Re: Достоевский Ф. М. - Преступление и наказание на испанском языке
Lebeziatnikof debia de haberse equivocado en lo referente a la sarten. Por lo menos, Raskolnikof no vio ninguna. Catalina Ivanovna se limitaba a llevar el compas batiendo palmas con sus descarnadas manos cuando obligaba a Poletchka a cantar y a Lena y Kolia a bailar. A veces se ponia a cantar ella misma; pero pronto le cortaba el canto una tos violenta que la desesperaba. Entonces empezaba a maldecir de su enfermedad y a llorar. Pero lo que mas la enfurecia eran las lagrimas y el terror de Lena y de Kolia.
Habia intentado vestir a sus hijos como cantantes callejeros. Le habia puesto al nino una especie de turbante rojo y blanco, con lo que parecia un turco. Como no tenia tela para hacer a Lena un vestido, se habia limitado a ponerle en la cabeza el gorro de lana, en forma de casco, del difunto Simon Zaharevitch, al que anadio como adorno una pluma de avestruz blanca que habia pertenecido a su abuela y que hasta entonces habia tenido guardada en su baul como una reliquia de familia. Poletchka llevaba su vestido de siempre. Miraba a su madre con una expresion de inquietud y timidez y no se apartaba de ella. Procuraba ocultarle sus lagrimas; sospechaba que su madre no estaba en su juicio, y se sentia aterrada al verse en la calle, en medio de aquella multitud. En cuanto a Sonia, se habia acercado a su madrastra y le suplicaba llorando que volviera a casa. Pero Catalina Ivanovna se mostraba inflexible.
-?Basta, Sonia! -exclamo, jadeando y sin poder continuar a causa de la tos- No sabes lo que me pides. Pareces una nina. Ya lo he dicho que no volvere a casa de esa alemana borracha. Que todo el mundo, que todo Petersburgo vea mendigar a los hijos de un padre noble que ha servido leal y fielmente toda su vida y que ha muerto, por decirlo asi, en su puesto de trabajo.
Aquel trastornado cerebro habia urdido esta fantasia, y Catalina Ivanovna creia en ella ciegamente.
-Que ese bribon de general vea esto. Ademas, tu no te das cuenta de una cosa, Sonia. ?De donde vamos a sacar ahora la comida? Ya te hemos explotado bastante y no quiero que esto continue...
En esto vio a Raskolnikof y corrio hacia el.
-?Es usted, Rodion Romanovitch? Haga el favor de explicarle a esta tonta que la resolucion que he tomado es la mas conveniente. Bien se da limosna a los musicos ambulantes. A nosotros nos reconoceran en seguida: veran que somos una familia noble caida en la miseria, y ese detestable general sera expulsado del ejercito: ya lo vera usted. Iremos todos los dias a pedir bajo sus ventanas. Y cuando pase el emperador, me arrojare a sus pies y le mostrare a mis hijos. "Protejame, senor", le dire. Es un hombre misericordioso, un padre para los huerfanos, y nos protegera, ya lo vera usted. Y ese detestable general... Lena, tenez-vous droite . Tu, Kolia, vas a volver a bailar en seguida. Pero ?por que lloras? ?De que tienes miedo, so tonto? Senor, ?que puedo hacer con ellos? Le hacen perder a una la paciencia, Rodion Romanovitch.
Y entre lagrimas (lo que no le impedia hablar sin descanso) mostraba a Raskolnikof sus desconsolados hijos.
El joven intento convencerla de que volviera a su habitacion, diciendole (creia que levantaria su amor propio) que no debia ir por las calles como los organilleros, cuando estaba en visperas de ser directora de un pensionado para muchachas nobles.
