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Re: Достоевский Ф. М. - Преступление и наказание на испанском языке

"Es preferible no dormir", decidio.

De la ventana llegaba un aire frio y humedo. Sin moverse de donde estaba, Svidrigailof tiro de la cubierta y se envolvio en ella. Pero no encendio la bujia. No pensaba en nada, no queria pensar. Sin embargo, vagas visiones, ideas incoherentes, iban desfilando por su cerebro. Cayo en una especie de letargo. Fuera por la influencia del frio, de la humedad, de las tinieblas o del viento que seguia agitando el ramaje, lo cierto es que sus pensamientos tomaron un rumbo fantastico. No veia mas que flores. Un bello paisaje se ofrecia a sus ojos. Era un dia tibio, casi calido; un da de fiesta: la Trinidad. Estaba contemplando un lujoso chale de tipo ingles rodeado de macizos repletos de flores. Plantas trepadoras adornaban la escalinata guarnecida de rosas. A ambos lados de las gradas de marmol, cubiertas por una rica alfombra, se veian jarrones chinescos repletos de flores raras. Las ventanas ostentaban la delicada blancura de los jacintos, que pendian de sus largos y verdes tallos sumergidos en floreros, y de ellos se desprendia un perfume embriagador.

Svidrigailof no sentia ningun deseo de alejarse de alli. Subio por la escalinata y llego a un salon de alto techo, repleto tambien de flores. Habia flores por todas partes: en las ventanas, al lado de las puertas abiertas, en el mirador... El entarimado estaba cubierto de fragante cesped recien cortado. Por las ventanas abiertas penetraba una brisa deliciosa. Los pajaros cantaban en el jardin. En medio de la estancia habia una gran mesa revestida de raso blanco, y sobre la mesa, un ataud acolchado, orlado de blancos encajes y rodeado de guirnaldas de flores. En el feretro, sobre un lecho de flores, descansaba una muchachita vestida de tul blanco. Sus manos, cruzadas sobre el pecho, parecian talladas en marmol. Su cabello, suelto y de un rubio claro, rezumaba agua. Una corona de rosas cenia su frente. Su perfil severo y ya petrificado parecia igualmente de marmol. Sus palidos labios sonreian, pero esta sonrisa no tenia nada de infantil: expresaba una amargura desgarradora, una tristeza sin limites.

Svidrigailof conocia a aquella jovencita. Cerca del ataud no habia ninguna imagen, ningun cirio encendido, ni rumor alguno de rezos. Aquella muchacha era una suicida: se habia arrojado al rio. Solo tenia catorce anos y habia sufrido un ultraje que habia destrozado su corazon, llenado de terror su conciencia infantil, colmado su alma de una verguenza que no merecia y arrancado de su pecho un grito supremo de desesperacion que el mugido del viento habia ahogado en una noche de deshielo humeda y tenebrosa...

Svidrigailof se desperto, salto de la cama y se fue hacia la ventana. Busco a tientas la falleba y abrio. El viento entro en el cuartucho, y Svidrigailof tuvo la sensacion de que una helada escarcha cubria su rostro y su pecho, solo protegido por la camisa. Debajo de la ventana debia de haber, en efecto, una especie de jardin..., probablemente un jardin de recreo. Durante el dia se cantarian alli canciones ligeras y se serviria te en veladores. Pero ahora los arboles y los arbustos goteaban, reinaba una oscuridad de caverna y las cosas eran manchas oscuras apenas perceptibles.

Svidrigailof estuvo cinco minutos acodado en el antepecho de la ventana mirando aquellas tinieblas. De pronto resono un canonazo en la noche, al que siguio otro inmediatamente.

" La senal de que sube el agua -penso-. Dentro de unas horas, las panes bajas de la ciudad estaran inundadas. Las ratas de las cuevas seran arrastradas por la corriente y, en medio del viento y la lluvia, los hombres, calados hasta los huesos, empezaran a transportar, entre juramentos, todos sus trastros a los pisos altos de las casas. A todo esto, ?que hora sera?"

En el momento en que se hacia esta pregunta, en un reloj cercano resonaron tres poderosas y apremiantes campanadas.

"Dentro de una hora sera de dia. ?Para que esperar mas? Voy a marcharme ahora mismo. Me ire directamente a la isla Petrovski. Alli elegire un gran arbol tan empapado de lluvia que, apenas lo roce con el hombro, miles de diminutas gotas caeran sobre mi cabeza."

Se retiro de la ventana, la cerro, encendio la bujia, se vistio y salio al pasillo con la palmatoria en la mano. Se proponia despertar al mozo, que sin duda dormiria en un rincon, entre un monton de trastos viejos, pagar la cuenta y salir del hotel.

"He escogido el mejor momento -se dijo- Imposible encontrar otro mas indicado."

Estuvo un rato yendo y viniendo por el estrecho y largo corredor sin ver a nadie. Al fin descubrio en un rincon oscuro, entre un viejo armario y una puerta, una forma extrana que le parecio dotada de vida. Se inclino y, a la luz de la bujia, vio a una nina de unos cuatro anos, o cinco a lo sumo. Lloraba entre temblores y sus ropitas estaban empapadas. No se asusto al ver a Svidrigailof, sino que se limito a mirarlo con una expresion de inconsciencia en sus grandes ojos negros, respirando profundamente de vez en cuando, como ocurre a los ninos que, despues de haber llorado largamente, empiezan a consolarse y solo de tarde en tarde le acometen de nuevo los sollozos. La nina estaba helada y en su fina carita habia una mortal palidez. ?Por que estaba alli? Por lo visto, no habia dormido en toda la noche. De pronto se animo y, con su vocecita infantil y a una velocidad vertiginosa, empezo a contar una historia en la que salia a relucir una taza que ella habia roto y el temor de que su madre le pegara. La nina hablaba sin cesar.

Svidrigailof dedujo que se trataba de una nina a la que su madre no queria demasiado. Esta debia de ser una cocinera del barrio, tal vez del hotel mismo, aficionada a la bebida y que solia maltratar a la pobre criatura. La nina habia roto una taza y habia huido presa de terror. Sin duda habia estado vagando largo rato por la calle, bajo la fuerte lluvia, y al fin habia entrado en el hotel para refugiarse en aquel rincon, junto al armario, donde habia pasado la noche temblando de frio y de miedo ante la idea del duro castigo que le esperaba por su fechoria.

La cogio en sus brazos, la llevo a su habitacion, la puso en la cama y empezo a desnudarla. No llevaba medias y sus agujereados zapatos estaban tan empapados como si hubieran pasado una noche entera dentro del agua. Cuando le hubo quitado el vestido, la acosto y la tapo cuidadosamente con la ropa de la cama. La nina se durmio en seguida. Svidrigailof volvio a sus sombrios pensamientos.

"?Para que me habre metido en esto? -se dijo con una sensacion opresiva y un sentimiento de colera-. ?Que absurdo!"

Cogio la bujia para volver a buscar al mozo y marcharse cuanto antes.

"Es una golfilla", penso, anadiendo una palabrota, en el momento de abrir la puerta.

Pero volvio atras para ver si la nina dormia tranquilamente. Levanto el embozo con cuidado. La chiquilla estaba sumida en un placido sueno. Habia entrado en calor y sus palidas mejillas se habian coloreado. Pero, cosa extrana, el color de aquella carita era mucho mas vivo que el que vemos en los ninos ordinariamente.

"Es el color de la fiebre", penso Svidrigailof.

Aquella nina tenia el aspecto de haber bebido, de haberse bebido un vaso de vino entero. Sus purpureos labios parecian arder... ?Pero que era aquello? De pronto le parecio que las negras y largas pestanas de la nina oscilaban y se levantaban ligeramente. Los entreabiertos parpados dejaron escapar una mirada penetrante, maliciosa y que no tenia nada de infantil. ?Era que la nina fingia dormir? Si, no cabia duda. Su boquita sonrio y las comisuras de sus labios temblaron en un deseo reprimido de reir. Y he aqui que de improviso deja de contenerse y se rie francamente. Algo desvergonzado, provocativo, aparece en su rostro, que no es ya el rostro de una nina. Es la expresion del vicio en la cara de una prostituta. Y los ojos se

abren francamente, enteramente, y envuelven a Svidrigailof en una mirada ardiente y lasciva, de alegre invitacion... La carita infantil tiene un algo repugnante con su expresion de lujuria.

" ?Como es posible que a los cinco anos...? -piensa, horro-

rizado-. Pero ?que otra cosa puede ser?"

La nina vuelve hacia el su rostro ardiente y le tiende los brazos.

Svidrigailof lanza una exclamacion de espanto, levanta la mano, amenazador..., y en este momento se despierta.

Vio que seguia acostado, bien cubierto por las ropas de la cama. La vela no estaba encendida y en la ventana apuntaba la luz del amanecer.

"Me he pasado la noche en una continua pesadilla."

