25

Re: Достоевский Ф. М. - Преступление и наказание на испанском языке

-Acaba de invitarme usted a hablar con franqueza -dijo Svidrigailof sonriendo-, y a la primera pregunta que le dirijo me contesta con una evasiva. Usted cree que yo lo hago todo con una segunda intencion y me mira con desconfianza. Es una actitud que se comprende, dada su situacion; pero, por mucho que sea mi deseo de estar en buenas relaciones con usted, no me tomare la molestia de enganarle. No vale la pena. Por otra parte, no tengo nada de particular que decirle.

-Siendo asi, ?por que ese empeno en verme? Pues usted esta siempre dando vueltas a mi alrededor.

-Usted es un hombre curioso y resulta interesante observarlo. Me seduce lo que su situacion tiene de fantastica. Ademas, es usted hermano de una mujer que me intereso mucho. Y, en fin, tiempo atras me hablo tanto de usted esa mujer, que llegue a la conclusion de que ejercia usted una fuerte influencia sobre ella. Me parece que son motivos suficientes. ?Je, je! Sin embargo, le confieso que su pregunta me parece tan compleja, que me es dificil responderle. Ahora mismo, si usted ha venido a verme, no ha sido por ningun asunto determinado, sino con la esperanza de que yo le diga algo nuevo. ?No es asi? Confieselo -le invito Svidrigailof con una perfida sonrisita-. Bien, pues se da el caso de que tambien yo, cuando el tren me traia a Petersburgo, alimentaba la esperanza de conocer cosas nuevas por usted, de sonsacarle algo.

-?Que me podia sonsacar?

-Pues ni yo mismo lo se... Ya ve usted en que miserable taberna paso los dias. Aqui estoy muy a gusto, y, aunque no lo estuviera, en alguna parte hay que pasar el tiempo... ?Esa pobre Katia...! ?La ha visto usted...? Si al menos fuera un gloton o un gastronomo... Pero no: eso es todo lo que puedo comer -y senalaba una mesita que habia en un rincon, donde se veia un plato de hojalata con los restos de un misero bistec-. A proposito, ?ha comido usted? Yo he dado un bocado sin apetito. Vino no bebo: solo champan, y nunca mas de un vaso en toda una noche, lo que es suficiente para que me duela la cabeza. Si hoy he pedido una botella es porque necesito animarme: tengo que verme con una persona para tratar de ciertos asuntos, y quiero aparecer vehemente y resuelto. Por lo tanto, usted me encuentra de un humor especial. Si hace un momento he intentado esconderme como un colegial ha sido por terror a que su visita me impidiera atender al asunto de que le he hablado. Sin embargo -consulto su reloj-, tenemos aun un buen rato para hablar, pues no son mas que las cuatro y media... Creame que en ciertos momentos siento no ser nada, nada absolutamente: ni propietario, ni padre de familia, ni ulano, ni fotografo, ni periodista. A veces resulta enojoso no tener ninguna profesion. Le aseguro que esperaba oir de su boca algo nuevo.

-Pero ?quien es usted? ?Y por que ha venido a Petersburgo?

-?Que quien soy? Ya lo sabe usted: un gentilhombre que sirvio dos anos en la caballeria. Despues estuve otros dos vagando por Petersburgo. Luego me case con Marfa Petrovna y me fui a vivir al campo. Aqui time usted mi biografia.

-Era usted jugador, ?verdad?

-Jugador de ventaja.

-?Hacia trampas?

-Si.

-Alguien debio de abofetearle, ?no?

-Si. ?Por que lo dice?

-Porque entonces tuvo usted ocasion de batirse en duelo. Eso presta animacion a la vida.

-No le digo lo contrario..., pero no estoy preparado para discusiones filosoficas. Ahora le voy a hacer una confesion: he venido a Petersburgo por las mujeres.

-?Apenas enterrada Marfa Petrovna?

-Pues si. ?Que importa? -respondio Svidrigailof sonriendo con una franqueza que desarmaba-. ?Se escandaliza de oirme hablar asi de las mujeres?

-?COmo no escandalizarme su libertinaje?

-?Libertinaje, libertinaje...! Para responder a su primera pregunta, le hablare de la mujer en general. Estoy dispuesto a charlar un rato. Digame: ?por que he de huir de las mujeres siendo un gran amador? Esto es, al menos, una ocupacion para mi.

-Entonces, ?usted solo ha venido aqui para ir de jarana?

-Admitamos que sea asi. Sin duda, eso de la disipacion le tiene obsesionado, pero le confieso que me gustan las preguntas directas. El libertinaje tiene, cuando menos, un caracter de continuidad fundado en la naturaleza y no depende de un capricho: es algo que arde en la sangre como un carbon siempre incandescente y que solo se apaga con la edad, y aun asi dificilmente, a fuerza de agua fria. Confiese que esto, en cierto modo, es una ocupacion.

-Pero ?que tiene de divertido para usted esa vida? Es una enfermedad, y de las malas.

-Ya le veo venir. Admito que eso es una enfermedad como todas las inclinaciones exageradas, y en este caso uno rebasa siempre los limites de lo normal; pero tenga en cuenta que esto es cosa que cambia segun los individuos. Desde luego, hay que reprimirse, aunque solo sea por conveniencia; pero si yo no tuviera esta ocupacion, acabaria por descerrajarme de un tiro en la cabeza. Bien se que el hombre honrado tiene que aburrirse, pero aun asi...

-?Seria usted capaz de dispararse un balazo en la cabeza?

-?A que viene esa pregunta? -exclamo Svidrigailof con un gesto de contrariedad-. Le ruego que no hablemos de estas cosas -se apresuro a anadir, dejando su tono de jactancia.

Incluso su semblante habia cambiado.

-No puedo remediarlo. Se que esto es una debilidad vergonzosa pero temo a la muerte y no me gusta oir hablar de ella. ?Sabe usted que soy un poco mistico?

-Ya se lo que quiere usted decir... El espectro de Marfa Petrovna... Digame: se le aparece todavia.

-No me hable de eso -exclamo, irritado-. En Petersburgo no se me ha aparecido aun. ?Que el diablo se lo lleve...! Hablemos de otra cosa... Ademas, no me sobra el tiempo. Aun sintiendolo mucho, pronto tendremos que dejar nuestra charla... Pero aun tengo algo que decirle.

-Le espera una mujer, ?verdad?

-Si... Un caso extraordinario. Pura casualidad... Pero no es de esto de lo que queria hablarle.

-?No le inquieta la bajeza de esta conducta? ?Es que no tiene usted fuerza de voluntad suficiente para detenerse?

-Fuerza de voluntad... ?Acaso la tiene usted? ?Je, je, je! Me deja usted boquiabierto, Rodion Romanovitch, y eso que esperaba oirle decir algo parecido. ?Que hable usted de disipacion, de cuestiones morales! ?Que haga usted el Schiller, el idealista! Desde luego, esos puntos de vista son muy naturales, y lo asombroso seria oir sustentar la opinion contraria, pero, teniendo en cuenta las circunstancias, la cosa resulta un poco rara... ?Cuanto lamento que el tiempo me apremie! Me parece usted un hombre en extremo interesante. A proposito, ?le gusta Schiller? A mi me encanta.

-Es usted un fanfarron -repuso Raskolnikof con un gesto de repugnancia.

-Le aseguro que no lo soy, pero, aun admitiendo que lo fuera, ?haria con ello algun mal a alguien? He vivido siete anos en el campo con Marfa Petrovna. Por eso, cuando me he encontrado con un hombre inteligente como usted..., inteligente y, ademas, interesante..., es natural que me sienta feliz de charlar con el. Ademas, me he bebido el champan que me quedaba en el vaso y se me ha subido a la cabeza. Sin embargo, lo que mas me trastorna es cierto acontecimiento del que no quiero hablar... Pero ?donde va usted? -pregunto, sorprendido.

Raskolnikof se habia levantado. Se ahogaba, se sentia a disgusto en aquel ambiente y se arrepentia de haber entrado alli. Svidrigailof se le aparecia como el mas despreciable malvado que pudiera haber en el mundo.

-Espere, espere un momento. Pida un vaso de te. No se marche. Le aseguro que no hablare de cosas absurdas, es decir, de mi. Tengo que decirle una cosa... ?Quiere usted que le cuente como una mujer se propuso salvarme, como usted diria? Es una cuestion que le interesara, pues esta mujer es su hermana. ?Se lo cuento? Asi emplearemos el tiempo de que aun dispongo.

-Hable, pero espero que...

-No se inquiete. Avdotia Romanovna no puede inspirar, ni siquiera a un hombre tan corrompido como yo, sino el respeto mas profundo.



IV

Sin duda sabe usted..., si, si, lo sabe porque se lo conte yo mismo -dijo Svidrigailof, iniciando su relato-, que estuve en la carcel por deudas, una deuda cuantiosa que me era absolutamente imposible pagar. No quiero entrar en detalles acerca de mi rescate por Marfa Petrovna. Ya sabe usted como puede trastornar el amor la cabeza a una mujer. Marfa Petrovna era una mujer honesta y bastante inteligente, aunque de una completa incultura. Esta mujer celosa y honesta, tras varias escenas llenas de violencia y reproches, cerro conmigo una especie de contrato que observo escrupulosamente durante todo el tiempo de nuestra vida conyugal. Ella era mayor que yo. Yo tuve la vileza, y tambien la lealtad, de decirle francamente que no podia comprometerme a guardarle una fidelidad absoluta. Estas palabras le enfurecieron, pero al mismo tiempo, mi ruda franqueza debio de gustarle. Sin duda penso: "Esta confesion anticipada demuestra que no tiene el proposito de enganarme." Lo cual era importantisimo para una mujer celosa.

"Tras una serie de escenas de lagrimas, llegamos al siguiente acuerdo verbal:

"Primero. Yo me comprometia a no abandonar jamas a Marfa Petrovna, o sea a permanecer siempre a su lado, como corresponde a un marido.

"Segundo. Yo no podia salir de sus tierras sin su autorizacion.

"Tercero. No tendria jamas una amante fija.

"Cuarto. En compensacion, Marfa Petrovna me permitiria cortejar a las campesinas, pero siempre con su consentimiento secreto y teniendola al corriente de mis aventuras.

"Quinto. Prohibicion absoluta de amar a una mujer de nuestro nivel social.

"Y sexto. Si, por desgracia, me enamorase profunda y seriamente, me comprometia a enterar de ello a Marfa Petrovna.

"En lo concerniente a este ultimo punto, he de advertirle que Marfa Petrovna estaba muy tranquila. Era lo bastante inteligente para saber que yo era un libertino incapaz de enamorarme en serio. Sin embargo, la inteligencia y los celos no son incompatibles, y esto fue lo malo... Por otra parte, si uno quiere juzgar a los hombres con imparcialidad, debe desechar ciertas ideas preconcebidas y de tipo unico y olvidar los habitos que adquirimos de las personas que nos rodean. En fin, confio en poder contar al menos con su juicio.