-?Un pensionado? ?Ja, ja, ja! ?Esa es buena! -exclamo Catalina Ivanovna, a la que acometio un acceso de tos en medio de su risa-. No, Rodion Romanovitch: ese sueno se ha desvanecido. Todo el mundo nos ha abandonado. Y ese general... Sepa usted, Rodion Romanovitch, que le arroje a la cabeza un tintero que habia en una mesa de la antecamara, al lado de la hoja donde han de poner su nombre los visitantes. No escribi el mio, le arroje el tintero a la cabeza y me marche. ?Cobardes! ?Miserables...! Pero ahora me rio de ellos. Me encargare yo misma de la alimentacion de mis hijos y no me humillare ante nadie. Ya la hemos explotado bastante -senalaba a Sonia-. Poletchka, ?cuanto dinero hemos recogido? A ver. ?Como? ?Dos kopeks nada mas? ?Que gente tan miserable! No dan nada. Lo unico que hacen es venir detras de nosotros como idiotas. ?De que se reira ese cretino? -senalaba a uno del grupo de curiosos-. De todo esto tiene la culpa Kolia, que no entiende nada. La saca a una de quicio... ?Que quieres, Poletchka? Hablame en frances, parle-moi francais. Te he dado lecciones; sabes muchas frases. Si no hablas en frances, ?como sabra la gente que perteneces a una familia noble y que sois ninos bien educados y no musicos ambulantes? Nosotros no cantaremos cancioncillas ligeras, sino hermosas romanzas. Bueno, vamos a ver que cantamos ahora. Haced el favor de no interrumpirme... Oiga, Rodion Romanovitch nos hemos detenido aqui para escoger nuestro repertorio... Necesitamos un aire que pueda bailar Kolia... Ya comprendera usted que no tenemos nada preparado. Primero hay que ensayar, y cuando ya podamos presentar un trabajo de conjunto, nos iremos a la avenida Nevsky, por donde pasa mucha gente distinguida, que se fijara en nosotros inmediatamente. Lena sabe esa cancion que se llama La casita de campo, pero ya la conoce todo el mundo y resulta una lata. Necesitamos un repertorio de mas calidad. Vamos, Polia, dame alguna idea; ayuda a tu madre... ?Ah, esta memoria mia! ?Como me falla! Si no me fallase, ya sabria yo lo que tenemos que cantar. Pues no es cosa de que cantemos El husar apoyado en su sable... ?Ah, ya se! Cantaremos en frances Cinq sous. Vosotros sabeis esta cancion porque os la he ensenado, y como es una cancion francesa, la gente vera en seguida que perteneceis a una familia noble y se conmovera Tambien podriamos cantar Marlborough s'en va-t-en guerre, que es una cancion infantil que se canta en todas las casas aristocraticas para dormir a los ninos.
"Marlborough s'en va-t-en guerre,
ne sait quand reviendra.
Habia empezado a cantar, pero en seguida se interrumpio. -No, es mejor que cantemos Cinq sous... Anda, Kolia: las manos en las caderas, y a moverse vivamente. Y tu, Lena, da vueltas tambien, pero en sentido contrario. Poletchka y yo cantaremos y batiremos palmas.
"Cinq sous, cinq sous
Pour monter notre menage.
La acometio un acceso de dos.
-Poletchka -dijo sin cesar de toser-, arreglate el vestido. Las hombreras te cuelgan. Ahora vuestro porte debe ser especialmente digno y distinguido, a fin de que todo el mundo pueda ver que perteneceis a la nobleza. Ya decia yo que tu corpino debia ser mas largo. Mira el resultado: esta nina es una caricatura... ?Otra vez llorando? Pero ?que os pasa, estupidos? Vamos, Kolia, empieza ya. ?Anda! Animo. ?Oh, que criatura tan insoportable!
"Cinq sous, cinq sous.
"?Ahora un soldado? ?A que vienes?
Era un gendarme, que se habia abierto paso entre la muchedumbre. Pero, al mismo tiempo, se habia acercado un senor de unos cincuenta anos y aspecto imponente, que llevaba uniforme de funcionario y una condecoracion pendiente de una cinta que rodeaba su cuello (lo cual produjo gran satisfaccion a Catalina Ivanovna y causo cierta impresion al gendarme). El caballero, sin desplegar los labios, entrego a la viuda un billete de tres rublos, mientras su semblante reflejaba una compasion sincera. Catalina Ivanovna acepto el obsequio y se inclino ceremoniosamente.
-Muchas gracias, senor -dijo en un tono lleno de dignidad-. Las razones que nos han impulsado a... Toma el dinero, Poletchka. Ya ves que todavia hay en el mundo hombres generosos y magnanimos prestos a socorrer a una dama de la nobleza caida en el infortunio. Los huerfanos que ve ante usted, senor, son de origen noble, e incluso puede decirse que estan emparentados con la mas alta aristocracia... Ese miserable general estaba comiendo perdices... Empezo a golpear el suelo con el pie, contrariado por mi presencia, y yo le dije: "Excelencia, usted conocia a Simon Zaharevitch. Proteja a sus huerfanos. El mismo dia de su entierro, su hija ha tenido que soportar las calumnias del mas miserable de los hombres..." ?Todavia esta aqui este soldado?
Y grito, dirigiendose al funcionario:
-Protejame, senor. ?Por que me acosa este soldado? Ya hemos tenido que librarnos de uno en la calle de los Burgueses... ?Que quieres de ml, imbecil?