Se incorporo y advirtio, indignado, que tenia el cuerpo dolorido. En el exterior reinaba una espesa niebla que impedia ver nada. Eran cerca de las cinco. Habia dormido demasiado. Se levanto, se puso la americana y el abrigo, humedos todavia, palpo el revolver guardado en el bolsillo, lo saco y se aseguro de que la bala estaba bien colocada. Luego se sento ante la mesa, saco un cuaderno de notas y escribio en la primera pagina varias lineas en gruesos caracteres. Despues de leerlas, se acodo en la mesa y quedo pensativo. El revolver y el cuaderno de notas estaban sobre la mesa, cerca de el. Las moscas habian invadido el trozo de carne que habia quedado intacto. Las estuvo mirando un buen rato y luego empezo a cazarlas con la mano derecha. Al fin se asombro de dedicarse a semejante ocupacion en aquellos momentos; volvio en si, se estremecio y salio de la habitacion con paso firme. Un minuto despues estaba en la calle. Una niebla opaca y densa flotaba sobre la ciudad. Svidrigailof se dirigio al Pequeno Neva por el sucio y resbaladizo pavimento de madera, y mientras avanzaba veia con la imaginacion la crecida nocturna del rio, la isla Petrovski, con sus senderos empapados, su hierba humeda, sus sotos, sus macizos cargados de agua y, en fin, aquel arbol... Entonces, indignado consigo mismo, empezo a observar los edificios junto a los cuales pasaba, para desviar el curso de sus ideas.

La avenida estaba desierta: ni un peaton, ni un coche. Las casas bajas, de un amarillo intenso, con sus ventanas y sus postigos cerrados tenian un aspecto sucio y triste. El frio y la humedad penetraban en el cuerpo de Svidrigailof y lo estremecian. De vez en cuando veia un rotulo y lo leia detenidamente. Al fin termino el pavimento de madera y se encontro en las cercanias de un gran edificio de piedra. Entonces vio un perro horrible que cruzaba la calzada con el rabo entre piernas. En medio de la acera, tendido de bruces, habia un borracho. Lo miro un momento y continuo su camino.

A su izquierda se alzaba una torre.

"He aqui un buen sitio. ?Para que tengo que ir a la isla Petrovski? Aqui, por lo menos, tendre un testigo oficial."

Sonrio ante esta idea y se interno en la calle donde se alzaba el gran edificio coronado por la torre.

Apoyado en uno de los batientes de la maciza puerta principal, que estaba cerrada, habia un hombrecillo envuelto en un capote gris de soldado y con un casco en la cabeza. Su rostro expresaba esa arisca tristeza que es un rasgo secular en la raza judia.

Los dos se examinaron un momento en silencio. Al soldado acabo por parecerle extrano que aquel desconocido que no estaba borracho se hubiera detenido a tres pasos de el y le mirara sin decir nada.

-?Que quiere usted? -pregunto ceceando y sin hacer el menor movimiento.

-Nada, amigo mio -respondio Svidrigailof-. Buenos dias.

-Siga su camino.

-?Mi camino? Me voy al extranjero.

-?Al extranjero?

-A America.

-?A America?

Svidrigailof saco el revolver del bolsillo y lo preparo para disparar. El soldado arqueo las cejas.

-Oiga, aqui no quiero bromas -ceceo.

-?Por que?

-Porque no es lugar a proposito.

-El sitio es excelente, amigo mio. Si alguien te pregunta, tu le dices que me he marchado a America.

Y apoyo el canon del revolver en su sien derecha.

-?Eh, eh! -exclamo el soldado, abriendo aun mas los ojos y mirandole con una expresion de terror-. Ya le he dicho que este no es sitio para bromas.

Svidrigailof oprimio el gatillo.



VII

Aquel mismo dia, entre seis y siete de la tarde, Raskolnikof se dirigia a la vivienda de su madre y de su hermana. Ahora habitaban en el edificio Bakaleev, donde ocupaban las habitaciones recomendadas por Rasumikhine. La entrada de este departamento daba a la calle. Raskolnikof estaba ya muy cerca cuando empezo a vacilar. ?Entraria? Si, por nada del mundo volveria atras. Su resolucion era inquebrantable.

"No saben nada -penso-, y estan acostumbradas a considerarme como un tipo raro."

Tenia un aspecto lamentable: sus ropas estaban empapadas, sucias de barro, llenas de desgarrones. Tenia el rostro desfigurado por la lucha que se estaba librando en su interior desde hacia veinticuatro horas. Habia pasado la noche a solas consigo mismo Dios sabia donde. Pero habia tomado una decision y la cumpliria.

Llamo a la puerta. Le abrio su madre, pues Dunetchka habia salido. Tampoco estaba en casa la sirvienta. En el primer momento, Pulqueria Alejandrovna enmudecio de alegria. Despues le cogio de la mano y le hizo entrar.

-?Al fin! -exclamo con voz alterada por la emocion-. Perdoname, Rodia, que lo reciba derramando lagrimas como una tonta. No creas que lloro: estas lagrimas son de alegria. Te aseguro que no estoy triste, sino muy contenta, y cuando lo estoy no puedo evitar que los ojos se me llenen de lagrimas. Desde la muerte de yu padre, las derramo por cualquier cosa... Sientate, hijo: estas fatigado. ?Oh, como vas!

-Es que ayer me moje -dijo Raskolnikof.

-?Bueno, nada de explicaciones! -replico al punto Pulqueria Alejandrovna-. No te inquietes, que no te voy a abrumar con mil preguntas de mujer curiosa. Ahora ya lo comprendo todo, pues estoy iniciada en las costumbres de Petersburgo y ya veo que la gente de aqui es mas inteligente que la de nuestro pueblo. Me he convencido de que soy incapaz de seguirte en tus ideas y de que no tengo ningun derecho a pedirte cuentas... Sabe Dios los proyectos que tienes y los pensamientos que ocupan tu imaginacion... Por lo tanto, no quiero molestarte con mis preguntas. ?Que te parece...? ?Ah, que ridicula soy! No hago mas que hablar y hablar como una imbecil... Oye, Rodia: voy a leer por tercera vez aquel articulo que publicaste en una revista. Nos lo trajo Dmitri Prokofitch. Ha sido para mi una revelacion. "Ahi tienes, estupida, lo que piensa, y eso lo explica todo -me dije-. Todos los sabios son asi. Tiene ideas nuevas, y esas ideas le absorben mientras tu solo piensas en distraerlo y atormentarlo... En tu articulo hay muchas cosas que no comprendo, pero esto no tiene nada de extrano, pues ya sabes lo ignorante que soy.

-Ensename ese articulo, mama.

Raskolnikof abrio la revista y echo una mirada a su articulo. A pesar de su situacion y de su estado de animo, experimento el profundo placer que siente todo autor al ver su primer trabajo impreso, y sobre todo si el escritor es un joven de veintitres anos. Pero esta sensacion solo duro un momento. Despues de haber leido varias lineas, Rodia fruncio las cejas y sintio como si una garra le estrujara el corazon. La lectura de aquellas lineas le recordo todas las luchas que se habian librado en su alma durante los ultimos meses. Arrojo la revista sobre la mesa con un gesto de viva repulsion.

-Por estupida que sea, Rodia, puedo comprender que dentro de poco ocuparas uno de los primeros puestos, si no el primero de todos, en el mundo de la ciencia. ?Y pensar que creian que estabas loco! ?Ja, ja, ja! Pues esto es lo que sospechaban. ?Ah, miserables gusanos! No alcanzan a comprender lo que es la inteligencia. Hasta Dunetchka, si, hasta la misma Dunetchka parecia creerlo. ?Que me dices a esto...? Tu pobre padre habia enviado dos trabajos a una revista, primero unos versos, que tengo guardados y algun dia te ensenare, y despues una novela corta que copie yo misma. ?Como imploramos al cielo que los aceptaran! Pero no, los rechazaron. Hace unos dias, Rodia, me apenaba verte tan mal vestido y alimentado y viviendo en una habitacion tan misera, pero ahora me doy cuenta de que tambien esto era una tonteria, pues tu, con tu talento, podras obtener cuanto desees tan pronto como te lo propongas. Sin duda, por el momento te tienen sin cuidado estas cosas, pues otras mas importantes ocupan tu imaginacion.

-?Y Dunia, mama?

-No esta, Rodia. Sale muy a menudo, dejandome sola. Dmitri Prokofitch tiene la bondad de venir a hacerme compania y siempre me habla de ti. Te aprecia de veras. En cuanto a tu hermana, no puedo decir que me falten sus cuidados. No me quejo. Ella tiene su caracter y yo el mio. A ella le gusta tener secretos para mi y yo no quiero tenerlos para mis hijos. Claro que estoy convencida de que Dunetchka es demasiado inteligente para... Por lo demas, nos quiere... Pero no se como terminara todo esto. Ya ves que esta ausente durante esta visita tuya que me ha hecho tan feliz. Cuando vuelva le dire: "Tu hermano ha venido cuando tu no estabas en casa. ?Donde has estado?" Tu, Rodia, no te preocupes demasiado por mi. Cuando puedas, pasa a verme, pero si te es imposible venir, no te inquietes. Tendre paciencia, pues ya se que sigues queriendome, y esto me basta. Leere tus obras y oire hablar de ti a todo el mundo. De vez en cuando vendras a verme. ?Que mas puedo desear? Hoy, por ejemplo, has venido a consolar a tu madre...

Y Pulqueria Alejandrovna se echo de pronto a llorar.

-?Otra vez las lagrimas! No me hagas caso, Rodia: estoy loca.

Se levanto precipitadamente y exclamo:

-?Dios mio! Tenemos cafe y no te he dado. ?Lo que es el egoismo de las viejas! Un momento, un momento...

-No, mama, no me des cafe. Me voy en seguida. Escuchame, te ruego que me escuches.

Pulqueria Alejandrovna se acerco timidamente a su hijo. -Mama, ocurra lo que ocurra y oigas decir de mi lo que oigas, ?me seguiras queriendo como me quieres ahora? -pregunto Rodia, llevado de su emocion y sin medir el alcance de sus palabras.