"Tal vez haya oido usted contar cosas comicas y ridiculas sobre Marfa Petrovna. En efecto, tenia ciertas costumbres extranas, pero le confieso sinceramente que siento verdadero remordimiento por las penas que le he causado. En fin, creo que esto es una oracion funebre suficiente del mas tierno de los maridos a la mas afectuosa de las mujeres. Durante nuestros disgustos, yo guardaba silencio casi siempre, y este acto de galanteria no dejaba de producir efecto. Ella se calmaba y sabia apreciarlo. En algunos casos incluso se sentia orgullosa de mi. Pero no pudo soportar a su hermana de usted. ?Como se arriesgo a tomar como institutriz a una mujer tan hermosa? La unica explicacion es que, como mujer apasionada y sensible, se enamoro de ella. Si, tal como suena; se enamoro... ?Avdotia Romanovna! Desde el primer momento comprendi que su presencia seria una complicacion, y, aunque usted no lo crea, decidi abstenerme incluso de mirarla. Pero fue ella la que dio el primer paso. Aunque le parezca mentira, al principio Marfa Petrovna llego incluso a enfadarse porque yo no hablaba nunca de su hermana: me reprochaba que permaneciera indiferente a los elogios que me hacia de ella. No puedo comprender lo que pretendia. Como es natural, mi mujer conto a Avdotia Romanovna toda mi biografia. Tenia el defecto de poner a todo el mundo al corriente de nuestras intimidades y de quejarse de mi ante el primero que llegaba. ?Como no habia de aprovechar esta ocasion de hacer una nueva y magnifica amistad? Sin duda estaban siempre hablando de mi, y Avdotia Romanovna debia de conocer perfectamente los siniestros chismes que se me atribuian. Estoy seguro de que algunos de esos rumores llegaron hasta usted.

-Si. Lujine incluso le ha acusado de causar la muerte de un nino. ?Es eso verdad?

-Hagame el favor de no dar credito a esas villanias -exclamo Svidrigailof con una mezcla de colera y repugnancia-. Si usted desea conocer la verdad de todas esas historias absurdas, se las contare en otra ocasion, pero ahora...

-Tambien me han dicho que fue usted culpable de la muerte de uno de sus sirvientes...

-Le agradecere que no siga por ese camino -dijo Svidrigailof, agitado.

-?No es aquel que, despues de muerto, le cargo la pipa? Conozco este detalle por usted mismo.

Svidrigailof le miro atentamente, y Rodia creyo ver brillar por un momento en sus ojos un relampago de cruel ironia. Pero Svidrigailof repuso cortesmente:

-Si, ese criado fue. Ya veo que todas esas historias le han interesado vivamente, y me comprometo a satisfacer su curiosidad en la primera ocasion. Creo que se me puede considerar como un personaje romantico. Ya comprendera la gratitud que debo guardar a Marfa Petrovna por haber contado a su hermana tantas cosas enigmaticas e interesantes sobre mi. No se que impresion le producirian estas confidencias, pero apostaria cualquier cosa a que me favorecieron. A pesar de la aversion que su hermana sentia hacia mi persona, a pesar de mi actitud sombria y repulsiva, acabo por compadecerse del hombre perdido que veia en mi. Y cuando la piedad se apodera del corazon de una joven, esto es sumamente peligroso para ella. La asalta el deseo de salvar, de hacer entrar en razon, de regenerar, de conducir por el buen camino a un hombre, de ofrecerle, en fin, una vida nueva. Ya debe de conocer usted los suenos de esta indole.

"En seguida me di cuenta de que el pajaro iba por impulso propio hacia la jaula, y adopte mis precauciones. No haga esas muecas, Rodion Romanovitch: ya sabe usted que este asunto no tuvo consecuencias importantes... ?El diablo me lleve! ?Como estoy bebiendo esta tarde...! Le aseguro que mas de una vez he lamentado que su hermana no naciera en el siglo segundo o tercero de nuestra era. Entonces habria podido ser hija de algun modesto principe reinante, o de un gobernador, o de un proconsul en Asia Menor. No cabe duda de que habria engrosado la lista de los martires y sonreido ante los hierros al rojo y toda clase de torturas. Ella misma habria buscado este martirio... Si hubiese venido al mundo en el siglo quinto, se habria retirado al desierto de Egipto, y alli habria pasado treinta anos alimentandose de raices, extasis y visiones. Es una mujer que anhela sufrir por alguien, y si se la privase de este sufrimiento, seria capaz, tal vez, de arrojarse por una ventana.

"He oido hablar de un joven llamado Rasumilchine, un muchacho inteligente, segun dicen. A juzgar por su nombre, debe de ser un seminarista... Bien, que este joven cuide de su hermana.

"En resumen, que he conseguido comprenderla, de lo cual me enorgullezco. Pero entonces, es decir, en el momento de trabar conocimiento con ella, fui demasiado ligero y poco clarividente, lo que explica que me equivocara... ?El diablo me lleve! ?Por que sera tan hermosa? Yo no tuve la culpa.

"La cosa empezo por un violento capricho sensual. Avdotia Romanovna es extraordinariamente, exageradamente pudica (no vacilo en afirmar que su recato es casi enfermizo, a pesar de su viva inteligencia, y que tal vez le perjudique). Asi las cosas, una campesina de ojos negros, Paracha, vino a servir a nuestra casa. Era de otra aldea y nunca habia trabajado para otros. Aunque muy bonita, era increiblemente tonta: las lagrimas, los gritos con que esta chica lleno la casa produjeron un verdadero escandalo.

"Un dia, despues de comer, Avdotia Romanovna me llevo a un rincon del jardin y me exigio la promesa de que dejaria tranquila a la pobre Paracha. Era la primera vez que hablabamos a solas. Yo, como es natural, me apresure a doblegarme a su peticion a hice todo lo posible por aparecer conmovido y turbado; en una palabra, que desempene perfectamente mi papel. A partir de entonces tuvimos frecuentes conversaciones secretas, escenas en que ella me suplicaba con lagrimas en los ojos, si, con lagrimas en los ojos, que cambiara de vida. He aqui a que extremos llegan algunas muchachas en su deseo de catequizar. Yo achacaba todos mis errores al destino, me presentaba como un hombre avido de luz, y, finalmente, puse en practica cierto medio de llegar al corazon de las mujeres, un procedimiento que, aunque no engana a nadie, es siempre de efecto seguro. Me refiero a la adulacion. Nada hay en el mundo mas dificil de mantener que la franqueza ni nada mas comodo que la adulacion. Si en la franqueza se desliza la menor nota falsa, se produce inmediatamente una disonancia y, con ella, el escandalo. En cambio, la adulacion, a pesar de su falsedad, resulta siempre agradable y es recibida con placer, un placer vulgar si usted quiere, pero que no deja de ser real.

"Ademas, la lisonja, por burda que sea nos hace creer siempre que encierra una parte de verdad. Esto es asi para todas las esferas sociales y todos los grados de la cultura. Incluso la mas pura vestal es sensible a la adulacion. De la gente vulgar no hablemos. No puedo recordar sin reirme como logre seducir a una damita que sentia verdadera devocion por su marido, sus hijos y su familia. ?Que facil y divertido fue! El caso es que era verdaderamente virtuosa, por lo menos a su modo. Mi tactica consistio en humillarme ante ella e inclinarme ante su castidad. La adulaba sin recato y, apenas obtenia un apreton de mano o una mirada, me acusaba a mi mismo amargamente de haberselos arrancado a la fuerza y afirmaba que su resistencia era tal, que jamas habria logrado nada de ella sin mi desverguenza y mi osadia. Le decia que, en su inocencia, no podia prever mis bribonadas, que habia caido en la trampa sin darse cuenta, etcetera. En una palabra, que consegui mis propositos, y mi dama siguio convencida de su inocencia: atribuyo su caida a un simple azar. No puede usted imaginarse como se enfurecio cuando le dije que estaba completamente seguro de que ella habia ido en busca del placer exactamente igual que yo.

"La pobre Marfa Petrovna tampoco resistia a la adulacion, y, si me lo hubiera propuesto, habria conseguido que pusiera su propiedad a mi nombre (estoy bebiendo demasiado y hablando mas de la cuenta). No se enfade usted si le digo que Avdotia Romanovna no fue insensible a los elogios de que la colmaba. Pero fui un estupido y lo eche a perder todo con mi impaciencia. Mas de una vez la mire de un modo que no le gusto. Cierto fulgor que habia en mis ojos la inquietaba y acabo por serle odioso. No entrare en detalles: solo le dire que renimos. Tambien en esta ocasion me conduje estupidamente: me rei de sus actividades conversionistas.

"Paracha volvio a contar con mis atenciones, y otras muchas le siguieron. O sea que empece a llevar una vida infernal. ?Si hubiera usted visto, Rodion Romanovitch, aunque solo hubiera sido una vez, los rayos que pueden lanzar los ojos de su hermana...!

"No crea demasiado al pie de la letra mis palabras. Estoy embriagado. Acabo de beberme un vaso entero. Sin embargo, digo la verdad. El centelleo de aquella mirada me perseguia hasta en suenos. Llegue al extremo de no poder soportar el susurro de sus vestidos. Temi que me diera un ataque de apoplejia. Nunca hubiese creido que pudiera apoderarse de mi una locura semejante. Yo deseaba hacer las paces con ella, pero la reconciliacion era imposible. Y ?sabe usted lo que hice entonces? ?A que grado de estupidez puede conducir a un hombre el despecho! No tome usted ninguna determinacion cuando esta furioso, Rodion Romanovitch. Teniendo en cuenta que Avdotia Romanovna era pobre (?Oh perdon!, no queria decir eso..., pero ?que importan las palabras si expresan nuestro pensamiento?), teniendo en cuenta que vivia de su trabajo y que tenia a su cargo a su madre y a usted (?otra vez arruga usted las cejas?), decidi ofrecerle todo el dinero que poseia (en aquel momento podia reunir unos treinta mil rublos) y proponerle que huyera conmigo, a esta capital, por ejemplo. Una vez aqui, le habria jurado amor eterno y solo habria pensado en su felicidad. Entonces estaba tan prendado de ella, que si me hubiera dicho: "Envenena, asesina a Marfa Petrovna", yo lo habria hecho, puede usted creerme. Pero todo esto termino con el desastre que usted conoce, y ya puede usted figurarse a que extremo llegaria mi colera cuando me entere de que Marfa Petrovna habia hecho amistad con ese farsante de Lujine y amanado un matrimonio con su hermana, que no aventajaba en nada a lo que yo le ofrecia. ?No lo cree usted asi...? Digame, responda... Veo que usted me ha escuchado con gran atencion, interesante joven...

Svidrigailof, impaciente, habia dado un punetazo en la mesa. Estaba congestionado. Raskolnikof comprendio que el vaso y medio de champan que se habia bebido a pequenos sorbos le habia transformado profundamente, y decidio aprovechar esta circunstancia para sonsacarle, pues aquel hombre le inspiraba gran desconfianza.

-Despues de todo eso -dijo resueltamente, con el proposito de exasperarle-, no me cabe la menor duda de que ha venido aqui por mi hermana.

-Nada de eso -respondio Svidrigailof haciendo esfuerzos por serenarse-. Ya le he dicho que... Ademas, su hermana no me puede ver.

-No lo dudo, pero no se trata de eso.