-Esta prohibido armar escandalo en la calle. Haga el favor de comportarse con mas correccion.
-?Tu si que eres incorrecto! Yo no hago sino lo que hacen los musicos ambulantes. ?Por que te has de ensanar conmigo?
-Los musicos ambulantes necesitan un permiso. Usted no lo tiene y provoca escandalos en la via publica. ?Donde vive usted?
-?Un permiso? -exclamo Catalina Ivanovna-. ?He enterrado hoy a mi marido! ?Que permiso puedo tener?
-Calmese, senora -dijo el funcionario-. Venga, la acompanare a su casa. Usted no es persona para estar entre esta gente. Esta usted enferma...
-?Senor, usted no conoce nuestra situacion! -dijo Catalina Ivanovna-. Tenemos que ir a la avenida Nevsky... ?Sonia, Sonia...! ?Donde estas? ?Tambien tu lloras? Pero ?que os pasa a todos...? Kolia Lena, ?adonde vais? -exclamo, subitamente aterrada-. ?Que ninos tan estupidos! ?Kolia, Lena! ?Adonde vais?
Lo ocurrido era que los ninos, ya asustados por la multitud que los rodeaba y por las extravagancias de su madre, habian sentido verdadero terror al ver acercarse al gendarme dispuesto a detenerlos y habian huido a todo correr.
La infortunada Catalina Ivanovna se habia lanzado en pos de ellos, gimiendo y sollozando. Era desgarrador verla correr jadeando y entre sollozos. Sonia y Poletchka salieron en su persecucion.
-?Cogelos, Sonia! ?Que ninos tan estupidos e ingratos! ?Detenlos, Polia! Todo lo he hecho por vosotros.
En su carrera tropezo con un obstaculo y cayo.
-?Se ha herido! ?Esta cubierta de sangre! ?Dios mio!
Y mientras decia esto, Sonia se habia inclinado sobre ella.
La gente se apino en torno de las dos mujeres. Raskolnikof y Lebeziatnikof habian sido de los primeros en llegar, asi como el funcionario y el gendarme.
-?Que desgracia! -gruno este ultimo, presintiendo que se hallaba ante un asunto enojoso.
Luego trato de dispersar a la multitud que se hacinaba en torno de el.
-?Circulen, circulen!
-Se muere -dijo uno.
-Se ha vuelto loca -afirmo otro.
-?Piedad para ella, Senor! -dijo una mujer santiguandose-. ?Se ha encontrado a los ninos? Si, ahi vienen; los trae la nina mayor. ?Que desgracia, Dios mio!
Al examinar atentamente a Catalina Ivanovna se pudo ver que no se habia herido, como creyera Sonia, sino que la sangre que tenia el pavimento salia de su boca.
-Yo se lo que es eso -dijo el funcionario en voz baja a Raskolnikof y Lebeziatnikof-. Esta tisica. La sangre empieza a salir y ahoga al enfermo. Yo he presenciado un caso igual en una parienta mia. De pronto echo vaso y medio de sangre. ?Que podemos hacer? Se va a morir.
-?Llevenla a mi casa! -suplico Sonia-. Vivo aqui mismo... Aquella casa, la segunda... ?A mi casa, pronto...! Busquen un medico... ?Senor!
Todo se arreglo gracias a la intervencion del funcionario. El gendarme incluso ayudo a transportar a Catalina Ivanovna. La depositaron medio muerta en la cama de Sonia. La hemorragia continuaba, pero la enferma se iba recobrando poco a poco.
En la habitacion, ademas de Sonia, habian entrado Raskolnikof, Lebeziatnikof, el funcionario y el gendarme, que obligo a retirarse a algunos curiosos que habian llegado hasta la puerta. Aparecio Poletchka con los fugitivos, que temblaban y lloraban. De casa de Kapernaumof llegaron tambien, primero el mismo sastre, con su cojera y su unico ojo sano, y que tenia un aspecto extrano con sus patillas y cabellos tiesos; despues su mujer, cuyo semblante tenia una expresion de espanto, y en pos de ellos algunos de sus ninos, cuyas caras reflejaban un estupido estupor. Entre toda esta multitud aparecio de pronto el senor Svidrigailof. Raskolnikof le contemplo con un gesto de asombro. No comprendia de donde habia salido: no recordaba haberlo visto entre la multitud.
Se hablo de llamar a un medico y a un sacerdote. El funcionario murmuro al oido de Raskolnikof que la medicina no podia hacer nada en este caso, pero no por eso dejo de aprobar la idea de que se fuera a buscar un doctor. Kapernaumof se encargo de ello.