-Pero, Rodia, ?que te pasa? ?Por que me haces esas preguntas? ?Quien se atrevera a decirme nada contra ti? Si alguien lo hiciera, me negaria a escucharle y le volveria la espalda.

-He venido a decirte que te he querido siempre y que soy feliz al pensar que no estas sola ni siquiera cuando Dunia se ausenta. Por desgraciada que seas, piensa que tu hijo te quiere mas que a si mismo y que todo lo que hayas podido pensar sobre mi crueldad y mi indiferencia hacia ti ha sido un error. Nunca dejare de quererte... Y basta ya. He comprendido que debia hablarte asi, darte esta explicacion.

Pulqueria Alejandrovna abrazo a su hijo y lo estrecho contra su corazon mientras lloraba en silencio.

-No se que te pasa, Rodia -dijo al fin-. Creia sencillamente que nuestra presencia te molestaba, pero ahora veo que te acecha una gran desgracia y que esta amenaza te llena de angustia. Hace tiempo que lo sospechaba, Rodia. Perdona que te hable de esto, pero no se me va de la cabeza e incluso me quita el sueno. Esta noche tu hermana ha sonado en voz alta y solo hablaba de ti. He oido algunas palabras, pero no he comprendido nada absolutamente. Desde esta manana me he sentido como el condenado a muerte que espera el momento de la ejecucion. Tenia el presentimiento de que ocurriria una desgracia, y ya ha ocurrido. Rodia, ?donde vas? Pues vas a emprender un viaje, ?verdad?

-Si.

-Me lo figuraba. Pero puedo acompanarte. Y Dunia tambien. Te quiere mucho. Ademas, puede venir con nosotros Sonia Simonovna. De buen grado la aceptaria como hija. Dmitri Prokofitch nos ayudara a hacer los preparativos... Pero dime: ?adonde vas?

-Adios.

-Pero ?te vas hoy mismo? --exclamo como si fuera a perder a su hijo para siempre.

-No puedo estar mas tiempo aqui. He de partir en seguida.

-?No puedo acompanarte?

-No. Arrodillate y ruega a Dios por mi. Tal vez te escuche.

-Deja que te de mi bendicion... Asi... ?Senor, Senor...!

Rodia se felicitaba de que nadie, ni siquiera su hermana, estuviera presente en aquella entrevista. De subito, tras aquel horrible periodo de su vida, su corazon se habia ablandado. Raskolnikof cayo a los pies de su madre y empezo a besarlos. Despues los dos se abrazaron y lloraron. La madre ya no daba muestras de sorpresa ni hacia pregunta alguna. Hacia tiempo que sospechaba que su hijo atravesaba una crisis terrible y comprendia que habia llegado el momento decisivo.

-Rodia, hijo mio, mi primer hijo -decia entre sollozos-, ahora te veo como cuando eras nino y venias a besarme y a ofrecerme tus caricias. Entonces, cuando aun vivia tu padre, tu presencia bastaba para consolarnos de nuestras penas. Despues, cuando el pobre ya habia muerto, ?cuantas veces lloramos juntos ante su tumba, abrazados como ahora! Si hace tiempo que no ceso de llorar es porque mi corazon de madre se sentia torturado por terribles presentimientos. En nuestra primera entrevista, la misma tarde de nuestra llegada a Petersburgo, tu cara me anuncio algo tan doloroso, que mi corazon se paralizo, y hoy, cuando te he abierto la puerta y te he visto, he comprendido que el momento fatal habia llegado. Rodia, ?verdad que no partes en seguida?

-No.

-?Volveras?

-Si.

-No te enfades, Rodia; no quiero interrogarte; no me atrevo a hacerlo. Pero quisiera que me dijeses una cosa: ?vas muy lejos?

-Si, muy lejos.

-?Tendras alli un empleo, una posicion?

-Tendre lo que Dios quiera. Ruega por mi.

Raskolnikof se dirigio a la puerta, pero ella lo cogio del brazo y lo miro desesperadamente a los ojos. Sus facciones reflejaban un espantoso sufrimiento.

-Basta, mama.

En aquel momento se arrepentia profundamente de haber ido a verla.

-No te vas para siempre, ?verdad? Vendras manana, ?no es cierto?

-Si, si. Adios.

Y huyo.

La tarde era tibia, luminosa. Pasada la manana, el tiempo se habia ido despejando. Raskolnikof deseaba volver a su casa cuanto antes. Queria dejarlo todo terminado antes de la puesta del sol y su mayor deseo era no encontrarse con nadie por el camino.

Al subir la escalera advirtio que Nastasia, ocupada en preparar el te en la cocina, suspendia su trabajo para seguirle con la mirada.

"?Habra alguien en mi habitacion?", se pregunto Raskolnikof, y penso en el odioso Porfirio.

Pero cuando abrio la puerta de su aposento vio a Dunetchka sentada en el divan. Estaba pensativa y debia de esperarle desde hacia largo rato. Rodia se detuvo en el umbral. Ella se estremecio y se puso en pie. Su inmovil mirada se fijo en su hermano: expresaba espanto y un dolor infinito. Esta mirada basto para que Raskolnikof comprendiera que Dunia lo sabia todo.

-?Debo entrar o marcharme? -pregunto el joven en un tono de desafio.

-He pasado el dia en casa de Sonia Simonovna. Alli te esperabamos las dos. Confiabamos en que vendrias.

Raskolnikof entro en la habitacion y se dejo caer en una silla, extenuado.

-Me siento debil, Dunia. Estoy muy fatigado y, sobre todo en este momento, necesitaria disponer de todas mis fuerzas.

El le dirigio de nuevo una mirada retadora.

-?Donde has pasado la noche? -pregunto Dunia.

-No lo recuerdo. Lo unico que me ha quedado en la memoria es que tenia el proposito de tomar una determinacion definitiva y paseaba a lo largo del Neva. Queria terminar, pero no me he decidido.

Al decir esto, miraba escrutadoramente a su hermana.

-?Alabado sea Dios! -exclamo Dunia-. Eso era precisamente lo que temiamos Sonia Simonovna y yo. Eso demuestra que aun crees en la vida. ?Alabado sea Dios!

Raskolnikof sonrio amargamente.

-No creo en la vida. Pero hace un momento he hablado con nuestra madre y nos hemos abrazado llorando. Soy un incredulo, pero le he pedido que rezara por mi. Solo Dios sabe como ha podido suceder esto, Dunetchka, pues yo no comprendo nada.

-?Como? ?Has estado hablando con nuestra madre? -exclamo Dunetchka, aterrada-. ?Habras sido capaz de decirselo todo?

-No, yo no le he dicho nada claramente; pero ella sabe muchas cosas. Te ha oido sonar en voz alta la noche pasada. Estoy seguro de que esta enterada de buena parte del asunto. Tal vez he hecho mal en ir a verla. Ni yo mismo se por que he ido. Soy un hombre vil, Dunia.

-Si, pero dispuesto a ir en busca de la expiacion. Porque iras, ?verdad?

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Re: Достоевский Ф. М. - Преступление и наказание на испанском языке

-Si: ire en seguida. Para huir de este deshonor estaba dispuesto a arrojarme al rio, pero en el momento en que iba a hacerlo me dije que siempre me habia considerado como un hombre fuerte y que un hombre fuerte no debe temer a la verguenza. ?Es esto un acto de valor, Dunia?

-Si, Rodia.

En los turbios ojos de Raskolnikof fulguro una especie de relampago. Se sentia feliz al pensar que no habia perdido la arrogancia.

-No creas, Dunia, que tuve miedo a morir ahogado -dijo, mirando a su hermana con una sonrisa horrible.

-?Basta, Rodia! -exclamo la joven con un gesto de dolor.

Hubo un largo silencio. Raskolnikof tenia la mirada fija en el suelo. Dunetchka, en pie al otro lado de la mesa, le miraba con una expresion de amargura indecible. De pronto, Rodia se levanto.

-Es ya tarde. Tengo que ir a entregarme. Aunque no se por que lo hago.

Gruesas lagrimas rodaban por las mejillas de Dunia.

-Estas llorando, hermana mia. Pero me pregunto si querras darme la mano.

-?Lo dudas?

Lo estrecho fuertemente contra su pecho.

-Al ir a ofrecerte a la expiacion, ?acaso no borraras la mitad de tu crimen? -exclamo, cerrando mas todavia el cerco de sus brazos y besando a Rodia.

-?Mi crimen? ?Que crimen? -exclamo el joven en un repentino acceso de furor-. ?El de haber matado a un gusano venenoso, a una vieja usurera que hacia dano a todo el mundo, a un vampiro que chupaba la sangre a los necesitados? Un crimen asi basta para borrar cuarenta pecados. No creo haber cometido ningun crimen y no trato de expiarlo. ?Por que me han de gritar por todas partes: " ?Has cometido un crimen! "? Ahora que me he decidido a afrontar este vano deshonor me doy cuenta de lo absurdo de mi proceder. Solo por cobardia y por debilidad voy a dar este paso..., o tal vez por el interes de que me hablo Porfirio.

-Pero ?que dices, Rodia? -exclamo Dunia, consternada-. Has derramado sangre.