-?De modo que esta usted seguro de que no me puede soportar? -Svidrigailof le hizo un guino y sonrio burlonamente-. Tiene usted razon: le soy antipatico. Pero nunca se pueden poner las manos al fuego sobre lo que pasa entre marido y mujer o entre dos amantes. Siempre hay un rinconcito oculto que solo conocen los interesados. ?Esta usted seguro de que Avdotia Romanovna me mira con repugnancia?

-Ciertas frases y consideraciones de su relato me demuestran que usted sigue abrigando infames propositos sobre Dunia.

Svidrigailof no se mostro en modo alguno ofendido por el calificativo que Raskolnikof acababa de aplicar a sus propositos, y exclamo con ingenuo temor:

-?De veras se me han escapado frases y reflexiones que le han hecho pensar a usted eso?

-En este mismo momento esta usted dejando entrever sus fines. ?De que se ha asustado? ?Como explica usted esos repentinos temores?

-?Que yo me he asustado? ?Que tengo miedo? ?Miedo de usted? Es usted el que puede temerme a mi, cher ami. ?Que tonterias! Por lo demas, estoy borracho, ya lo veo. Si bebiera un poco mas podria cometer algun disparate. ?Que se vaya al diablo la bebida! ?Eh, traedme agua!

Cogio la botella de champan y la arrojo por la ventana sin contemplaciones. Felipe le trajo agua.

-Todo eso es absurdo -anadio, empapando una servilleta y aplicandosela a la frente-. En dos palabras puedo reducir a la nada sus suposiciones. ?Sabe usted que voy a casarme?

-Ya me lo dijo.

-?Ah!, ?si? Pues no me acordaba... Pero entonces nada podia afirmar, porque aun no habia visto a mi prometida y solo se trataba de una intencion. Ahora es cosa hecha. Si no fuera por la cita de que le he hablado, le llevaria a casa de mi novia. Pues me gustaria que usted me aconsejase... ?Demonio! No dispongo mas que de diez minutos. Mire usted mismo el reloj. El proceso de este matrimonio es sumamente interesante. Ya se lo contare. ?Adonde va usted? ?Todavia quiere marcharse?

-No, ya no me quiero marchar.

-?De modo que no quiere usted dejarme? Eso lo veremos. Le llevare a casa de mi prometida, pero no ahora, sino en otra ocasion, pues nos tendremos que separar en seguida. Usted ira hacia la derecha y yo hacia la izquierda. ?Conoce usted a esa senora llamada Resslich? Es la mujer en cuya casa me hospedo... ?Me escucha? No, esta usted pensando en otra cosa. Ya sabe usted que se acusa a esa senora de haber provocado este invierno el suicidio de una jovencita... Bueno, ?me escucha usted o no...? En fin, es esa senora la que me ha arreglado este matrimonio. Me dijo: "Tienes aspecto de hombre preocupado. Has de buscarte una distraccion." Pues yo soy un hombre taciturno. ?No me cree usted? Pues se equivoca. Yo no hago dano a nadie: vivo apartado en mi rincon. A veces pasan tres dias sin que hable con nadie. Esa bribona de Resslich abriga sus intenciones. Confia en que yo me cansare muy pronto de mi mujer y la dejare plantada. Y entonces ella la lanzara a la... circulacion, bien en nuestro mundo, bien en un ambiente mas elevado. Me ha contado que el padre de la chica es un viejo sin caracter, un antiguo funcionario que esta enfermo: hace tres anos que no puede valerse de sus piernas y esta inmovil en su sillon. Tambien tiene madre, una mujer muy inteligente. El hijo esta empleado en una ciudad provinciana y no ayuda a sus padres. La hija mayor se ha casado y no da senales de vida. Los pobres viejos tienen a su cargo dos sobrinitos de corta edad. La hija menor ha tenido que dejar el instituto sin haber terminado sus estudios. Dentro de dos o tres meses cumplira los dieciseis anos y entonces estara en edad de casarse. Esta es mi prometida. Una vez obtenidos estos informes, me presente a la familia como un propietario viudo de buena casa, bien relacionado y rico. En cuanto a la diferencia de edades (ella dieciseis anos y yo mas de cincuenta), es un detalle sin importancia. Un hombre asi es un buen partido, ?no?, un partido tentador.

"?Si me hubiera usted visto hablar con los padres! Se habria podido pagar por presenciar ese espectaculo. En esto llega la chiquilla con un vestidito corto y semejante a un capullo que empieza a abrirse. Hace una reverencia y se pone tan encarnada como una peonia. Sin duda le habian ensenado la leccion. No conozco sus gustos en materia de caras de mujer, pero, a mi juicio, la mirada infantil, la timidez, las lagrimitas de pudor de las jovencitas de dieciseis anos valen mas que la belleza. Por anadidura, es bonita como una imagen. Tiene el cabello claro y rizado como un corderito, una boquita de labios carnosos y purpureos... ?Un amor! Total, que trabamos conocimiento, yo dije que asuntos de familia me obligaban a apresurar la boda, y al dia siguiente, es decir, anteayer, nos prometimos. Desde entonces, apenas llego, la siento en mis rodillas y ya no la dejo marcharse. Su cara enrojece como una aurora y yo no ceso de besarla. Su madre la ha aleccionado, sin duda, diciendole que soy su futuro esposo y que lo que hago es normal. Conseguida esta comprension, el papel de novio es mas agradable que el de marido. Esto es lo que se llama la nature et la verite. ?Ja, ja! He hablado dos veces con ella. La muchachita esta muy lejos de ser tonta. Tiene un modo de mirarme al soslayo que me inflama la sangre. Tiene una carita que recuerda a la de la Virgen Sixtina de Rafael. ?No le impresiona la expresion fantastica y alucinante que el pintor dio a esa Virgen? Pues el semblante de ella es parecido. Al dia siguiente de nuestros esponsales le lleve regalos por valor de mil quinientos rublos: un aderezo de brillantes, otro de perlas, un neceser de plata para el tocador; en fin, tantas cosas, que la carita de Virgen resplandecia. Ayer, cuando la sente en mis rodillas, debi de mostrarme demasiado impulsivo, pues ella enrojecio vivamente y en sus ojos aparecieron dos lagrimas que trataba de ocultar.

"Nos dejaron solos. Entonces ella rodeo mi cuello con sus bracitos (fue la primera vez que hizo esto por propio impulso), me beso y me juro ser una esposa obediente y fiel que dedicaria su vida entera a hacerme feliz y que todo lo sacrificaria por merecer mi carino, y anadio que esto era lo unico que deseaba y que para ella no necesitaba regalos. Convenga usted que oir estas palabras en boca de un angel de dieciseis anos, vestido de tul, de cabellos rizados y mejillas tenidas por un rubor virginal, es sumamente seductor... Confieselo, confieselo... Oiga..., oiga..., le llevare a casa de mi novia..., pero no puedo hacerlo ahora mismo.

-Total, que esa monstruosa diferencia de edades aviva su sensualidad. ?Es posible que usted piense seriamente en casarse en esas condiciones?

-?Por que no? Es cosa completamente decidida. Cada uno hace lo que puede en este mundo, y hacerse ilusiones es un medio de alegrar la vida... ?Ja, ja! ?Pero que moralista es usted! Tenga compasion de mi, amigo mio. Soy un pecador. ?Je, je, je!

-Ahora comprendo que se haya encargado usted de los hijos de Catalina Ivanovna. Tenia usted sus razones.

-Adoro a los ninos, los adoro de veras -exclamo Svidrigailof, echandose a reir-. Sobre este particular puedo contarle un episodio sumamente curioso. El mismo dia de mi llegada empece a visitar antros. Estaba sediento de ellos despues de siete anos de rectitud. Ya habra observado usted que no tengo ninguna prisa en volver a reunirme con mis antiguos amigos, y quisiera no verlos en mucho tiempo. Debo decirle que durante mi estancia en la propiedad de Marfa Petrovna me atormentaba con frecuencia el recuerdo de estos rincones misteriosos. ?El diablo me lleve! El pueblo se entrega a la bebida; la juventud culta se marchita o perece en sus suenos irrealizables: se pierde en teorias monstruosas. Los demas se entregan a la disipacion. He aqui el espectaculo que me ha ofrecido la ciudad a mi llegada. De todas partes se desprende un olor a podrido...

"Fui a caer en eso que llaman un baile nocturno. No era mas que una cloaca repugnante, como las que a mi me gustan. Se levantaban las piernas en un cancan desenfrenado, como jamas se habia hecho en mis tiempos. ?Es el progreso! De pronto veo una encantadora muchachita de trece anos que esta bailando con un apuesto joven. Otro joven los observa de cerca. Su madre estaba sentada junto a la pared, como espectadora. Ya puede usted suponer que clase de baile era. La muchachita esta avergonzada, enrojece; al fin se siente ofendida y se echa a llorar. El arrogante bailarin la obliga a dar una serie de vueltas, haciendo toda clase de muecas, y el publico se echa a reir a carcajadas y empieza a gritar: "?Bien hecho! ?Asi aprenderan a no traer ninas a un sitio como este!" Esto a mi no me importa lo mas minimo. Me siento al lado de la madre y le digo que yo tambien soy forastero y que toda aquella gente me parece estupida y grosera, incapaz de respetar a quien lo merece. Insinuo que soy un hombre rico y les propongo llevarlas en mi coche. Las acompano a su casa y trabo conocimiento con ellas. Viven en un verdadero tugurio y han llegado de una provincia. Me dicen que consideran mi visita como un gran honor. Me entero de que no tienen un centimo y han venido a hacer ciertas gestiones. Yo les ofrezco dinero y mis servicios. Tambien me dicen que han entrado en el local nocturno por equivocacion, pues creian que se trataba de una escuela de baile. Entonces yo les propongo contribuir a la educacion de la muchacha dandole lecciones de frances y de baile. Ellas aceptan con entusiasmo, se consideran muy honradas, etcetera..., y yo sigo visitandolas. ?Quiere usted que vayamos a verlas? Pero habra de ser mas tarde.

26

Re: Достоевский Ф. М. - Преступление и наказание на испанском языке

-Basta! No quiero seguir escuchando sus sucias y viles anecdotas, hombre ruin y corrompido.

-Ah, escuchemos al poeta! ?Oh Schiller! ?Donde va a esconderse la virtud...? Mire, le contare cosas como esta solo para oir sus gritos de indignacion. Es para mi un verdadero placer.

-Lo creo. Hasta yo mismo me veo en ridiculo en estos instantes -murmuro Raskolnikof, indignado.

Svidrigailof reia a mandibula batiente. Al fin llamo a Felipe y, despues de haber pagado su consumicion, se levanto.

-Vamonos. Estoy bebido. Assez cause -exclamo-. He tenido un verdadero placer.

-Lo creo. ?Como no ha de ser un placer para usted referir anecdotas escabrosas? Esto es una verdadera satisfaccion para un hombre encenagado en el vicio y desgastado por la disipacion, sobre todo cuando tiene un proyecto igualmente monstruoso y lo cuenta a un hombre como yo... Es una cosa que fustiga los nervios.

