pero ?que hacer, que hacer? -exclamo Sonia, llorando desesperadamente mientras se retorcia las manos.
-?Que hacer? Cambiar de una vez y aceptar el sufrimiento. ?Que, no comprendes? Ya comprenderas mas adelante... La libertad y el poder, el poder sobre todo..., el dominio sobre todos los seres pusilanimes... Si, dominar a todo el hormiguero: he aqui el fin. Acuerdate de esto: es como un testamento que hago para ti. Acaso sea esta la ultima vez que te hablo. Si no vengo manana, te enteraras de todo. Entonces acuerdate de mis palabras. Quiza llegue un dia, en el curso de los anos, en que comprendas su significado. Y si vengo manana, te dire quien mato a Lisbeth.
Sonia se estremecio.
-Entonces, ?usted lo sabe?-pregunto, helada de espanto y dirigiendole una mirada despavorida.
-Lo se y te lo dire... Solo te lo dire a ti. Te he escogido para esto. No vendre a pedirte perdon, sino sencillamente a decirtelo. Hace ya mucho tiempo que te elegi para esta confidencia: el mismo dia en que tu padre me hablo de ti, cuando Lisbeth vivia aun. Adios. No me des la mano. Hasta manana.
Y se marcho, dejando a Sonia la impresion de que habia estado conversando con un loco. Pero ella misma sentia como si le faltara la razon. La cabeza le daba vueltas.
" ?Senor! ?Como sabe quien ha matado a Lisbeth? ?Que significan sus palabras?"
Todo esto era espantoso. Sin embargo, no sospechaba ni remotamente la verdad.
" Debe de ser muy desgraciado... Ha abandonado a su madre y a su hermana. ?Por que? ?Que habra ocurrido? ?Que intenciones tiene? ?Que significan sus palabras?"
Le habia besado los pies y le habia dicho..., le habia dicho... que no podia vivir sin ella. Si, se lo habia dicho claramente.
" ?Senor, Senor...! "
Sonia estuvo toda la noche ardiendo de fiebre y delirando. Se estremecia, lloraba, se retorcia las manos; despues caia en un sueno febril y sonaba con Poletchka, con Catalina Ivanovna, con Lisbeth, con la lectura del Evangelio, y con el, con su rostro palido y sus ojos llameantes... El le besaba los pies y lloraba... ?Senor, Senor!
Tras la puerta que separaba la habitacion de Sonia del departamento de la senora Resslich habia una pieza vacia que correspondia a aquel compartimiento y que se alquilaba, como indicaba un papel escrito colgado en la puerta de la calle y otros papeles pegados en las ventanas que daban al canal. Sonia sabia que aquella habitacion estaba deshabitada desde hacia tiempo. Sin embargo, durante toda la escena precedente, el senor Svidrigailof, de pie detras de la puerta que daba al aposento de la joven, habia oido perfectamente toda la conversacion de Sonia con su visitante.
Cuando Raskolnikof se fue, Svidrigailof reflexiono un momento, se dirigio de puntillas a su cuarto, contiguo a la pieza desalquilada, cogio una silla y volvio a la habitacion vacia para colocarla junto a la puerta que daba al dormitorio de Sonia. La conversacion que acababa de oir le habia parecido tan interesante, que habia llevado alli aquella silla, pensando que la proxima vez, al dia siguiente, por ejemplo, podria escuchar con toda comodidad, sin que turbara su satisfaccion la molestia de permanecer de pie media hora.
V
Cuando, al dia siguiente, a las once en punto, Raskolnikof fue a ver al juez de instruccion, se extrano de tener que hacer diez largos minutos de antesala. Este tiempo transcurrio, como minimo, antes de que le llamaran, siendo asi que el esperaba ser recibido apenas le anunciasen. Alli estuvo, en la sala de espera, viendo pasar personas que no le prestaban la menor atencion. En la sala contigua trabajaban varios escribientes, y saltaba a la vista que ninguno de ellos tenia la menor idea de quien era Raskolnikof.
El visitante paseo por toda la estancia una mirada retadora, preguntandose si habria alli algun esbirro, algun espia encargado de vigilarle para impedir su fuga. Pero no habia nada de esto. Solo veia caras de funcionarios que reflejaban cuidados mezquinos, y rostros de otras personas que, como los funcionarios, no se interesaban lo mas minimo por el. Se podria haber marchado al fin del mundo sin llamar la atencion de nadie. Poco a poco se iba convenciendo de que si aquel misterioso personaje, aquel fantasma que parecia haber surgido de la tierra y al que habia visto el dia anterior, lo hubiera sabido todo, lo hubiera visto todo, el, Raskolnikof, no habria podido permanecer tan tranquilamente en aquella sala de espera. Y ni habrian esperado hasta las once para verle, ni le habrian permitido ir por su propia voluntad. Por lo tanto, aquel hombre no habia dicho nada..., porque tal vez no sabia nada, ni nada habia visto (?como lo habria podido ver?), y todo lo ocurrido el dia anterior no habia sido sino un espejismo agrandado por su mente enferma.
Esta explicacion, que le parecia cada vez mas logica, ya se le habia ocurrido el dia anterior en el momento en que sus inquietudes, aquellas inquietudes rayanas en el terror, eran mas angustiosas.
Mientras reflexionaba en todo esto y se preparaba para una nueva lucha, Raskolnikof empezo a temblar de pronto, y se enfurecio ante la idea de que aquel temblor podia ser de miedo, miedo a la entrevista que iba a tener con el odioso Porfirio Petrovitch. Pensar que iba a volver a ver a aquel hombre le inquietaba profundamente. Hasta tal extremo le odiaba, que temia incluso que aquel odio le traicionase, y esto le produjo una colera tan violenta, que detuvo en seco su temblor. Se dispuso a presentarse a Porfirio en actitud fria e insolente y se prometio a si mismo hablar lo menos posible, vigilar a su adversario, permanecer en guardia y dominar su irascible temperamento. En este momento le llamaron al despacho de Porfirio Petrovitch.
El juez de instruccion estaba solo en aquel momento. En el despacho, de medianas dimensiones, habia una gran mesa de escritorio, un armario y varias sillas. Todo este mobiliario era de madera amarilla y te pagaba el Estado. En la pared del fondo habia una puerta cerrada. Por lo tanto, debia de haber otras dependencias tras aquella pared. Cuando entro Raskolnikof, Porfirio cerro tras el la puerta inmediatamente y los dos quedaron solos. El juez recibio a su visitante con gesto alegre y amable; pero, poco despues, Raskolnikof advirtio que daba muestras de cierta violencia. Era como si le hubieran sorprendido ocupado en alguna operacion secreta.
Porfirio le tendio las dos manos.
-?Ah! He aqui a nuestro respetable amigo en nuestros parajes. Sientese, querido... Pero ahora caigo en que tal vez le disguste que le haya llamado "respetable" y "querido" asi, tout court . Le ruego que no tome esto como una familiaridad. Sientese en el sofa, haga el favor.