Entre tanto, Catalina Ivanovna se habia reanimado un poco. La hemorragia habia cesado. La enferma dirigio una mirada llena de dolor, pero penetrante, a la pobre Sonia, que, palida y temblorosa, le limpiaba la frente con un panuelo. Despues pidio que la levantaran. La sentaron en la cama y le pusieron almohadas a ambos lados para que pudiera sostenerse.
-?Donde estan los ninos? -pregunto con voz tremula-. ?Los has traido, Polia? ?Los muy tontos! ?Por que habeis huido? ?Por que?
La sangre cubria aun sus delgados labios. La enferma paseo la mirada por la habitacion.
-Aqui vives, ?verdad, Sonia? No habia venido nunca a tu casa, y al fin he tenido ocasion de verla.
Se quedo mirando a Sonia con una expresion llena de amargura.
-Hemos destrozado tu vida por completo... Polia, Lena, Kolia, venid... Aqui estan, Sonia... Tomalos... Los pongo en tus manos... Yo he terminado ya... Se acabo la fiesta... Acostadme... Dejadme morir tranquila.
La tendieron en la cama.
-?Como? ?Un sacerdote? ?Para que? ?Es que a alguno de ustedes les sobra un rublo...? Yo no tengo pecados... Dios me perdonara... Sabe lo mucho que he sufrido en la vida... Y si no me perdona, ?que le vamos a hacer?
El delirio de la fiebre se iba apoderando de ella. Sus ideas eran cada vez mas confusas. A cada momento se estremecia, miraba al circulo formado en torno del lecho, los reconocia a todos. Despues volvia a hundirse en el delirio. Su respiracion era silbante y penosa. Se oia en su garganta una especie de hervor.
-Yo le dije: "?Excelencia...!" -exclamo, deteniendose despues de cada palabra para tomar aliento-. ?Esa Amalia Ludwigovna...! ?Lena, Kolia, las manos en las caderas...! Vivacidad, mucha vivacidad... Ligereza y elegancia... Un poco de taconeo... ?A ver si lo haceis con gracia...!
"Du hast Diamanten and Perlen.
"?Que viene despues...? ?Ah, si!
"Du hast die schonsten Augen...
Madchen, was willst du meher?
"?Que falso es esto! Was willst du meher...? Bueno, ?que mas dijo el muy imbecil...? Ya, ya recuerdo lo que sigue...
"En los mediodias ardientes
de los llanos del Daghestan...
"?Ah, como me gustaba, como me encantaba esta romanza, Poletchka! Me la cantaba tu padre antes de casarnos... ?Que tiempos aquellos...! Esto es lo que debemos cantar... Pero ?que viene despues...? Lo he olvidado... Ayudame a recordar...
La dominaba una profunda agitacion. Intentaba incorporarse... De pronto, con voz ronca, entrecortada, siniestra, deteniendose para respirar despues de cada palabra, con una creciente expresion de inquietud en el rostro, volvio a cantar:
En los mediodias ardientes
de los llanos del Daghestan...,
con una bala en el pecho...
De pronto rompio a llorar y exclamo con una especie de ronquido:
-?Excelencia, proteja a los huerfanos en memoria del difunto Simon Zaharevitch, del que incluso puede decirse que era un aristocrata!
Tras un estremecimiento, volvio a su juicio, miro con un gesto de espanto a cuantos la rodeaban y se vio que hacia esfuerzos por recordar donde estaba. En seguida reconocio a Sonia, pero se mostro sorprendida de verla a su lado.
-Sonia..., Sonia...-dijo dulcemente-, ?tambien estas tu aqui?
La levantaron de nuevo.
-?Ha llegado la hora...! ?Esto se acabo, desgraciada...! La bestia esta rendida..., ?muerta! -grito con amarga desesperacion, y cayo sobre la almohada.
Quedo adormecida, pero este sopor duro poco. Echo hacia atras el amarillento y enjuto rostro, su boca se abrio, sus piernas se extendieron convulsivamente, lanzo un profundo suspiro y murio.
Sonia se arrojo sobre el cadaver, se abrazo a el, dejo caer su cabeza sobre el descarnado pecho de la difunta y quedo inmovil, petrificada. Poletchka se echo sobre los pies de su madre y empezo a besarlos sollozando.
Kolia y Lena, aunque no comprendian lo que habia sucedido, adivinaban que el acontecimiento era catastrofico. Se habian cogido de los hombros y se miraban en silencio. De pronto, los dos abrieron la boca y empezaron a llorar y a gritar.