-Pues si es asi -dijo Svidrigailof con cierto asombro-, si es asi, a usted no le falta cinismo. Usted es capaz de comprender muchas cosas. Bueno, basta ya. Siento de veras no poder seguir hablando con usted. Pero ya volveremos a vernos... Tenga un poco de paciencia.

Salio de la taberna seguido de Raskolnikof. Su embriaguez se disipaba a ojos vistas. Parecia preocupado por asuntos importantes y su semblante se habia nublado como si esperase algun grave acontecimiento. Su actitud ante Raskolnikof era cada vez mas grosera e ironica. El joven se dio cuenta de este cambio y se turbo. Aquel hombre le inspiraba una gran desconfianza. Ajusto su paso al de el.

Estaban ya en la calle.

-Yo voy hacia la izquierda -dijo Svidrigailof-, y usted hacia la derecha. O al reves, si usted lo prefiere. El caso es que nos separemos. Adios. Mon plaisir. Celebrare volver a verle.

Y tomo la direccion de la plaza del Mercado.



V

Raskolnikof le alcanzo y se puso a su lado.

-?Que significa esto? -exclamo Svidrigailof-. Ya le he dicho a usted que...

-Esto significa que no le dejo a usted.

-?Como?

Los dos se detuvieron y estuvieron un momento mirandose.

-Lo que usted me ha contado en su embriaguez me demuestra que, lejos de haber renunciado a sus odiosos proyectos contra mi hermana, se ocupa en ellos mas que nunca. Se que esta manana ha recibido una carta. Usted puede haber encontrado una prometida en sus vagabundeos, pero esto no quiere decir nada. Necesito convencerme por mis propios ojos.

A Raskolnikof le habria sido dificil explicar que era lo que queria ver por si mismo.

-?Quiere usted que llame a la policia?

-Llamela.

Se detuvieron de nuevo y se miraron a la cara. Al fin, el rostro de Svidrigailof cambio de expresion. Viendo que sus amenazas no intimidaban a Raskolnikof lo mas minimo, dijo de pronto, en el tono mas amistoso y alegre:

-?Es usted el colmo! Me he abstenido adrede de hablarle de su asunto, a pesar de que la curiosidad me devora. He dejado este tema para otro dia. Pero usted es capaz de hacer perder la paciencia a un santo... Puede usted venir si quiere, pero le advierto que voy a mi casa solo para un momento: el tiempo necesario para coger dinero. Luego cerrare la puerta y me ire a las Islas a pasar la noche. De modo que no adelantara nada viniendo conmigo.

-Tengo que ir a su casa. No a su habitacion, sino a la de Sonia Simonovna: quiero excusarme por no haber asistido a los funerales.

-Haga usted lo que quiera. Pero le advierto que Sonia Simonovna no esta en su casa. Ha ido a llevar a los huerfanos a una noble y anciana dama, conocida mia y que esta al frente de varios orfelinatos. Me he captado a esta senora entregandole dinero para los tres ninos de Catalina Ivanovna, mas un donativo para las instituciones. Finalmente, le he contado la historia de Sonia Simonovna sin omitir detalle, y esto le ha producido un efecto del que no puede tener usted idea. Ello explica que Sonia Simonovna haya recibido una invitacion para presentarse hoy mismo en el hotel donde se hospeda esa distinguida senora desde su regreso del campo.

-No importa.

-Haga usted lo que quiera, pero yo no ire con usted cuando salga de casa. ?Para que...? Oigame: estoy convencido de que usted desconfia de mi solo porque he tenido la delicadeza de no hacerle preguntas enojosas... Usted ha interpretado erroneamente mi actitud. Juraria que es esto. Sea usted tambien delicado conmigo.

-?Con usted, que escucha detras de las puertas?

-?Ya salio aquello! -exclamo Svidrigailof entre risas-. Le aseguro que me habria asombrado que no mencionara usted este detalle. ?Ja, ja! Aunque comprendi perfectamente lo que usted habia hecho, no entendi todo lo demas que dijo. Tal vez soy un hombre anticuado, incapaz de comprender ciertas cosas. Expliquemelo, por el amor de Dios. Ilustreme, enseneme las ideas nuevas.

-Usted no pudo oir nada. Todo eso son invenciones suyas.

-Lo que quiero que me explique no es lo que usted se imagina. Pero, desde luego, oi parte de sus confidencias. Yo me refiero a sus continuas lamentaciones. Tiene usted alma de poeta y siempre esta a punto de dejarse llevar de la indignacion. ?De modo que le parece a usted mal que la gente escuche detras de las puertas? Ya que tan severo es usted, vaya a presentarse a las autoridades y digales: "Me ha ocurrido una desgracia; he sufrido un error en mis teorias filosoficas." Pero si esta usted convencido de que no se debe escuchar detras de las puertas y, en cambio, se puede matar a una pobre vieja con cualquier arma que se tenga a mano, lo mejor que puede hacer es marcharse a America cuanto antes. ?Huya! Tal vez tenga tiempo aun. Le hablo con toda franqueza. Si no tiene usted dinero, yo le dare el necesario para el viaje.

-No me pienso marchar -dijo Raskolnikof con un gesto despectivo.

-Comprendo... (desde luego, usted puede callarse si no quiere hablar), comprendo que usted se plantee una serie de problemas de indole moral. ?Verdad que se los plantea? Usted se pregunta si ha obrado como es propio de un hombre y un ciudadano. Deje estas preguntas, rechacelas. ?De que pueden servirle ya? ?Je, je! No vale la pena meterse en un asunto, empezar una operacion que uno no es capaz de terminar. Por lo tanto, levantese la tapa de los sesos. ?Que, no se decide?

-Usted quiere irritarme para deshacerse de mi.

-?Que ocurrencia tan original! En fin, ya hemos llegado. Subamos... Mire, esa es la puerta de la habitacion de Sonia Simonovna. No hay nadie, convenzase... ?No me cree? Preguntemos a los Kapernaumof, a quienes ella entrega la llave cuando se va... Mire, ahi esta la senora de Kapernaumof... ?Oiga! ?Donde esta la vecina? (Es un poco sorda, ?sabe...?) ?Que ha salido...? ?Adonde se ha marchado...? Ya lo ha oido usted; no esta en casa y no volvera hasta la noche... Bueno, ahora venga a mis habitaciones. Pues quiere usted venir, ?verdad...? Ya estamos. La senora Resslich ha salido. Siempre esta muy atareada, pero es una buena mujer, se lo aseguro. Si usted hubiera sido mas razonable, ella le habria podido ayudar... Mire, cojo un titulo del cajon de mi mesa (como usted ve, me quedan bastantes todavia). Hoy mismo lo convertire en dinero. ?Ya lo ha visto usted todo bien? Tengo prisa. Cerremos el cajon. Ahora la puerta. Y de nuevo estamos en la escalera. ?Quiere usted que tomemos un coche? Ya le he dicho que voy a las Islas. ?No quiere usted dar una vuelta? El simon nos llevara a la isla Elaguine. ?Que, no quiere? Vamos, decidase. Yo creo que va a llover, pero ?que importa? Levantaremos la capota.

Svidrigailof estaba ya en el coche. Raskolnikof se dijo que sus sospechas eran por el momento poco fundadas. Sin responder palabra, dio media vuelta y echo a andar en direccion a la plaza del Mercado. Si hubiese vuelto la cabeza, aunque solo hubiera sido una vez, habria podido ver que Svidrigailof, despues de haber recorrido un centenar de metros en el coche, se apeaba y pagaba al cochero. Pero el joven avanzaba mirando solo hacia delante y pronto doblo una esquina. La profunda aversion que Svidrigailof le inspiraba le impulsaba a alejarse de el lo mas de prisa posible. Se decia: "?Que se puede esperar de este hombre vil y grosero, de ese miserable depravado?" Sin embargo, esta opinion era un tanto prematura y tal vez mal fundada. En la manera de ser de Svidrigailof habia algo que le daba cierta originalidad y lo envolvia en un halo de misterio. En lo concerniente a su hermana, Raskolnikof estaba seguro de que Svidrigailof no habia renunciado a ella. Pero todas estas ideas empezaron a resultarle demasiado penosas para que se detuviera a analizarlas.

Al quedarse solo cayo, como siempre, en un profundo ensimismamiento, y cuando llego al puente se acodo en el pretil y se quedo mirando fijamente el agua del canal. Sin embargo, Avdotia Romanovna estaba cerca de el, observandole. Se habian cruzado a la entrada del puente, pero el habia pasado cerca de ella sin verla. Dunetchka no le habia visto jamas en la calle en semejante estado y se sintio inquieta. Estuvo un momento indecisa, preguntandose si se acercaria a el, y de pronto diviso a Svidrigailof que se dirigia rapido hacia ella desde la plaza del Mercado.

Procedia con sigilo y misterio. No entro en el puente, sino que se detuvo en la acera, procurando que Raskolnikof no le viese. A Dunia la habia visto desde lejos y le hacia senas. La joven comprendio que le decia que se acercase, procurando no llamar la atencion de Raskolnikof. Atendiendo a esta muda demanda, paso en silencio por detras de su hermano y fue a reunirse con Svidrigailof.

-?Vamonos! Su hermano no debe enterarse de nuestra entrevista. Acabo de pasar un rato con el en una taberna adonde ha venido a buscarme y no me ha sido nada facil deshacerme de el. No se como se ha enterado de que le he escrito una carta, pero parece sospechar algo. Sin duda, usted misma le ha hablado de ello, pues nadie mas puede haberselo dicho.

-Ahora que hemos doblado la esquina y que mi hermano ya no puede vernos, sepa usted que ya no le seguire mas lejos. Digame aqui mismo lo que tenga que decirme. Nuestros asuntos pueden tratarse en plena calle.

-En primer lugar, no es este un asunto que pueda tratarse en plena calle. En segundo, quiero que oiga usted tambien a Sonia Simonovna. Y, finalmente, tengo que ensenarle algunos documentos. Si usted no viene a mi casa, no le explicare nada y me marchare ahora mismo. Le ruego que no olvide que poseo el curioso secreto de su querido hermano.

Dunia se detuvo, indecisa, y dirigio una mirada penetrante a Svidrigailof.

-?Que teme usted? -dijo este-. La ciudad no es el campo. Ademas, incluso en el campo me ha hecho usted mas dano a mi que yo a usted. Aqui...

-?Esta prevenida Sonia Simonovna?

-No, no le he hablado de esto y no se si esta ahora en su casa. Creo que si que estara, pues ha enterrado hoy a su madrastra y no debe de tener humor para salir. No he querido hablar a nadie de este asunto, e incluso siento haberme franqueado un poco con usted. En este caso, la menor imprudencia equivale a una denuncia... He aqui la casa donde vivo. Ya hemos llegado. Ese hombre que ve usted a la puerta es nuestro portero. Me conoce perfectamente y, como usted ve, me saluda. Bien ha advertido que voy acompanado de una dama y, sin duda, ha visto su cara. Estos detalles pueden tranquilizarla si usted desconfia de mi. Perdoneme si le hablo tan crudamente. Yo tengo mi habitacion junto a la de Sonia Simonovna. Las dos piezas estan separadas solamente por un tabique. En el piso hay numerosos inquilinos. ?A que vienen, pues, esos temores infantiles? No soy tan temible como todo eso.