-Sangre..., sangre... -exclamo el joven con creciente vehemencia-. Todo el mundo la ha derramado. La sangre ha corrido siempre en oleadas sobre la tierra. Los hombres que la vierten como el agua obtienen un puesto en el Capitolio y el titulo de bienhechores de la humanidad. Analiza un poco las cosas antes de juzgarlas. Yo deseaba el bien de la humanidad, y centenares de miles de buenas acciones habrian compensado ampliamente esta unica necedad, mejor dicho, esta torpeza, pues la idea no era tan necia como ahora parece. Cuando fracasan, incluso los mejores proyectos parecen estupidos. Yo pretendia solamente obtener la independencia, asegurar mis primeros pasos en la vida. Despues lo habria reparado todo con buenas acciones de gran alcance. Pero fracase desde el primer momento, y por eso me consideran un miserable. Si hubiese triunfado, me habrian tejido coronas; en cambio, ahora creen que solo sirvo para que me echen a los perros.

-Pero ?que dices, Rodia?

-Me someto a la etica, pero no comprendo en modo alguno por que es mas glorioso bombardear una ciudad sitiada que asesinar a alguien a hachazos. El respeto a la etica es el primer signo de impotencia. Jamas he estado tan convencido de ello como ahora. No puedo comprender, y cada vez lo comprendo menos, cual es mi crimen.

Su rostro, ajado y palido, habia tomado color, pero, al pronunciar estas ultimas palabras, su mirada se cruzo casualmente con la de su hermana y leyo en ella un sufrimiento tan espantoso, que su exaltacion se desvanecio en un instante. No pudo menos de decirse que habia hecho desgraciadas a aquellas dos pobres mujeres, pues no cabia duda de que el era el causante de sus sufrimientos.

-Querida Dunia, si soy culpable, perdoname..., aunque esto es imposible si soy verdaderamente un criminal... Adios; no discutamos mas. Tengo que marcharme en seguida. Te ruego que no me sigas. Tengo que pasar todavia por casa de ... Ve a hacer compania a nuestra madre, te lo suplico. Es el ultimo ruego que te hago. No la dejes sola. La he dejado hundida en una angustia a la que dificilmente se podra sobreponer. Se morira o perdera la razon. No te muevas de su lado. Rasumikhine no os abandonara. He hablado con el. No te aflijas. Me esforzare por ser valeroso y honrado durante toda mi vida, aunque sea un asesino. Es posible que oigas hablar de mi todavia. Ya veras como no tendreis que avergonzaros de mi. Todavia intentare algo. Y ahora, adios.

Se habia despedido apresuradamente, al advertir una extrana expresion en los ojos de Dunia mientras le hacia sus ultimas promesas.

-?Por que lloras? No llores, Dunia, no llores: algun dia nos volveremos a ver... ?Ah, espera! Se me olvidaba.

Se acerco a la mesa, cogio un grueso y empolvado libro, lo abrio y saco un pequeno retrato pintado a la acuarela sobre una lamina de marfil. Era la imagen de la hija de su patrona, su antigua prometida, aquella extrana joven que sonaba con entrar en un convento y que habia muerto consumida por la fiebre. Observo un momento aquella carita doliente, la beso y entrego el retrato a Dunia.

-Le hable muchas veces de "eso". Solo a ella le hable -dijo, recordando-. Le confie gran parte de mi proyecto, del plan que tuvo un resultado tan lamentable. Pero tranquilizate, Dunia: ella se rebelo contra este acto como te has rebelado tu. Ahora celebro que haya muerto.

Despues volvio a sus inquietudes.

-Lo mas importante es saber si he pensado bien en el paso que voy a dar y que motivara un cambio completo de mi vida. ?Estoy preparado para sufrir las consecuencias de la resolucion que voy a llevar a cabo? Me dicen que es necesario que pase por ese trance. Pero ?es realmente preciso? ?De que me serviran esos absurdos sufrimientos? ?Que vigor habre adquirido y que necesidad tendre de vivir cuando haya salido del presidio destrozado por veinte anos de penalidades? ?Y por que he de entregarme ahora voluntariamente a semejante vida...? Bien me he dado cuenta esta manana de que era un cobarde cuando vacilaba en arrojarme al Neva.

Al fin se marcharon. Durante esta escena, solo el carino que sentia por su hermano habia podido sostener a Dunia.

Se separaron, pero Dunetchka, despues de haber recorrido no mas de cincuenta pasos, se volvio para mirar a su hermano por ultima vez. Y el, cuando llego a la esquina, se volvio tambien. Sus miradas se cruzaron, y Raskolnikof, al ver los ojos de su hermana fijos en el, hizo un ademan de impaciencia, incluso de colera, invitandola a continuar su camino.

" Soy duro, soy malo; no me cabe duda -se dijo avergonzado de su brusco ademan-; pero ?por que me quieren tanto si no lo merezco? ?Ah, si yo hubiera estado solo, sin ningun afecto y sin sentirlo por nadie! Entonces todo habria sido distinto. Me gustaria saber si en quince o veinte anos me convertire en un hombre tan humilde y resignado que venga a lloriquear ante toda esa gente que me llama canalla. Si, asi me consideran; por eso quieren enviarme a presidio; no desean otra cosa... Miradlos llenando las calles en interminables oleadas. Todos, desde el primero hasta el ultimo, son unos miserables, unos canallas de nacimiento y, sobre todo, unos idiotas. Si alguien intentara librarme del presidio, sentirian una indignacion rayana en la ferocidad. ?Como los odio! "

Cayo en un profundo ensimismamiento. Se pregunto si llegaria realmente un dia en que se someteria ante todos y aceptaria su propia suerte sin razonar, con una resignacion y una humildad sinceras.

"?Por que no? -se dijo- Un yugo de veinte anos ha de terminar por destrozar a un hombre. La gota de agua horada la piedra. ?Y para que vivir, para que quiero yo la vida, sabiendo que las cosas han de ocurrir de este modo? ?Por que voy a entregarme cuando estoy convencido de que todo ha de pasar asi y no puedo esperar otra cosa?"

Mas de cien veces se habia hecho esta pregunta desde el dia anterior. Sin embargo, continuaba su camino.



VIII

Caia la tarde cuando llego a casa de Sonia Simonovna. La joven le habia estado esperando todo el dia, presa de una angustia espantosa. Dunia habia compartido esta ansiedad. Al recordar que el dia anterior Svidrigailof le habia dicho que Sonia Simonovna lo sabia todo, Dunetchka habia ido a verla aquella misma manana. No entraremos en detalles sobre la conversacion que sostuvieron las dos mujeres, las lagrimas que derramaron ni la amistad que nacio entre ellas.

En esta entrevista, Dunia obtuvo el convencimiento de que su hermano no estaria nunca solo. Sonia habia sido la primera en recibir su confesion: Rodia se habia dirigido a ella cuando sintio la necesidad de confiar su secreto a un ser humano. A cualquier parte que el destino le llevara, ella le seguiria. Avdotia Romanovna no habia interrogado sobre este punto a Sonetchka, pero estaba segura de que procederia asi. Miraba a la muchacha con una especie de veneracion que la confundia. La pobre Sonia, que se consideraba indigna de mirar a Dunia, se sentia tan avergonzada, que poco faltaba para que se echase a llorar. Desde el dia en que se vieron en casa de Raskolnikof, la imagen de la encantadora muchacha que tan humildemente la habia saludado habia quedado grabada en el alma de Dunia como una de las mas bellas y puras que habia visto en su vida.

Al fin, Dunetchka, incapaz de seguir conteniendo su impaciencia, habia dejado a Sonia y se habia dirigido a casa de su hermano para esperarlo alli, segura de que al fin llegaria.

Apenas volvio a verse sola, Sonia sintio una profunda intranquilidad ante la idea de que Raskolnikof podia haberse suicidado. Este temor atormentaba tambien a Dunia. Durante todo el dia, mientras estuvieron juntas, se habian dado mil razones para rechazar semejante posibilidad y habian conseguido conservar en parte la calma, pero apenas se hubieron separado, la inquietud renacio por entero en el corazon de una y otra. Sonia se acordo de que Svidrigailof le habia dicho que Raskolnikof solo tenia dos soluciones: Siberia o... Por otra parte, sabia que Rodia tenia un orgullo desmedido y carecia de sentimientos religiosos.

"?Es posible que se resigne a vivir solo por cobardia, por temor a la muerte?", se pregunto de pie junto a la ventana y mirando tristemente al exterior.

Solo veia la gran pared, ni siquiera blanqueada, de la casa de enfrente. Al fin, cuando ya no abrigaba la menor duda acerca de la muerte del desgraciado, este aparecio.

Un grito de alegria se escapo del pecho de Sonia, pero cuando hubo observado atentamente la cara de Raskolnikof, la joven palidecio.

-Aqui me tienes, Sonia -dijo Rodion Romanovitch con una sonrisa de burla-. Vengo en busca de tus cruces. Tu misma me enviaste a confesar mi delito publicamente por las esquinas. ?Por que tienes miedo ahora?

Sonia le miraba con un gesto de estupor. Su acento le parecia extrano. Un estremecimiento glacial le recorrio todo el cuerpo. Pero en seguida advirtio que aquel tono, e incluso las mismas palabras, era una ficcion de Rodia. Ademas, Raskolnikof, mientras le hablaba, evitaba que sus ojos se encontraran con los de ella.