Svidrigailof esbozo una sonrisa bonachona, pero estaba ya demasiado nervioso para desempenar a la perfeccion su papel. Su corazon latia con violencia; sentia una fuerte opresion en el pecho. Procuraba levantar la voz para disimular su creciente agitacion. Pero Dunia ya no veia nada: las ultimas palabras de Svidrigailof sobre sus temores de nina la habian herido en su amor propio hasta cegarla.

-Aunque se que es usted un hombre sin honor -dijo, afectando una calma que desmentia el vivo color de su rostro-, no me inspira usted temor alguno. Indiqueme el camino.

Svidrigailof se detuvo ante la habitacion de Sonia.

-Permitame que vea si esta... Pues no, se ha marchado. Es una contrariedad. Pero estoy seguro de que no tardara en volver. Sin duda ha ido a ver a una senora por el asunto de los huerfanos. La madre de esos ninos acaba de morir. Yo me he interesado en el asunto y he dado ya ciertos pasos. Si Sonia Simonovna no ha regresado dentro de diez minutos y usted quiere hablar con ella, la enviare a su casa esta misma tarde. Ya estamos en mis habitaciones. Son dos... Mi patrona, la senora Resslich, habita al otro lado del tabique. Ahora eche una mirada por aqui. Quiero mostrarle mis "documentos", por decirlo asi. La puerta de mi habitacion da a un alojamiento de dos piezas, que esta completamente vacio... Mire con atencion. Debe usted tener un conocimiento exacto del lugar del hecho.

Svidrigailof disponia de dos habitaciones amuebladas bastante espaciosas. Dunetchka miro en torno de ella con desconfianza, pero no vio nada sospechoso en la colocacion de los muebles ni en la disposicion del local. Sin embargo, debio advertir que el alojamiento de Svidrigailof se hallaba entre otros dos deshabitados. No se llegaba a sus habitaciones por el corredor, sino atravesando otras dos piezas que formaban parte del compartimiento de su patrona. Svidrigailof abrio la puerta de su dormitorio, que daba a uno de los alojamientos vacios, y se lo mostro a Dunia, que permanecio en el umbral sin comprender por que el huesped deseaba que mirase aquello. Pero en seguida recibio la explicacion.

-Mire aquella habitacion, la segunda y mas espaciosa. Observe su puerta: esta cerrada con llave. ?Ve aquella silla colocada junto a la puerta? Es la unica que hay en las dos habitaciones. La lleve yo de aqui para poder escuchar mas comodamente. Al otro lado de esa puerta esta la mesa de Sonia Simonovna. La joven estaba sentada ante su mesa mientras hablaba con Rodion Romanovitch, y yo escuchaba la conversacion desde este lado de la puerta. Escuche dos tardes seguidas, y cada tarde dos horas como minimo. Por lo tanto, pude enterarme de muchas cosas, ?no cree usted?

-?Escuchaba usted detras de la puerta?

-Si, escuchaba detras de la puerta... Venga, venga a mi alojamiento. Aqui ni siquiera hay donde sentarse.

Volvieron a las habitaciones de Svidrigailof y este invito a la joven a sentarse en la pieza que utilizaba como sala. El se sento tambien, pero a una prudente distancia, al otro lado de la mesa. Sin embargo, sus ojos tenian el mismo brillo ardiente que hacia unos momentos habia inquietado a Dunetchka. Esta se estremecio y volvio a mirar en torno a ella con desconfianza. Fue un gesto involuntario, pues su deseo era mostrarse perfectamente serena y duena de si misma. Pero el aislamiento en que se hallaban las habitaciones de Svidrigailof habia acabado por atraer su atencion. De buena gana habria preguntado si la patrona estaba en casa, pero no lo hizo: su orgullo se lo impidio. Por otra parte, el temor de lo que a ella le pudiera ocurrir no era nada comparado con la angustia que la dominaba por otras razones. Esta angustia era para Dunia un verdadero tormento.

-He aqui su carta -dijo depositandola en la mesa-. Lo que usted me dice en ella no es posible. Me deja usted entrever que mi hermano ha cometido un crimen. Sus insinuaciones son tan claras, que seria inutil que ahora tratase usted de recurrir a subterfugios. Le advierto que, antes de recibir lo que usted considera como una revelacion, yo estaba enterada ya de este cuento absurdo, del que no creo ni una palabra. Es una suposicion innoble y ridicula. Se muy bien de donde proceden esos rumores. Usted no puede tener ninguna prueba. En su carta me promete demostrarme la veracidad de sus palabras. Hable, pues. Pero sepa por anticipado que no le creo, no le creo en absoluto.

Dunetchka habia dicho esto precipitadamente, dominada por una emocion que tino de rojo su cara.

-Si usted no lo creyera, no habria venido aqui. Porque no creo que haya venido por simple curiosidad.

-No me atormente: hable de una vez.

-Hay que convenir en que es usted una muchacha valiente. Yo esperaba, le doy mi palabra, que pidiera usted al senor Rasumikhine que la acompanase. Pero el no estaba con usted, ni rondaba por los alrededores, cuando nos hemos encontrado: me he fijado bien. Ha sido una verdadera demostracion de valor. Ha querido defender por si sola a Rodion Romanovitch... Por lo demas, todo en usted es divino. En cuanto a su hermano, ?que puedo decirle? Usted le acaba de ver. ?Que le ha parecido su actitud?

-Supongo que no fundara usted en esto sus acusaciones.

-No, las fundo en sus propias palabras. Ha venido dos dias seguidos a pasar la tarde con Sonia Simonovna. Ya le he indicado el lugar donde hablaban. Su hermano lo confeso todo a la muchacha. Es un asesino. Mato a una vieja usurera en cuya casa tenia empenados algunos objetos, y ademas a su hermana Lisbeth, que llego casualmente en el momento del crimen. Las asesino a las dos con un hacha que llevaba consigo. El movil del crimen era el robo, y su hermano robo: se llevo dinero y algunos objetos. Me limito a repetir la confesion que hizo a Sonia Simonovna, que es la unica que conoce este secreto, pero que no tiene participacion alguna, ni material ni moral, en el crimen. Por el contrario, esa muchacha, al enterarse, sintio un horror tan profundo como el que usted demuestra ahora. Puede estar tranquila: esa joven no le denunciara.

-?Imposible! -balbuceo Dunetchka, jadeante y con los labios palidos-. Eso no es posible. El no tenia el mas minimo motivo para cometer ese crimen... ?Eso es mentira, mentira!

-Mato por robar: ahi tiene el motivo. Cogio dinero y joyas. Verdad es que, segun ha dicho, no ha sacado provecho del botin, pues lo escondio debajo de una piedra, donde esta todavia. Pero esto demuestra, simplemente, que no se ha atrevido a hacer use de el.

-Pero ?es posible que haya robado? -exclamo Dunia, levantandose de un salto-. ?Se puede creer tan solo que haya tenido esa idea? Usted lo conoce. ?Acaso tiene aspecto de ladron?

Habia olvidado su terror de hacia un momento y hablaba en tono suplicante.

-Esa pregunta tiene mil respuestas, infinidad de explicaciones. El ladron comete sus fechorias consciente de su infamia. Pero yo he oido hablar que un hombre de probada nobleza desvalijo un correo. A lo mejor, creyo cometer una accion loable. Yo me habria resistido, como se resiste usted, a creer que su hermano hubiera cometido un acto asi si me lo hubieran contado; pero no tengo mas remedio que dar credito al testimonio de mis propios oidos. Explico los motivos de su proceder a Sonia Simonovna. Esta, al principio, no podia creer en lo que estaba oyendo; pero acabo por rendirse a la evidencia. Asi tenia que ser, ya que era el mismo autor del hecho el que lo contaba.

-?Cuales fueron los motivos de que hablo?

-Eso seria demasiado largo de explicar, Avdotia Romanovna. Se trata..., ?como se lo hare comprender...?, de una teoria, algo asi como si dijeramos: el crimen se permite cuando persigue un fin loable. ?Un solo crimen y cien buenas acciones! Por otra parte, para un joven colmado de cualidades y de orgullo es penoso reconocer que le gustaria apoderarse de una suma de tres mil rublos, por saber que esta cantidad seria suficiente para cambiar su porvenir. Anada usted a esto la irritacion morbosa que produce una mala alimentacion continua, un cuarto demasiado estrecho, una ropa hecha jirones, la miseria de la propia situacion social y, al mismo tiempo, la de una madre y una hermana. Y por encima de todo la ambicion, el orgullo... Y todo ello a pesar de no carecer seguramente de excelentes cualidades... No vaya usted a creer que le acuso. Ademas, esto no es de mi incumbencia. Tambien expuso una teoria personal segun la cual la humanidad se divide en individuos que forman el rebano y en personas extraordinarias, es decir, seres que, gracias a su superioridad, no estan obligados a acatar la ley. Por el contrario, estos son los que hacen las leyes para los demas, para el rebano, para el polvo. En fin, c'est une theorie comme une autre. Napoleon lo tenia fascinado o, para decirlo con mas exactitud, lo que le seducia era la idea de que los hombres de genio no temen cometer un crimen inicial, sino que se lanzan a ello resueltamente y sin pensarlo. Yo creo que su hermano se imagino que tambien era genial o, por lo menos, que esta idea se apodero de el en un momento dado. Ha sufrido mucho y sufre aun ante la idea de que es capaz de inventar una teoria, pero no de aplicarla, y que, por lo tanto, no es un hombre genial. Esta idea es sumamente humillante para un joven orgulloso y, especialmente, de nuestro tiempo.

-?Y el remordimiento? ?Es que le niega usted todo sentimiento moral? ?Acaso es mi hermano como usted pretende que sea?

-?Oh Avdotia Romanovna! Ahora todo es desorden y anarquia. Por otra parte, el orden ha sido siempre algo ajeno a el. Los rusos, Avdotia Romanovna, tienen un alma generosa y grande como su pais, y tambien una tendencia a las ideas fantasticas y desordenadas. Pero es una desgracia poseer un alma grande y noble sin genio. ?Se acuerda usted de nuestras conversaciones sobre este tema, en la terraza, despues de cenar? Usted me reprochaba esta amplitud de espiritu. Y quien sabe si mientras usted me hablaba asi, el estaba echado, dandole vueltas a su proyecto... Hay que reconocer, Avdotia Romanovna, que la tradicion en nuestra sociedad culta es muy endeble. La unica que posee es la que se adquiere por medio de los libros, de las cronicas del pasado. Y eso se queda para los sabios, los cuales, por otra parte, son tan candidos que un hombre de mundo se avergonzaria de seguir sus ensenanzas. Por lo demas, ya conoce usted mi opinion: yo no acuso a nadie. Vivo en el ocio y estoy aferrado a este genero de vida. Ya hemos hablado de esto mas de una vez. Incluso he tenido la dicha de interesarle exponiendole mis juicios... Esta usted muy palida, Avdotia Romanovna.

-Conozco la teoria de que usted me ha hablado. He leido en una revista un articulo de mi hermano acerca de los hombres superiores. Me lo trajo Rasumikhine.

-?Rasumikhine? ?Un articulo de su hermano en una revista? Ignoraba que hubiera escrito semejante articulo... Pero ?adonde va, Avdotia Romanovna?

-Quiero ver a Sonia Simonovna -repuso Dunia con voz debil-. ?Donde esta la puerta de su habitacion? Tal vez ha regresado ya. Quiero verla en seguida para que ella me...

No pudo terminar; se ahogaba materialmente.

-Sonia Simonovna no volvera hasta la noche. Asi lo supongo. Tenia que volver en seguida y no lo ha hecho. Esto es senal de que regresara tarde.

-?Me has enganado! ?Me has mentido! -exclamo Dunia en un arrebato de colera que la enloquecia-. Ahora lo veo claro. ?Me has mentido! ?No te creo, no te creo!

Y cayo casi desvanecida en una silla que Svidrigailof se apresuro a acercarle.

-Pero, ?que le ocurre, Avdotia Romanovna? Calmese. Tenga, beba un poco de agua.

Svidrigailof le salpico el rostro. Dunetchka se estremecio y volvio en si.

-Ha sido un golpe demasiado violento -murmuro Svidrigailof, apenado-. Tranquilicese, Avdotia Romanovna. Su hermano tiene amigos. Le salvaremos. ?Quiere usted que lo mande al extranjero? No tardare mas de tres dias en conseguirle un billete. En cuanto a su crimen, el lo borrara a fuerza de buenas acciones. Calmese. Todavia puede llegar a ser un gran hombre. ?Se siente usted mejor?

-?Que cruel e indigno es usted! Todavia se atreve a burlarse. ?Dejeme en paz!

-?Adonde va?

-A casa de Rodia. ?Donde esta ahora? Usted lo sabe... ?Por que esta cerrada esta puerta? Hemos entrado por aqui y ahora esta cerrada con llave. ?Cuando la ha cerrado?

-No iba a dejar que todo el mundo oyera lo que deciamos. Estoy muy lejos de burlarme. Lo que ocurre es que estoy cansado de hablar en este tono. ?Adonde se propone usted ir? ?Es que quiere entregar a su hermano a la justicia? Piense que usted puede enloquecerlo y dar lugar a que se entregue el mismo. Sepa usted que le vigilan, que le siguen los pasos. Espere. Ya le he dicho que le he visto hace un rato y que he hablado con el. Todavia podemos salvarlo. Espere; sientese y vamos a estudiar juntos lo que se puede hacer. La he hecho venir para que hablemos tranquilamente. Sientese, haga el favor.

?Como va usted a salvarlo? ?Acaso tiene salvacion?

Dunia se sento. Svidrigailof ocupo otra silla cerca de ella. -Eso depende de usted, de usted, solo de usted -dijo en un susurro.

Sus ojos centelleaban. Su agitacion era tan profunda, que apenas podia articular las palabras. Dunia retrocedio, inquieta. El prosiguio, temblando:

-De usted depende... Una sola palabra de usted, y lo salvaremos. Yo... yo lo salvare. Tengo dinero y amigos. Le mandare en seguida al extranjero. Sacare un pasaporte para mi...; no, dos pasaportes: uno para el y otro para mi. Tengo amigos, hombres influyentes... ?Quiere...? Sacare tambien un pasaporte para usted..., y otro para su madre... Usted no necesita para nada a Rasumikhine. Yo la amo tanto como el. Yo la amo con todo mi ser... Deme el borde de su falda para besarlo, demelo. El susurro de su vestido me enloquece. Usted me mandara y yo la obedecere. Sus creencias seran las mias. Hare todo, todo lo que usted quiera... No me mire asi, por favor. ?No ve usted que me esta matando?

Empezo a desvariar. Parecia haberse vuelto loco. Dunia se levanto de un salto y corrio hacia la puerta.

-?Abranme, abranme! -dijo a gritos mientras la golpeaba-. ?Por que no me abren? ?Es posible que no haya nadie en la casa?

Svidrigailof volvio en si y se levanto. Una aviesa sonrisa aparecio en sus labios, todavia temblorosos.

-No, no hay nadie -dijo lentamente y en voz baja-. Mi patrona ha salido. Sus gritos son, pues, inutiles.

-?Donde esta la llave? ?Abre la puerta, abre inmediatamente! ?Miserable, canalla!

-La llave se me ha perdido.

-?Comprendo! ?Esto es una emboscada!

Y Dunia, palida como una muerta, corrio hacia un rincon, donde se atrinchero tras una mesa.

Ya no gritaba. Estaba inmovil y tenia la mirada fija en su enemigo, para no perder ninguno de sus movimientos.

Svidrigailof estaba tambien inmovil. Al parecer iba recobrandose, pero el color no habia vuelto a su rostro. Su sonrisa seguia mortificando a Avdotia Romanovna.

-Ha pronunciado usted la palabra "emboscada", Avdotia Romanovna. Bien, pues si existe esa emboscada, habra de pensar usted en que he tomado toda clase de precauciones. Sonia Simonovna no esta en su habitacion. Los Kapernaumof quedan lejos, a cinco piezas de aqui. Soy mucho mas fuerte que usted, y tampoco puedo temer que usted me denuncie, porque en este caso perderia a su hermano, y usted no quiere perderlo, ?verdad? Ademas, nadie la creeria. ?Que explicacion puede tener que una joven vaya sola a visitar a un hombre soltero? O sea que si usted se decidiese a sacrificar a su hermano, seria inutil, porque no podria probar nada. Una violacion es sumamente dificil de demostrar.

-?Miserable!

-Puede decir lo que quiera, pero le advierto que hasta ahora me he limitado a hacer simples suposiciones. Personalmente, estoy de acuerdo con usted. Obrar por la fuerza contra alguien es una bajeza. Mi intencion era unicamente tranquilizar su conciencia en el caso de que usted..., de que usted quisiera salvar a su hermano de buen grado, es decir, tal como yo le he propuesto. Usted no haria entonces sino inclinarse ante las circunstancias, ceder a la necesidad, por decirlo asi... Piense usted en ello. La suerte de su hermano, y tambien la de su madre, esta en sus manos. Piense, ademas, que yo sere su esclavo, y para toda la vida... Espero su resolucion.

Svidrigailof se sento en el sofa, a unos ocho pasos de Dunia. La joven no tenia la menor duda acerca de sus intenciones: sabia que eran inquebrantables, pues conocia bien a Svidrigailof... De pronto saco del bolsillo un revolver, lo preparo para disparar y lo dejo en la mesa, al alcance de su mano.

27

Re: Достоевский Ф. М. - Преступление и наказание на испанском языке

Svidrigailof hizo un movimiento de sorpresa.

-?Ah, caramba! -exclamo con una perfida sonrisa-. Asi la cosa cambia por completo. Usted misma me facilita la tarea, Avdotia Romanovna... Pero ?de donde ha sacado usted ese revolver? ?Se lo ha proporcionado el senor Rasumikhine? ?Toma, si es el mio! ?Un viejo amigo! ?Tanto como lo busque! Las lecciones de tiro que tuve el honor de darle en el campo no fueron inutiles, por lo que veo.

-Este revolver no es tuyo, monstruo, sino de Marfa Petrovna. No habia nada tuyo en su casa. Lo cogi cuando comprendi de lo que eras capaz. Si das un paso, te juro que te mato.

Dunia habia empunado el revolver. En su desesperacion, estaba dispuesta a disparar.

-Bueno, ?y su hermano? Le hago esta pregunta por pura curiosidad -dijo Svidrigailof sin moverse del sitio.

-Denunciale si quieres. Un paso y disparo. Tu envenenaste a tu esposa: estoy segura. Tu tambien eres un asesino.

-?Esta usted segura de que envenene a Marfa Petrovna?

-Si, tu mismo me lo dejaste entrever. Me hablaste de un veneno. Se que te lo habias procurado, que lo habias preparado... Fuiste tu, tu..., ?infame!

-Si eso fuera verdad, solo lo habria hecho por ti: tu habrias sido la causa.

-?Mientes! Yo siempre lo he odiado, ?siempre!

-Por lo visto, Avdotia Romanovna, usted se ha olvidado de que, cuando trataba de convertirme, se inclinaba sobre mi y me dirigia languidas miradas. Yo, entonces, la miraba fijamente a los ojos, ?recuerda...? La noche..., el claro de luna... Un ruisenor cantaba...

La ira llameo en los ojos de Dunia.

-?Mientes, mientes! ?Eres un calumniador!

-?Miento? Bien, lo admito. No se deben recordar estas cosillas a las mujeres -anadio con una sonrisa burlona-. Se que vas a disparar, preciosa bestezuela. Pues bien, dispara...

Dunia le apunto. Solo esperaba que hiciera un movimiento para apretar el gatillo. Estaba mortalmente palida, temblaba su labio inferior y sus grandes ojos negros lanzaban llamaradas. Svidrigailof no la habia visto nunca tan hermosa. En el momento en que la joven levanto el revolver, el fuego de sus ojos penetro en el pecho del enemigo y quemo su corazon, que se contrajo dolorosamente. Dio un paso hacia delante y se oyo una detonacion. La bala rozo el cabello de Svidrigailof y fue a incrustarse en la pared, a sus espaldas. Svidrigailof se detuvo y dijo, esbozando una sonrisa:

-Una picadura de avispa... Ya veo que ha tirado usted a la cabeza... Pero ?que es esto? Parece sangre.

Y saco el panuelo para limpiarse un hilillo de sangre que resbalaba por su sien. La bala debio de rozar la piel del craneo.

Dunia habia bajado el revolver y miraba a Svidrigailof con un gesto de pasmo mas que de temor. Parecia incapaz de comprender lo que habia hecho y lo que ocurria ante ella.

-Ya lo ve: ha errado el tiro. Vuelva a disparar. Ya ve que estoy esperando.

Hablaba en voz baja y con una sonrisa que ahora tenia algo de siniestro.

-Si tarda usted tanto -continuo-, podre caer sobre usted antes de que haya vuelto a apretar el gatillo.

Dunetchka se estremecio, preparo el revolver y apunto.

-?Dejeme! -grito, desesperada-. Le juro que volvere a disparar ?y le matare!

-?Que importa! Desde luego, disparando a tres pasos es imposible fallar. Pero si usted no me mata...

Sus ojos centellearon y dio dos pasos mas. Dunetchka disparo, pero no salio la bala.

-Ese revolver esta mal cargado. Pero no importa: le queda una bala todavia. Arreglelo. Espero.

Estaba a dos pasos de la joven y la miraba con una ardiente fijeza que expresaba una resolucion indomita. Dunia comprendio que preferiria morir a renunciar a ella. Y... y ahora estaba segura de matarle, ya que solo lo tenia a dos pasos.

De pronto arrojo el arma.

-?No quiere matarme! -exclamo Svidrigailof, asombrado.

Luego respiro profundamente. Su alma acababa de librarse de un gran peso que no era solo el temor a la muerte. Sin embargo, le habria sido dificil explicar lo que sentia. Tenia la sensacion de que se habia librado de otro sentimiento mas penoso que el de la muerte, pero no lograba identificarlo.