-He pensado, Sonia, que, en interes mio, debo obrar asi, pues hay una circunstancia que... Pero esto seria demasiado largo de contar, demasiado largo y, ademas, inutil. Pero me ocurre una cosa: me irrita pensar que dentro de unos instantes todos esos brutos me rodearan, fijaran sus ojos en mi y me haran una serie de preguntas necias a las que tendre que contestar. Me apuntaran con el dedo... No ire a ver a Porfirio. Lo tengo atragantado. Prefiero presentarme a mi amigo el "teniente Polvora". Se quedara boquiabierto. Sera un golpe teatral. Pero necesitare serenarme: estoy demasiado nervioso en estos ultimos tiempos. Aunque te parezca mentira, acabo de levantar el puno a mi hermana porque se ha vuelto para verme por ultima vez. Es una verguenza sentirse tan vil. He caido muy bajo... Bueno, ?donde estan esas cruces?

Raskolnikof estaba fuera de si. No podia permanecer quieto un momento ni fijar su pensamiento en ninguna idea. Su mente pasaba de una cosa a otra en repentinos saltos. Empezaba a desvariar y sus manos temblaban ligeramente.

Sonia, sin desplegar los labios, saco de un cajon dos cruces, una de madera de cipres y la otra de cobre. Luego se santiguo, bendijo a Rodia y le colgo del cuello la cruz de madera.

-En resumidas cuentas, esto significa que acabo de cargar con una cruz. ?Je, je! Como si fuera poco lo que he sufrido hasta hoy... Una cruz de madera, es decir, la cruz de los pobres. La de cobre, que pertenecio a Lisbeth, te la quedas para ti. Dejame verla. Lisbeth debia de llevarla en aquel momento. ?Verdad que la llevaba? Recuerdo otros dos objetos: una cruz de plata y una pequena imagen. Las arroje sobre el pecho de la vieja. Eso es lo que debia llevar ahora en mi cuello... Pero no digo mas que tonterias y me olvido de las cosas importantes. ?Estoy tan distraido! Oye, Sonia, he venido solo para prevenirte, para que lo sepas todo... Para eso y nada mas... Pero no, creo que queria decirte algo mas... Tu misma has querido que diera este paso. Ahora me meteran en la carcel y tu deseo se habra cumplido... Pero ?por que lloras? ?Bueno, basta ya! ?Que enojoso es todo esto!

Sin embargo, las lagrimas de Sonia le habian conmovido; sentia una fuerte presion en el pecho.

"Pero ?que razon hay para que este tan apenada? -penso-. ?Que soy yo para ella? ?Por que llora y quiere acompanarme, por lejos que vaya, como si fuera mi hermana o mi madre? ?Querra ser mi criada, mi ninera...?u

-Santiguate... Di al menos unas cuantas palabras de alguna oracion -suplico la muchacha con voz humilde y temblorosa.

-Lo hare. Rezare tanto como quieras. Y de todo corazon, Sonia, de todo corazon.

Pero no era exactamente esto lo que queria decir.

Hizo varias veces la senal de la cruz. Sonia cogio su chal y se envolvio con el la cabeza. Era un chal de pano verde, seguramente el mismo del que hablara Marmeladof en cierta ocasion y que servia para toda la familia. Raskolnikof penso en ello, pero no hizo pregunta alguna. Empezaba a sentirse incapaz de fijar su atencion. Una turbacion creciente le dominaba, y, al advertirlo, sintio una profunda inquietud. De pronto observo, sorprendido, que Sonia se disponia a acompanarle.

-?Que haces? ?Adonde vas? No, no; quedate; ire solo -dijo, irritado, mientras se dirigia a la puerta-. No necesito acompanamiento -gruno al cruzar el umbral.

Sonia permanecio inmovil en medio de la habitacion. Rodia ni siquiera le habia dicho adios: se habia olvidado de ella. Un sentimiento de duda y de rebeldia llenaba su corazon.

"?Debo hacerlo? -se pregunto mientras bajaba la escalera-. ?No seria preferible volver atras, arreglar las cosas de otro modo y no ir a entregarme?

Pero continuo su camino, y de pronto comprendio que la hora de las vacilaciones habia pasado.

Ya en la calle, se acordo de que no habia dicho adios a Sonia y de que la joven, con el chal en la cabeza, habia quedado clavada en el suelo al oir su grito de furor... Este pensamiento lo detuvo un instante, pero pronto surgio con toda claridad en su mente una idea que parecia haber estado rondando vagamente su cerebro en espera de aquel momento para manifestarse.

"?Para que he ido a su casa? Le he dicho que iba por un asunto. Pero ?que asunto? No tengo ninguno. ?Para anunciarle que iba a presentarme? ?Como si esto fuera necesario! ?Sera que la amo? No puede ser, puesto que acabo de rechazarla como a un perro. ?Acaso tenia yo alguna necesidad de la cruz? ?Que bajo he caido! Lo que yo necesitaba eran sus lagrimas, lo que queria era recrearme ante la expresion de terror de su rostro y las torturas de su desgarrado corazon. Ademas, deseaba aferrarme a cualquier cosa para ganar tiempo y contemplar un rostro humano... ?Y he osado enorgullecerme, creerme llamado a un alto destino! ?Que miserable y que cobarde soy!

Avanzaba a lo largo del malecon del canal y ya estaba muy cerca del termino de su camino. Pero al llegar al puente se detuvo, vacilo un momento y, de pronto, se dirigio a la plaza del Mercado.

Miraba avidamente a derecha e izquierda. Se esforzaba por examinar atentamente las cosas mas insignificantes que encontraba en su camino, pero no podia fijar la atencion: todo parecia huir de su mente.

" Dentro de una semana o de un mes -se dijo- volvere a pasar este puente en un coche celular... ?Como mirare entonces el canal? ?Volvere a fijarme en el rotulo que ahora estoy leyendo? En el veo la palabra "Compania". ?Leere las letras una a una como ahora? Esa "a" que ahora estoy viendo, ?me parecera la misma dentro de un mes? ?Que sentire cuando la mire? ?Que pensare entonces? ?Dios mio, que mezquinas son estas preocupaciones...! Verdaderamente, todo esto debe de ser curioso... dentro de su genero... ?Ja, ja, ja! ?Que cosas se me ocurren! Estoy haciendo el nino y me gusta mostrarme asi a mi mismo... ?Por que he de avergonzarme de mis pensamientos...? ?Que barahunda...! Ese gordinflon, que sin duda es aleman, acaba de empujarme, pero ?que lejos esta de saber a quien ha empujado! Esa mujer que tiene un nino en brazos y pide limosna me cree, no cabe duda mas feliz que ella. Seria chocante que pudiera socorrerla... ?Pero si llevo cinco kopeks en el bolsillo! ?Como diablo habran venido a parar aqui?"

-Toma, hermana.

-Que Dios se lo pague -dijo con voz lastimera la mendiga.

Llego a la plaza del Mercado. Estaba llena de gente. Le molestaba codearse con aquella multitud, si, le molestaba profundamente, pero no por eso dejaba de dirigirse a los lugares donde la muchedumbre era mas compacta. Habria dado cualquier cosa por estar solo, pero, al mismo tiempo, se daba cuenta de que no podria soportar la soledad un solo instante. En medio de la multitud, un borracho se entregaba a las mayores extravagancias: intentaba bailar, pero lo unico que conseguia era caer. Los curiosos le habian rodeado. Raskolnikof se abrio paso entre ellos y llego a la primera fila. Estuvo contemplando un momento al borracho y, de pronto, se echo a reir convulsivamente. Poco despues se olvido de todo. Estuvo aun un momento mirando al hombre bebido y luego se alejo del grupo sin darse cuenta del lugar donde se hallaba. Pero, al llegar al centro de la plaza, le asalto una sensacion que se apodero de todo su ser.

Acababa de acordarse de estas palabras de Sonia: " Ve a la primera esquina, saluda a la gente, besa la tierra que has mancillado con tu crimen y di en voz alta, para que todo el mundo te oiga: "?Soy un asesino!"

Ante este recuerdo empezo a temblar de pies a cabeza. Estaba tan aniquilado por las inquietudes de los dias ultimos y, sobre todo, de las ultimas horas, que se abandono avidamente a la esperanza de una sensacion nueva, fuerte y profunda. La sensacion se apodero de el con tal fuerza, que sacudio su cuerpo, ilumino su corazon como una centella y al punto se convirtio en fuego devorador. Una inmensa ternura se adueno de el; las lagrimas brotaron de sus ojos. Sin vacilar, se dejo caer de rodillas en el suelo, se inclino y beso la tierra, el barro, con verdadero placer. Despues se levanto y en seguida volvio a arrodillarse.

-?Este ha bebido lo suyo! -dijo un joven que pasaba cerca.

El comentario fue acogido con grandes carcajadas.

-Es un peregrino que parte para Tierra Santa, hermanos -dijo otro, que habia bebido mas de la cuenta-, y que se despide de sus amados hijos y de su patria. Saluda a todos y besa el suelo patrio en su capital, San Petersburgo.

-Es todavia joven -observo un tercero.

-Es un noble -dijo una voz grave.

-Hoy en dia es imposible distinguir a los nobles de los que no lo son.

Estos comentarios detuvieron en los labios de Raskolnikof las palabras "Soy un asesino" que se disponia a pronunciar. Sin embargo, soporto con gran calma las burlas de la multitud, se levanto y, sin volverse, echo a andar hacia la comisaria.

Pronto aparecio alguien en su camino. No se asombro, porque lo esperaba. En el momento en que se habia arrodillado por segunda vez en la plaza del Mercado habia visto a Sonia a su izquierda, a unos cincuenta pasos. Trataba de pasar inadvertida para el, ocultandose tras una de las barracas de madera que habia en la plaza. Comprendio que queria acompanarle mientras subia su Calvario.