Se acerco a Dunia y la enlazo suavemente por el talle. Ella no opuso la menor resistencia, pero temblaba como una hoja y le miraba con ojos suplicantes. El intento hablarle, mas sus labios solo consiguieron hacer una mueca. No pudo pronunciar una sola palabra.

-?Dejame! -suplico Dunia.

Svidrigailof se estremecio. Este tuteo no era el mismo que el de hacia un momento.

-Asi, ?no me amas? -pregunto en un susurro.

Dunia nego con la cabeza.

-?No puedes...? ?No podras nunca? -murmuro con acento desesperado.

-Nunca -respondio Dunia, tambien en voz baja.

Durante unos momentos se estuvo librando una lucha espantosa en el alma de Svidrigailof. Sus ojos se habian fijado en la joven con una expresion indescriptible. De subito retiro el brazo con que habia rodeado su talle, dio media vuelta y se dirigio a la ventana.

Tras unos instantes de silencio, saco la llave del bolsillo izquierdo de su gaban y la dejo en la mesa que estaba a sus espaldas, sin volver los ojos hacia Dunia.

-Ahi tiene la llave. Cojala y vayase en seguida.

Siguio mirando obstinadamente a traves de la ventana.

Dunia se acerco a la mesa y cogio la llave.

-?Pronto, pronto! -exclamo Svidrigailof sin hacer el menor movimiento, pero dando a sus palabras un tono terrible.

Dunia no se lo hizo repetir. Con la llave en la mano, corrio hacia la puerta, la abrio precipitadamente y salio a toda prisa. Un instante despues corria como una loca a lo largo del canal en direccion al puente de ...

Svidrigailof permanecio todavia tres minutos ante la ventana. Despues se volvio lentamente, dirigio una mirada en torno a el y se paso la mano por la frente. Una sonrisa horrible crispo sus facciones, una lastimosa sonrisa que expresaba impotencia, tristeza y desesperacion. Su mano se mancho de sangre. Se la miro con un gesto de colera. Luego mojo una toalla y se lavo la sien. El revolver arrojado por Dunia habia rodado hasta la puerta. Lo recogio y empezo a examinarlo. Era pequeno, de tres tiros y de antiguo modelo. Aun quedaba en el una bala. Tras un momento de reflexion, se lo guardo en el bolsillo, cogio el sombrero y se marcho.



VI

Estuvo hasta las diez de la noche recorriendo tabernas y tugurios. Hallo a Katia en uno de estos establecimientos. La muchacha cantaba sus habituales y descaradas cancioncillas. Svidrigailof la invito a beber, asi como a un organillero, a los camareros, a los cantantes y a dos empleadillos que atrajeron su simpatia solo porque tenian torcida la nariz. En uno, este apendice se ladeaba hacia la derecha y en el otro hacia la izquierda, cosa que le sorprendio sobremanera. Estos acabaron por llevarle a un jardin de recreo. Svidrigailof pago las entradas. En el jardin habia un abeto escualido, tres arbolillos mas y una construccion que ostentaba el nombre de Vauxhall, pero que no era mas que una taberna, donde tambien podia tomarse te.

En el jardin habia igualmente varios veladores verdes con sillas. Un coro de malos cantantes y un payaso de nariz roja completamente borracho y extraordinariamente triste se encargaban de distraer al publico.

Los empleadillos se encontraron con varios colegas y empezaron a renir con ellos. Se escogio como arbitro a Svidrigailof. Este estuvo un cuarto de hora tratando de averiguar el motivo del pleito; pero todos gritaban a la vez y no habia medio de entenderse. Lo unico que comprendio fue que uno de ellos habia cometido un robo y vendido el objeto robado a un judio que habia llegado oportuna y casualmente, hecho lo cual se negaba a repartirse con sus companeros el producto de la operacion. Al fin se descubrio que el objeto robado era una cucharilla de plata perteneciente al Vauxhall. Los empleados del establecimiento se dieron cuenta de la desaparicion de la cucharilla, y el asunto habria tomado un cariz desagradable si Svidrigailof no hubiera acallado las protestas de los perjudicados.

Despues de pagar la cucharilla salio del jardin. Eran alrededor de las diez. No habia bebido ni una gota de alcohol en toda la noche. Habia tomado te, y eso porque habia que

pedir algo para permanecer en el local.

La noche era oscura y el aire denso. A eso de las diez, el cielo se cubrio de negras y espesas nubes y estallo una violenta tempestad. La lluvia no caia en gotas, sino en verdaderos raudales que azotaban el suelo. Relampagos de enorme extension iluminaban el espacio. Svidrigailof llego a su casa calado hasta los huesos. Se encerro en su habitacion, abrio el cajon de su mesa, saco dinero y rompio varios papeles. Despues de guardarse el dinero en el bolsillo, penso cambiarse la ropa, pero, al ver que seguia lloviendo, juzgo que no valia la pena, cogio el sombrero y salio sin cerrar la puerta. Se fue derecho a la habitacion de Sonia. Alli estaba la joven, pero no sola, sino rodeada de los cuatro ninos de Kapernaumof, a los que hacia tomar una taza de te.

Sonia acogio respetuosamente a su visitante. Miro con una expresion de sorpresa sus mojadas ropas, pero no hizo el menor comentario. Al ver entrar a un desconocido, los ninos echaron a correr despavoridos.

Svidrigailof se sento ante la mesa e invito a Sonia a sentarse a su lado. La muchacha se dispuso timidamente a escucharle.

-Sonia Simonovna -empezo a decir el visitante-, es muy posible que me vaya a America, y como probablemente no nos volveremos a ver, he venido a arreglar con usted ciertos asuntos. Bueno, ?ha hablado ya con esa senora? No hace falta que me cuente lo que le ha dicho, pues lo se muy bien.

Sonia hizo un ademan y enrojecio. Svidrigailof siguio diciendo:

-Esas damas tienen sus costumbres, sus ideas... En cuanto a sus hermanitos, tienen el porvenir asegurado, pues el dinero que he depositado para ellos esta en lugar seguro y lo he entregado contra recibo. Aqui tiene los recibos; guardelos por lo que pueda ocurrir. Y demos por terminado este asunto. Ahora tenga usted estos tres titulos al cinco por ciento. Su valor es de tres mil rublos. Esto es para usted y solo para usted. Deseo que la cosa quede entre nosotros. No diga nada a nadie, oiga lo que oiga. Este dinero le sera util, ya que debe usted dejar la vida que lleva ahora. No estaria nada bien que siguiera viviendo como vive, y con este dinero no tendra necesidad de hacerlo.

-Ha sido usted tan bueno conmigo, con los huerfanos y con la difunta -balbuceo Sonia-, que nunca sabre como agradecerselo, y creame que...

-?Bah! Dejemos eso...

-En cuanto a ese dinero, Arcadio Ivanovitch, muchas gracias, pero no lo necesito. Sabre ganarme el pan. No me considere una ingrata. Ya que es usted tan generoso, ese dinero...

-Es para usted y solo para usted, Sonia Simonovna. Y le ruego que no hablemos mas de este asunto, pues tengo prisa. Le sera util, se lo aseguro. Rodion Romanovitch no tiene mas que dos soluciones: o pegarse un tiro o ir a parar a Siberia.

Al oir estas palabras, Sonia empezo a temblar y miro aterrada a su vecino.

-No se inquiete usted -continuo Svidrigailof-. Lo he oido todo de sus propios labios, pero no me gusta hablar y no dire ni una palabra a nadie. Hizo usted muy bien en aconsejarle que fuera a presentarse a la justicia: es el mejor partido que podria tomar... Pues bien, cuando lo envien a Siberia, usted lo acompanara, ?no es asi? ?Verdad que lo acompanara? En este caso, necesitara usted dinero: lo necesitara para el. ?Comprende? Darle a usted este dinero es como darselo a el. Ademas, usted ha prometido a Amalia Ivanovna pagarle. Yo lo oi. ?Por que contrae usted compromisos tan ligeramente, Sonia Simonovna? Era Catalina Ivanovna la que estaba en deuda con ella y no usted. Usted debio enviar a paseo a esa alemana. No se puede vivir asi... En fin, si alguien le pregunta a usted por mi manana, pasado manana o cualquiera de estos dias, cosa que sin duda ocurrira, no hable usted de esta visita ni diga que le he dado dinero. Bueno, adios -dijo levantandose-. Salude de mi parte a Rodion Romanovitch. ?Ah, se me olvidaba! Le aconsejo que de usted a guardar su dinero al senor Rasumikhine. ?Le conoce? Si, debe usted de conocerle. Es un buen muchacho. Llevele el dinero manana... o cuando usted lo crea oportuno. Hasta entonces procure que no se lo quiten.

Sonia se habia levantado tambien y miraba confusa a su visitante. Deseaba hablarle, hacerle algunas preguntas, pero se sentia intimidada y no sabia por donde empezar.

-Pero... pero ?va usted a salir con esta lluvia?

-?Como puede importarle la lluvia a un hombre que se marcha a America? ?Je, je! Adios, querida Sonia Simonovna. Le deseo muchos anos de vida, muchos anos, pues usted sera util a los demas. A proposito: salude de mi parte al senor Rasumikhine. No lo olvide. Digale que Arcadio Ivanovitch Svidrigailof le ha dado a usted recuerdos para el. No deje de hacerlo.

Y se fue, dejando a la muchacha inquieta, temerosa y dominada por confusas sospechas.

Mas adelante se supo que Svidrigailof habia hecho aquella misma noche otra visita extraordinaria y sorprendente. Seguia lloviendo. A las once y veinte se presento, completamente empapado, en casa de los padres de su prometida, que habitaban un pequeno departamento en la tercera avenida de Vasilievski Ostrof. No le fue facil conseguir que le abrieran. Su llegada a aquella hora intempestiva causo gran desconcierto. Pero Arcadio Ivanovitch tenia el don de captarse a las personas cuando se lo proponia, y aquellos padres que en el primer momento -y con sobrados motivos- habian considerado la visita de Svidrigailof como una calaverada de borracho, se convencieron muy pronto de su error.

La inteligente y amable madre de la novia le acerco el sillon del achacoso padre y abrio la conversacion con grandes rodeos. Nunca iba derecha al asunto y empezaba por una serie de sonrisas, gestos y ademanes. Por ejemplo, cuando quiso saber la fecha en que Arcadio Ivanovitch se proponia celebrar la boda, comenzo interesandose vivamente por Paris y la vida de su alta sociedad, para ir trasladandolo poco a poco desde aquella lejana capital a Vasilievski Ostrof.

Arcadio Ivanovitch habia respetado siempre estas pequenas argucias, pero aquella noche estaba mas impaciente que de costumbre y solicito ver en seguida a su futura esposa, a pesar de que le habian dicho que estaba acostada. Su demanda fue atendida.

Svidrigailof dijo simplemente a su novia que un asunto urgente le obligaba a ausentarse de Petersburgo y que por esta razon le entregaba quince mil rublos, insignificante cantidad que tenia intencion de ofrecerle desde hacia tiempo y que le rogaba que la aceptase como regalo de boda. No se comprendia la relacion que pudiera existir entre semejante obsequio y el anunciado viaje, y tampoco se veia en el asunto una urgencia que justificase aquella visita en plena noche y bajo una lluvia torrencial. No obstante, las explicaciones de Arcadio Ivanovitch obtuvieron una excelente acogida: incluso las exclamaciones de sorpresa y las preguntas de rigor se hicieron en un tono delicadamente moderado. Pero ello no impidio que los padres pronunciaran calurosas palabras de gratitud reforzadas por las lagrimas de la inteligente madre.