En este momento se hizo la luz en la mente de Raskolnikof. Comprendio que Sonia le pertenecia para siempre y que le seguiria a todas partes, aunque su destino le condujera al fin del mundo. Este convencimiento le trastorno, pero en seguida advirtio que habia llegado al termino fatal de su camino.

Entro en el patio con paso firme. Las oficinas de la comisaria estaban en el tercer piso.

"El tiempo que tarde en subir me pertenece", se dijo.

El minuto fatidico le parecia lejano. Aun tendria tiempo de pensarlo bien.

Encontro la escalera como la vez anterior: cubierta de basuras y llena de los olores infectos que salian de las cocinas cuyas puertas se abrian sobre los rellanos. Raskolnikof no habia vuelto a la comisaria desde su primera visita. Sus piernas se negaban a obedecerle y le impedian avanzar. Se detuvo un momento para tomar aliento, recobrarse y entrar como un hombre.

"Pero ?por que he de preocuparme del modo de entrar? -se pregunto de pronto-. De todas formas, he de apurar la copa. ?Que importa, pues, el modo de bebermela? Cuanto mas amargue el contenido, mas merito tendra mi sacrificio."

Penso de pronto en Ilia Petrovitch, el "teniente Polvora".

"Pero ?es que solo con el puedo hablar? ?Acaso no podria dirigirme a otro, a Nikodim Fomitch, por ejemplo? ?Y si volviera atras y fuese a visitar al comisario de policia en su domicilio? Entonces la escena se desarrollaria de un modo menos oficial y menos... No, no; me enfrentare con el "teniente Polvora". Puesto que hay que beberse la copa, me la bebere de una vez."

Y presa de un frio de muerte, con movimientos casi inconscientes, Raskolnikof abrio la puerta de la comisaria.

Esta vez solo vio en la antecamara un ordenanza y un hombre del pueblo. Ni siquiera aparecio el gendarme de guardia. Raskolnikof paso a la pieza inmediata.

"A lo mejor, no puedo decir nada todavia", penso.

Un empleado que vestia de paisano y no el uniforme reglamentario escribia inclinado sobre su mesa. Zamiotof no estaba. El comisario, tampoco.

-?No hay nadie? -pregunto al escribiente.

-?A quien quiere ver?

En esto se dejo oir una voz conocida.

-No necesito oidos ni ojos: cuando llega un ruso, percibo por instinto su presencia..., como dice el cuento. Encantado de verle.

Raskolnikof empezo a temblar. El "teniente Polvora" estaba ante el. Habia salido de pronto de la tercera habitacion.

" Es el destino -penso Raskolnikof-. ?Que hace este hombre aqui?"

-?Viene usted a vernos? ?Con que objeto?

Parecia estar de excelente humor y bastante animado.

-Si ha venido usted por algun asunto del despacho -continuo-, es demasiado temprano. Yo estoy aqui por casualidad... Digame: ?puedo serle util en algo? Le aseguro, senor... ?Caramba no me acuerdo del apellido! Perdoneme...

-Raskolnikof.

-?Ah, si! Raskolnikof. Lo siento, pero se me habia ido de la memoria... Le ruego que me perdone, Rodion Ro... Ro... Rodionovitch, ?no?

-Rodion Romanovitch.

-?Eso es: Rodion Romanovitch! Lo tenia en la punta de la lengua. He procurado tener noticias de usted con frecuencia. Le aseguro que he lamentado profundamente nuestro comportamiento con usted hace unos dias. Despues supe que era usted escritor, incluso un sabio, en el principio de su carrera. ?Y que escritor joven no ha empezado por...? Tanto mi mujer como yo somos aficionados a la lectura. Pero mi mujer me aventaja: siente verdadera pasion, una especie de locura, por las letras y las artes... Excepto la nobleza de sangre, todo lo demas puede adquirirse por medio del talento, el genio, la sabiduria, la inteligencia. Fijemonos, por ejemplo, en un sombrero. ?Que es un sombrero? Sencillamente, una cosa que se puede comprar en casa de Zimmermann. Pero lo que queda debajo del sombrero, usted no lo podra comprar... Le aseguro que incluso estuve a punto de ir a visitarlo, pero me dije que... Bueno, a todo esto no le he preguntado que es lo que desea... Su familia esta en Petersburgo, ?verdad?

-Si, mi madre y mi hermana.

-Incluso he tenido el honor y el placer de conocer a su hermana, persona tan encantadora como instruida. Le confieso que lamento profundamente nuestro altercado. En cuanto a las conjeturas que hicimos sobre su desvanecimiento, todo ha quedado explicado de un modo que no deja lugar a dudas. Fue una ofuscacion, un desatino. Su indignacion es muy explicable... ?Se va usted a mudar a causa de la llegada de su familia?

-No, no; no es eso. Yo venia para... Creia que encontraria aqui a Zamiotof.

-Ya comprendo. He oido decir que eran ustedes amigos. Pues bien, ya no esta aqui. Desde anteayer nos vemos privados de sus servicios. Discutio con nosotros y estuvo bastante grosero. Habiamos fundado ciertas esperanzas en el, pero ?vaya usted a entenderse con nuestra brillante juventud! Se le ha metido en la cabeza presentarse a unos examenes solo para poder darse importancia. No tiene nada en comun con usted ni con su amigo el senor Rasumikhine. Ustedes viven para la ciencia, y los reveses no pueden abatirlos. Las diversiones no son nada para ustedes. Nihil esi, como dicen. Ustedes llevan una vida austera, monastica, y un libro, una pluma en la oreja, una indagacion cientifica, bastan para hacerlos felices. Incluso yo, hasta cierto punto... ?Ha leido usted las Memorias de Livinstone?

-No.

-Yo si que las he leido. Desde hace algun tiempo, el numero de nihilistas ha aumentado considerablemente. Esto es muy comprensible si uno piensa en la epoca que atravesamos. Pero le digo esto porque... Usted no es nihilista, ?verdad? Respondame francamente.

-No lo soy.

-Sea franco, tan franco como lo seria con usted mismo. La obligacion es una cosa, y otra la... Creia usted que iba a decir la "amistad", ?verdad? Pues se ha equivocado: no iba a decir la amistad, sino el sentimiento de hombre y de ciudadano, un sentimiento de humanidad y de amor al Altisimo. Yo soy un personaje oficial, un funcionario, pero no por eso debo ser menos ciudadano y menos hombre... Hablabamos de Zamiotof, ?verdad? Pues bien, Zamiotof es un muchacho que quiere imitar a los franceses de vida disipada. Despues de beberse un vaso de champan o de vino del Don en un establecimiento de mala fama, empieza a alborotar. Asi es su amigo Zamiotof. Estuve tal vez un poco fuerte con el, pero es que me deje llevar de mi celo por los intereses del servicio. Por otra parte, yo desempeno cierto papel en la sociedad, tengo una categoria, una posicion. Ademas, estoy casado, soy padre de familia y cumplo mis deberes de hombre y de ciudadano. En cambio, el ?que es? Permitame que se lo pregunte. Me dirijo a usted como a un hombre ennoblecido por la educacion. ?Y que me dice de las comadronas?. Tambien se han multiplicado de un modo exorbitante...

Raskolnikof arqueo las cejas y miro al oficial con una expresion de desconcierto. La mayoria de las palabras de aquel hombre, que evidentemente acababa de levantarse de la mesa, carecian para el de sentido. Sin embargo, comprendio parte de ellas y observaba a su interlocutor con una interrogacion muda en los ojos, preguntandose adonde le queria llevar.

-Me refiero a esas muchachas de cabellos cortos -continuo el inagotable Ilia Petrovitch-. Las llamo a todas comadronas y considero que el nombre les cuadra admirablemente. ?Je, je! Se introducen en la escuela de Medicina y estudian anatomia. Pero le aseguro que si caigo enfermo, no me dejare curar por ninguna de ellas. ?Je, je!

Ilia Petrovitch se reia, encantado de su ingenio.

-Admito que todo eso es solamente sed de instruccion; pero ?por que entregarse a ciertos excesos? ?Por que insultar a las personas de elevada posicion, como hace ese tunante de Zamiotof? ?Por que me ha ofendido a mi, pregunto yo...? Otra epidemia que hace espantosos estragos es la del suicidio. Se comen hasta el ultimo centimo que tienen y despues se matan. Muchachas, hombres jovenes, viejos, se quitan la vida. Por cierto que acabamos de enterarnos de que un senor que llego hace poco de provincias se ha suicidado. Nil Pavlovitch, ?eh, Nil Pavlovitch! ?Como se llama ese caballero que se ha levantado la tapa de los sesos esta manana?

-Svidrigailof -respondio una voz ronca e indiferente desde la habitacion vecina.

Raskolnikof se estremecio.

-?Svidrigailof? ?Se ha matado Svidrigailof?--exclamo.

-?Como? ?Le conocia usted?

-Si... Habia llegado hacia poco.

-En efecto. Habia perdido a su mujer. Era un hombre dado a la crapula. Y de pronto se suicida. ?Y de que modo! No se lo puede usted imaginar... Ha dejado unas palabras escritas en un bloc de notas, declarando que moria por su propia voluntad y que no se debia culpar a nadie de su muerte. Dicen que tenia dinero. ?Como es que lo conoce usted?

-?Yo? Pues... Mi hermana fue institutriz en su casa.

-Entonces, usted puede facilitarnos datos sobre el. ?Sospechaba usted sus propositos?

-Le vi ayer. Estaba bebiendo champan. No observe en el nada anormal.

Raskolnikof tenia la impresion de que habia caido un peso enorme sobre su pecho y lo aplastaba.

-Otra vez se ha puesto usted palido. ?Esta tan cargada la atmosfera en estas oficinas!

-Si -murmuro Raskolnikof-. Me marcho. Perdoneme por haberle molestado.

-No diga usted eso. Estoy siempre a su disposicion. Su visita ha sido para mi una verdadera satisfaccion.

Y tendio la mano a Rodion Romanovitch.

30

Re: Достоевский Ф. М. - Преступление и наказание на испанском языке

-Solo queria ver a Zamiotof.

-Comprendido. Encantado de su visita.

-Yo tambien... he tenido mucho gusto en verle -dijo Raskolnikof con una sonrisa-. Usted siga bien.

Salio de la comisaria con paso vacilante. La cabeza le daba vueltas. Le costaba gran trabajo mantenerse sobre sus piernas. Empezo a bajar la escalera apoyandose en la pared. Le parecio que un ordenanza que subia a la comisaria tropezo con el; que, al llegar al primer piso, oyo ladrar a un perro, y vio que una mujer le arrojaba un rodillo de pasteleria mientras le gritaba para hacerle callar. Al fin llego a la planta baja y salio a la calle. Entonces vio a Sonia. Estaba cerca del portal, y, palida como una muerta, le miraba con una expresion de extravio. Raskolnikof se detuvo ante ella. Una sombra de sufrimiento y desesperacion paso por el semblante de la joven. Enlazo las manos, y una sonrisa que no fue mas que una mueca le torcio los labios. Rodia permanecio un instante inmovil. Luego sonrio amargamente y volvio a subir a la comisaria.

Ilia Petrovitch, sentado a su mesa, hojeaba un monton de papeles. El mujik que acababa de tropezar con Raskolnikof estaba de pie ante el.

-?Usted otra vez? ?Se le ha olvidado algo? ?Que le pasa?

Con los labios amoratados y la mirada inmovil, Raskolnikof se acerco lentamente a la mesa de Ilia Petrovitch, apoyo la mano en ella e intento hablar, pero ni una sola palabra salio de sus labios: solo pudo proferir sonidos inarticulados.

-?Se siente usted mal? ?Una silla! Sientese. ?Traigan agua!

Raskolnikof se dejo caer en la silla sin apartar los ojos del rostro de Ilia Petrovitch, donde se leia una profunda sorpresa. Durante un minuto, los dos se miraron en silencio. Trajeron agua.

-Fui yo... -empezo a decir Raskolnikof.

-Beba.

El joven rechazo el vaso y, en voz baja y entrecortada, pero con toda claridad, hizo la siguiente declaracion:

-Fui yo quien asesino a hachazos, para robarles, a la vieja prestamista y a su hermana Lisbeth.

Ilia Petrovitch abrio la boca. Acudio gente de todas partes. Raskolnikof repitio su confesion.





EPILOGO

I

Ln Siberia. O orillas de un ancho rio que discurre por tierras desiertas hay una ciudad, uno de los centros administrativos de Rusia. La ciudad contiene una fortaleza, y la fortaleza, una prision. En este presidio esta desde hace nueve meses el condenado a trabajos forzados de la segunda categoria Rodion Raskolnikof. Cerca de ano y medio ha transcurrido desde el dia en que cometio su crimen. La instruccion de su proceso no tropezo con dificultades. El culpable repitio su confesion con tanta energia como claridad, sin embrollar las circunstancias, sin suavizar el horror de su perverso acto, sin alterar la verdad de los hechos, sin olvidar el menor incidente. Relato con todo detalle el asesinato y aclaro el misterio del objeto encontrado en las manos de la vieja, que era, como se recordara, un trocito de madera unido a otro de hierro. Explico como habia cogido las llaves del bolsillo de la muerta y describio minuciosamente tanto el cofre al que las llaves se adaptaban como su contenido.

Incluso enumero algunos de los objetos que habia encontrado en el cofre. Explico la muerte de Lisbeth, que habia sido hasta entonces un enigma. Refirio como Koch, seguido muy pronto por el estudiante, habia golpeado la puerta y repitio palabra por palabra la conversacion que ambos sostuvieron.

Despues el se habia lanzado escaleras abajo; habia oido las voces de Mikolka y Mitri y se habia escondido en el departamento desalquilado.

Finalmente hablo de la piedra bajo la cual habia escondido (y fueron encontrados) los objetos y la bolsa robados a la vieja, indicando que tal piedra estaba cerca de la entrada de un patio del bulevar Vosnesensky.

En una palabra, aclaro todos los puntos. Varias cosas sorprendieron a los magistrados y jueces instructores, pero lo que mas les extrano fue que el culpable hubiera escondido su botin sin sacar provecho de el, y mas aun, que no solamente no se acordara de los objetos que habia robado, sino que ni siquiera pudiera precisar su numero.

Aun se juzgaba mas inverosimil que no hubiera abierto la bolsa y siguiera ignorando lo que contenia. En ella se encontraron trescientos diecisiete rublos y tres piezas de veinte kopeks. Los billetes mayores, por estar colocados sobre los otros, habian sufrido considerables desperfectos al permanecer tanto tiempo bajo la piedra. Se estuvo mucho tiempo tratando de comprender por que el acusado mentia sobre este punto -pues asi lo creian-, habiendo confesado espontaneamente la verdad sobre todos los demas.

Al fin algunos psicologos admitieron que podia no haber abierto la bolsa y haberse desprendido de ella sin saber lo que contenia, de lo cual se extrajo la conclusion de que el crimen se habia cometido bajo la influencia de un ataque de locura pasajera: el culpable se habia dejado llevar de la mania del asesinato y el robo, sin ningun fin interesado. Fue una buena ocasion para apoyar esa teoria con la que se intenta actualmente explicar ciertos crimenes.

Ademas, que Raskolnikof era un neurastenico quedo demostrado por las declaraciones de varios testigos: el doctor Zosimof, algunos camaradas de universidad del procesado, su patrona, Nastasia...

Todo esto dio origen a la idea de que Raskolnikof no era un asesino corriente, un ladron vulgar, sino que su caso era muy distinto. Para decepcion de los que opinaban asi, el procesado no se aprovecho de ello para defenderse. Interrogado acerca de los motivos que le habian impulsado al crimen y al robo respondio con brutal franqueza que los moviles habian sido la miseria y el deseo de abrirse paso en la vida con los tres mil rublos como minimo que esperaba encontrar en casa de la victima, y que habia sido su caracter bajo y ligero, agriado ademas por los fracasos y las privaciones, lo que habia hecho de el un asesino. Y cuando se le pregunto que era lo que le habia impulsado a presentarse a la justicia, contesto que un arrepentimiento sincero. En conjunto, su declaracion produjo mal efecto.

Sin embargo, la condena fue menos grave de lo que se esperaba. Tal vez favorecio al acusado el hecho de que, lejos de pretender justificarse, se habia dedicado a acumular cargos contra si mismo. Todas las particularidades extranas de la causa se tomaron en consideracion. El mal estado de salud y la miseria en que se hallaba antes de cometer el crimen no podian ponerse en duda. El hecho de que no se hubiera aprovechado del botin se atribuyo, por una parte, a un remordimiento tardio y, por otra, a un estado de perturbacion mental en el momento de cometer el crimen. La muerte impremeditada de Lisbeth fue un detalle favorable a esta ultima tesis, pues no tenia explicacion que un hombre cometiera dos asesinatos ?habiendose dejado la puerta abierta! Finalmente, el culpable se habia presentado a la justicia por su propio impulso y en un momento en que las falsas declaraciones de un fanatico (Nicolas) habian embrollado el proceso y cuando, ademas, la justicia no solo no poseia ninguna prueba contra el culpable, sino que ni siquiera sospechaba de el. (Porfirio Petrovitch habia mantenido religiosamente su palabra.)

Todas estas circunstancias contribuyeron considerablemente a suavizar el veredicto. Ademas, en el curso de los debates se habian puesto en evidencia otros hechos favorables al acusado: los documentos presentados por el estudiante Rasumikhine demostraban que, durante su permanencia en la universidad, el asesino Raskolnikof se habia repartido por espacio de seis meses sus escasos recursos, hasta el ultimo kopek, con un companero necesitado y tuberculoso. Cuando este murio, Raskolnikof presto toda la ayuda posible al padre del difunto, un anciano que era ya como un nino y del que su hijo se habia tenido que cuidar desde que tenia trece anos. Rodia consiguio que lo admitieran en un asilo y mas tarde, cuando murio, pago su entierro.

Todos estos testimonios favorecieron en gran medida al acusado. La viuda de Zarnitzine, su antigua patrona y madre de la difunta prometida, acudio tambien a declarar y dijo que en la epoca en que vivia en las Cinco Esquinas, teniendo a Raskolnikof como huesped, una noche se habia declarado un incendio en la casa vecina, y su pupilo, con peligro de perder la vida, habia salvado a dos ninos de las llamas, sufriendo algunas quemaduras. Esta declaracion fue escrupulosamente comprobada mediante una encuesta: numerosos testigos certificaron su exactitud. En resumidas cuentas, que el tribunal, teniendo en consideracion la declaracion espontanea del culpable y sus buenos antecedentes, solo lo condeno a ocho anos de trabajos forzados (segunda categoria).