Arcadio Ivanovitch se levanto. Sonriendo, beso a su prometida y le dio una palmadita carinosa en la cara. Seguidamente le dijo que volveria pronto, y como descubriera en sus ojos una expresion de curiosidad infantil al mismo tiempo que una grave y muda interrogacion volvio a besarla, mientras se decia, con cierta contrariedad, que el regalo que acababa de hacer seria encerrado bajo llave por aquella madre que era un ejemplo de prudencia.

Cuando se fue, la familia quedo en un estado de agitacion extraordinaria. Pero la inteligente madre resolvio inmediatamente ciertos puntos importantes. Manifesto que Arcadio Ivanovitch era una personalidad ocupada continuamente en negocios de gran importancia y que estaba relacionado con los personajes mas eminentes. Solo Dios sabia las ideas que pasaban por su cerebro. Habia decidido hacer un viaje y realizaba su proyecto sin vacilar. Lo mismo podia decirse del regalo en dinero que acababa de hacer a su prometida. Tratandose de un hombre asi, uno no debia asombrarse de nada. Ciertamente, habia motivo para sorprenderse al verle tan empapado, pero mayores extravagancias se observaban en los ingleses. Ademas, a las personas del gran mundo no les importaban las murmuraciones y no se preocupaban por nada ni por nadie. Tal vez el se mostraba asi adrede, para demostrar lo indiferente que le era la opinion ajena.

Lo mas importante era no decir ni una palabra a nadie, pues sabia Dios como terminaria aquel asunto. Habia que guardar el dinero bajo llave sin perdida de tiempo. Afortunadamente, nadie se habia enterado de lo ocurrido. Sobre todo, habria que procurar mantener en la ignorancia a la trapacera senora Resslich. Los padres estuvieron hablando de estas cosas hasta las dos de la madrugada. Pero a esta hora la hija hacia ya tiempo que habia vuelto a la cama, perpleja y un poco triste.

Svidrigailof entro en la ciudad por la puerta ... La lluvia habia cesado, pero el viento soplaba con violencia. Se estremecio y se detuvo para contemplar con una atencion extrana, vacilante, la oscura agua del Pequeno Neva. Pero al cabo de un momento de permanecer inclinado sobre el barandal sintio frio y echo a andar, internandose en la avenida... Durante cerca de media hora estuvo recorriendo esta inmensa via como si buscase algo. Hacia poco, un dia que pasaba casualmente por alli, habia visto, a la derecha, una gran construccion de madera, un hotel llamado, si mal no recordaba, "Andrinopolis." Al fin lo encontro. En verdad, era imposible no verlo en aquella oscuridad: era un largo edificio, iluminado todavia, a pesar de la hora, y en el que se percibian ciertos indicios de animacion.

Entro y pidio un aposento a un mozo andrajoso que encontro en el pasillo. El sirviente le dirigio una mirada y lo condujo a una pequena y asfixiante habitacion situada al final del corredor, debajo de la escalera. No habia otra: el hotel estaba lleno. El mozo esperaba, mirando a Svidrigailof con expresion interrogante.

-?Tienen te? -pregunto el huesped.

-Si.

-?Y que mas?

-Ternera, vodka, fiambres...

-Traigame un trozo de carne y te.

-?Nada mas? -pregunto el sirviente con cierto asombro. -Nada mas.

El mozo se fue, dando muestras de contrariedad.

"Este lugar no debe de ser muy decente -penso Svidrigailof-. ?Como es posible que no lo haya advertido antes? Tambien yo debo de tener el aspecto de un hombre que viene de divertirse y ha tenido una aventura por el camino. Me gustaria saber que clase de gente se hospeda aqui."

Encendio la bujia y examino el aposento atentamente. Era una verdadera jaula en la que habian abierto una ventana. Tan bajo tenia el techo, que un hombre de la talla de Svidrigailof dificilmente podia estar de pie. Ademas de la sucia cama, habia una mesa de madera blanca pintada y una silla, lo que bastaba para llenar la habitacion. Las paredes parecian construidas con simples tablas y estaban revestidas de un papel tan sucio y lleno de polvo que era imposible deducir su color. La escalera cortaba al sesgo el techo y un trozo de pared, lo que daba a la pieza un aspecto de buhardilla.

Svidrigailof deposito la bujia en la mesa, se sento en la cama y empezo a reflexionar. Pero un murmullo de voces, que subian de tono hasta convertirse en gritos y que procedian de la habitacion inmediata, acabo por atraer su atencion. Aguzo el oido. Solo una persona hablaba, quejandose a otra con voz planidera.

Svidrigailof se levanto, puso la mano a modo de pantalla delante de la llama de la bujia y en seguida distinguio una grieta iluminada en el tabique. Se acerco y miro. La habitacion era un poco mayor que la suya. En ella habia dos hombres. Uno de ellos estaba de pie, en mangas de camisa; tenia el cabello revuelto, la cara enrojecida, las piernas abiertas y una actitud de orador. Se daba fuertes golpes en el pecho y sermoneaba a su companero con voz patetica, recordandole que lo habia sacado del lodo, que podia abandonarlo nuevamente y que el Altisimo veia lo que ocurria aqui abajo. El amigo al que se dirigia tenia el aspecto del hombre que quiere estornudar y no puede. De vez en cuando miraba estupidamente al orador, cuyas palabras, evidentemente, no comprendia. Sobre la mesa habia un cabo de vela que estaba en las ultimas, una botella de vodka casi vacia, vasos de varios tamanos, pan, cohombros y tazas de te.

Despues de haber contemplado atentamente este cuadro, Svidrigailof dejo su puesto de observacion y volvio a sentarse en la cama. Al traerle el te y la carne, el harapiento mozo no pudo menos de volverle a preguntar si queria alguna otra cosa, pero de nuevo recibio una respuesta negativa y se retiro definitivamente. Svidrigailof se apresuro a tomarse un vaso de te para entrar en calor. Pero no pudo comer nada. Empezaba a tener fiebre y esto le quitaba el apetito. Se despojo del abrigo y de la americana y se introdujo entre las ropas del lecho. Se sentia molesto.

"Quisiera estar bien en esta ocasion", penso con una sonrisita ironica.

La atmosfera era asfixiante, la bujia iluminaba debilmente la habitacion, fuera rugia el viento. Llegaba de un rincon ruido de ratas; ademas, un olor de cuero y de raton llenaba la pieza. Svidrigailof fantaseaba tendido en su lecho. Las ideas se sucedian confusamente en su cerebro. Deseaba que su imaginacion se detuviera sobre algo. Penso:

"Debe de haber un jardin debajo de la ventana. Oigo el rumor del ramaje agitado por el viento. ?Como odio este rumor de follaje en las noches de tormenta! Es verdaderamente desagradable. "

Y recordo que hacia un momento, al pasar por el parque Petrovitch, habia experimentado la misma ingrata sensacion. Luego penso en el Pequeno Neva y volvio a estremecerse como se habia estremecido hacia un rato cuando se habia asomado a mirar el agua.

" Nunca he podido ver el agua ni en pintura. "

Y acto seguido le asaltaron otras extranas ideas que le hicieron sonreir de nuevo.

"En estos momentos, todo eso de la comodidad y la estetica deberia tenerme sin cuidado. Sin embargo, estoy procediendo como el animal que lucha por conseguir un buen sitio... ?En estas circunstancias...! Lo mejor habria sido ir en seguida a Petrovski Ostrof. Pero no, me han dado miedo el frio y las tinieblas. ?Je, je! ?El senor necesita sensaciones agradables...! Pero ?por que no he apagado ya la vela?"

La apago de un soplo y, al no ver luz en la grieta del tabique, siguio diciendose:

"Mis vecinos se han acostado ya... Ahora seria oportuna tu visita, Marfa Petrovna. La oscuridad es completa; el lugar, adecuado; el momento, propicio... Pero ya veo que no quieres venir. "

De pronto se acordo de que, poco antes de poner en practica su proyecto sobre Dunia, habia aconsejado a Raskolnikof que confiara a su hermana a la custodia de Rasumikhine.

"Lo he dicho para fustigarme los nervios, como ha adivinado Rodion Romanovitch. ?Que astuto es! Ha sufrido mucho. Puede llegar a ser algo con el tiempo, cuando se vea libre de las disparatadas ideas que ahora le obsesionan. Esta anhelante de vida. En tales circunstancias, todos los hombres como el son cobardes... ?En fin, que el diablo le lleve! ?Que me importa a mi lo que haga o deje de hacer!

El sueno seguia huyendo de el. Poco a poco, la imagen de Dunia fue esbozandose en su imaginacion y un estremecimiento recorrio todo su cuerpo.

" ?No, hay que terminar! -se dijo, volviendo en si-. Pensemos en otra cosa. Es verdaderamente extrano y curioso que yo no haya odiado jamas seriamente a nadie, que no haya tenido el deseo de vengarme de nadie. Esto es mala senal... ?Cuantas promesas le he hecho! Esa mujer podria haberme gobernado a su antojo."

Se detuvo y apreto los dientes. La imagen de Dunetchka surgio ante el tal como la habia visto en el momento de hacer el primer disparo. Despues habia tenido miedo, habia bajado el revolver y se habia quedado mirandole como petrificada por el espanto. Entonces el habria podido cogerla, y no una, sino dos veces, sin que ella hubiera levantado el brazo para defenderse. Sin embargo, el la aviso. Recordaba que se habia compadecido de ella. Si, en aquel momento su corazon se habia conmovido.

" ?Diablo! ?Todavia pensando en esto? ?Hay que terminar, terminar de una vez ! "

Ya empezaba a dormirse, ya se calmaba su temblor febril, cuando noto que algo corria sobre la cubierta, a lo largo de su brazo y de su pierna.





"?Demonio! Debe de ser un raton. Me he dejado la carne en la mesa y..."

No queria destaparse ni levantarse con aquel frio. Pero de pronto noto en la pierna un nuevo contacto desagradable. Entonces echo a un lado la cubierta y encendio la bujia. Despues, temblando de frio, empezo a inspeccionar la cama. De subito vio que un raton saltaba sobre la sabana. Intento atraparlo, pero el animal, sin bajar del lecho, empezo a corretear y a zigzaguear en todas direcciones, burlando a la mano que trataba de asirlo. Al fin se introdujo debajo de la almohada. Svidrigailof arrojo la almohada al suelo, pero noto que algo habia saltado sobre su pecho y se paseaba por encima de su camisa. En este momento se estremecio de pies a cabeza y se desperto. La oscuridad reinaba en la habitacion y el estaba acostado y bien tapado como poco antes. Fuera seguia rugiendo el viento.

" ?Esto es insufrible! " se dijo con los nervios crispados.

Se levanto y se sento en el borde del lecho, dando la espalda a la ventana.