Apenas comenzaron los debates, la madre de Raskolnikof cayo enferma. Dunia y Rasumikhine consiguieron mantenerla alejada de Petersburgo durante toda la instruccion del sumario. Dmitri Prokofitch alquilo una casa para las mujeres en un pueblo de las cercanias de la capital por el que pasaba el ferrocarril. Asi pudo seguir toda la marcha del proceso y visitar con cierta frecuencia a Avdotia Romanovna. La enfermedad de Pulqueria Alejandrovna era una afeccion nerviosa bastante rara, acompanada de una perturbacion parcial de las facultades mentales.

Al volver a casa tras su ultima visita a su hermano, Duma encontro a su madre con alta fiebre y delirando. Aquella misma noche se puso de acuerdo con Rasumikhine sobre lo que debian decir a Pulqueria Alejandrovna cuando les preguntara por Rodia. Urdieron toda una novela en torno a la marcha de Rodion a una provincia de los confines de Rusia con una mision que le reportaria tanto honor como provecho. Pero, para sorpresa de los dos jovenes, Pulqueria Alejandrovna no les hizo jamas pregunta alguna sobre este punto. Habia inventado su propia historia para explicar la marcha precipitada de su hijo. Referia llorando, la escena de la despedida y daba a entender que solo ella conocia ciertos hechos misteriosos e importantisimos. Afirmaba que Rodia tenia enemigos poderosos de los que se veia obligado a ocultarse, y no dudaba de que alcanzaria una brillante posicion cuando lograse allanar ciertas dificultades. Decia a Rasumikhine que su hijo seria un hombre de Estado. Para ello se fundaba en el articulo que habia escrito y que denotaba, segun ella, un talento literario excepcional. Leia sin cesar este articulo, a veces en voz alta. No se apartaba de el ni siquiera cuando se iba a dormir. Pero no preguntaba nunca donde estaba Rodia, aunque el cuidado que tenian su hija y Rasumikhine en eludir esta cuestion debia de parecer sospechosa. El extrano mutismo en que se encerraba Pulqueria Alejandrovna acabo por inquietar a Dunia y a Dmitri Prokofitch. Ni siquiera se quejaba del silencio de su hijo, siendo asi que, cuando estaban en el pueblo, vivia de la esperanza de recibir al fin una carta de su querido Rodia. Esto parecio tan inexplicable a Dunia, que la joven llego a sentirse verdaderamente alarmada. Se dijo que su madre debia de presentir que habia ocurrido a Rodia alguna gran desgracia y que no se atrevia a preguntar por temor a oir algo mas horrible de lo que ella suponia. Fuera como fuese, Dunia se daba perfecta cuenta de que su madre tenia trastornado el cerebro. Sin embargo, un par de veces Pulqueria Alejandrovna habia conducido la conversacion de modo que tuvieran que decirle donde estaba Rodia. Las vagas e inquietas respuestas que recibio la sumieron en una profunda tristeza y durante mucho tiempo se la vio sombria y taciturna.

Finalmente, Dunia comprendio que mentir continuamente e inventar historia tras historia era demasiado dificil y decidio guardar un silencio absoluto sobre ciertos puntos. Sin embargo, cada vez era mas evidente que la pobre madre sospechaba algo horrible. Dunia recordaba perfectamente que, segun Rodia le habia dicho, su madre la habia oido sonar en voz alta la noche que siguio a su conversacion con Svidrigailof. Las palabras que habia dejado escapar en suenos tal vez habian dado una luz a la pobre mujer. A veces, tras dias o semanas de lagrimas y silencio, Pulqueria Alejandrovna se entregaba a una agitacion morbosa y empezaba a monologar en voz alta, a hablar de su hijo, de sus esperanzas, del porvenir. Sus fantasias eran a veces realmente extranas. Dunia y Rasumikhine le seguian la corriente, y ella tal vez se daba cuenta, pero no por eso cesaba de hablar.

La sentencia se dicto cinco meses despues de la confesion del culpable. Rasumikhine visito a su amigo en la prision con tanta frecuencia como le fue posible, y Sonia igualmente. Llego al fin el momento de la separacion. Dunia y Rasumikhine estaban seguros de que no seria eterna. El fogoso joven habia concebido ciertos proyectos y estaba firmemente resuelto a cumplirlos. Se proponia reunir algun dinero durante los tres o cuatro anos siguientes y luego trasladarse con la familia de Rodia a Siberia, pais repleto de riqueza que solo esperaba brazos y capitales para cobrar validez. Se instalarian en la poblacion donde estuviera Rodia y empezarian todos juntos una vida nueva.

Todos derramaron lagrimas al decirse adios. Los ultimos dias, Raskolnikof se mostro profundamente preocupado. Estaba inquieto por su madre y preguntaba continuamente por ella. Esta ansiedad acabo por intranquilizar a Dunia. Cuando le explicaron detalladamente la enfermedad que padecia Pulqueria Alejandrovna, el semblante de Rodia se ensombrecio todavia mas.

A Sonia apenas le dirigia la palabra. Contando con el dinero que le habia entregado Svidrigailof, la joven se habia preparado hacia tiempo para seguir al convoy de presos de que formara parte Raskolnikof. Jamas habian cambiado una sola palabra sobre este punto; pero los dos sabian que seria asi.

En el momento de los ultimos adioses, el condenado tuvo una sonrisa extrana al oir que su hermana y Rasumikhine le hablaban con entusiasmo de la vida prospera que les esperaba cuando el saliera del presidio. Rodia preveia que la enfermedad de su madre tendria un desenlace doloroso. Al fin partio, seguido de Sonia.

Dos meses despues, Dunetchka y Rasumikhine se casaron. Fue una ceremonia triste y silenciosa. Entre los invitados figuraban Porfirio Petrovitch y Zamiotof.

Desde hacia algun tiempo, Rasumikhine daba muestras de una resolucion inquebrantable. Dunia tenia fe ciega en el y creia en la realizacion de sus proyectos. En verdad, habria sido dificil no confiar en aquel joven que poseia una voluntad de hierro. Habia vuelto a la universidad a fin de terminar sus estudios y los esposos no cesaban de forjar planes para el porvenir. Tenian la firme intencion de emigrar a Siberia al cabo de cinco anos a lo sumo. Entre tanto, contaban con Sonia para sustituirlos.

Pulqueria Alejandrovna bendijo de todo corazon el enlace de su hija con Rasumikhine, pero despues de la boda aumentaron su tristeza y ensimismamiento. Para procurarle un rato agradable, Rasumikhine le explico la generosa conducta de Rodia con el estudiante enfermo y su anciano padre, y tambien que habia sufrido graves quemaduras por salvar a dos ninos de un incendio. Estos dos relatos exaltaron en grado sumo el ya trastornado espiritu de Pulqueria Alejandrovna. Desde entonces no ceso de hablar de aquellos nobles actos. Incluso en la calle los referia a los transeuntes, en las tiendas, alli donde encontraba un auditor paciente empezaba a hablar de su hijo, del articulo que habia publicado, de su piadosa conducta con el estudiaritg, del espiritu de sacrificio que habia demostrado en un incendio, de las quemaduras que habia recibido, etc.

Dunetchka no sabia como hacerla callar. Aparte el peligro que encerraba esta exaltacion morbosa, podia darse el caso de que alguien, al oir el nombre de Raskolnikof, se acordara del proceso y empezase a hablar de el.

Pulqueria Alejandrovna se procuro la direccion de los dos ninos salvados por su hijo y se empeno en ir a verlos. Al fin su agitacion llego al limite. A veces prorrumpia de pronto en llanto, la acometian con frecuencia accesos de fiebre y entonces empezaba a delirar. Una manana dijo que, segun sus calculos, Rodia estaba a punto de regresar, pues, al despedirse de ella, el mismo le habia asegurado que volveria al cabo de nueve meses. Y empezo a arreglar la casa, a preparar la habitacion que destinaba a su hijo (la suya), a quitar el polvo a los muebles, a fregar el suelo, a cambiar las cortinas... Dunia sentia gran inquietud al verla en semejante estado, pero no decia nada e incluso la ayudaba a preparar el recibimiento de Rodia.

Al fin, tras un dia de agitacion, de visiones, de ensuenos felices y de lagrimas, Pulqueria Alejandrovna perdio por completo el juicio y murio quince dias despues. Las palabras que dejo escapar en su delirio hicieron suponer a los que le rodeaban que sabia de la suerte de su hijo mucho mas de lo que se sospechaba.

Raskolnikof ignoro durante largo tiempo la muerte de su madre. Sin embargo, desde su llegada a Siberia recibia regularmente noticias de su familia por mediacion de Sonia, que escribia todos los meses a los esposos Rasumikhine y nunca dejaba de recibir respuesta. Las cartas de Sonia parecieron al principio demasiado secas a Dunia y su marido. No les gustaban. Pero despues comprendieron que Sonia no podia escribir de otro modo y que, al fin y al cabo, aquellas cartas les daban una idea clara y precisa de la vida del desgraciado Raskolnikof, pues abundaban en detalles sobre este punto. Sonia describia tan simple como minuciosamente la existencia de Raskolnikof en el presidio. No hablaba de sus propias esperanzas, de sus planes para el futuro ni de sus sentimientos personales. En vez de explicar el estado espiritual, la vida interior del condenado, de interpretar sus reacciones, se limitaba a citar hechos, a repetir las palabras pronunciadas por Rodia, a dar noticias de su salud, a transmitir los deseos que habia expresado, los encargos que habia hecho... Gracias a estas noticias en extremo detalladas, pronto creyeron tener junto a ellos a su desventurado hermano, y no podian equivocarse al imaginarselo, pues se fundaban en datos exactos y precisos.