Los dos llevaban aun sus vestidos de saltimbanqui: uno su turbante, el otro su gorro adornado con una pluma de avestruz.
No se sabe como, el diploma obtenido por Catalina Ivanovna en el internado aparecio de pronto en el lecho, al lado del cadaver. Raskolnikof lo vio. Estaba junto a la almohada.
Rodia se dirigio a la ventana. Lebeziatnikof corrio a reunirse con el.
Se ha muerto -murmuro.
-Rodion Romanovitch -dijo Svidrigailof acercandose a ellos-, tengo que decirle algo importante.
Lebeziatnikof se retiro en el acto discretamente. No obstante, Svidrigailof se llevo a Raskolnikof a un rincon mas apartado. Rodia no podia ocultar su curiosidad.
-De todo esto, del entierro y de lo demas, me encargo yo. Ya sabe usted que tengo mas dinero del que necesito. Llevare a Poletchka y sus hermanitos a un buen orfelinato y depositare mil quinientos rublos para cada uno. Asi podran llegar a la mayoria de edad sin que Sonia Simonovna tenga que preocuparse por su sostenimiento. En cuanto a ella, la retirare de la prostitucion, pues es una buena chica, ?no le parece? Ya puede usted explicar a Avdotia Romanovna en que gasto yo el dinero.
-?Que persigue usted con su generosidad? -pregunto Raskolnikof.
-?Que esceptico es usted! -exclamo Svidrigailof, echandose a reir-. Ya le he dicho que no necesito el dinero que en esto voy a gastar. Usted no admite que yo pueda proceder por un simple impulso de humanidad. Al fin y al cabo, esa mujer no era un gusano -senalaba con el dedo el rincon donde reposaba la difunta- como cierta vieja usurera. ?No seria preferible que, en vez de ella, hubiera muerto Lujine, ya que asi no podria cometer mas infamias? Sin mi ayuda, Poletchka seguiria el camino de su hermana...
Su tono malicioso parecia lleno de reticencia, y mientras hablaba no apartaba la vista de Raskolnikof, el cual se estremecio y se puso palido al oir repetir los razonamientos que habia hecho a Sonia. Retrocedio vivamente y fijo en Svidrigailof una mirada extrana.
-?Como sabe usted que yo he dicho eso?-balbuceo.
-Vivo al otro lado de ese tabique, en casa de la senora Resslich. Este departamento pertenece a Kapernaumof, y aquel, a la senora Resslich, mi antigua y excelente amiga. Soy vecino de Sonia Simonovna.
-?Usted?
-Si, yo -dijo Svidrigailof entre grandes carcajadas-. Le doy mi palabra de honor, querido Rodion Romanovitch, de que me ha interesado usted extraordinariamente. Le dije que seriamos buenos amigos. Pues bien, ya lo somos. Ya vera como soy un hombre comprensivo y tratable con el que se puede alternar perfectamente.
SEXTA PARTE
I
Empezo para Raskolnikof una vida extrana. Era como si una especie de neblina le hubiera envuelto y hundido en un fatidico y doloroso aislamiento. Cuando mas adelante recordaba este periodo de su vida, comprendia que entonces su razon vacilaba a cada momento y que este estado, interrumpido por algunos intervalos de lucidez, se habia prolongado hasta la catastrofe definitiva. Tenia el convencimiento de que habia cometido muchos errores, sobre todo en las fechas y sucesion de los hechos. Por lo menos, cuando, andando el tiempo, recordo, y trato de poner en orden estos recursos, y despues de explicarse lo sucedido, solo gracias al testimonio de otras personas pudo conocer muchas de las cosas que pertenecian a aquel periodo de su propia vida. Confundia los hechos y consideraba algunos como consecuencia de otros que solo existian en su imaginacion. A veces le dominaba una angustia enfermiza y un profundo terror. Y tambien se acordaba de haber pasado minutos, horas y acaso dias sumido en una apatia que solo podia compararse con el estado de indiferencia de ciertos moribundos. En general, ultimamente parecia preferir cerrar los ojos a su situacion que darse cuenta exacta de ella. Asi, ciertos hechos esenciales que se veia obligado a dilucidar le mortificaban, y, en compensacion, descuidaba alegremente otras cuestiones cuyo olvido podia serle fatal, teniendo en cuenta su situacion.
Svidrigailof le inquietaba de un modo especial. Incluso podia decirse que su pensamiento se habia fijado e inmovilizado en el. Desde que habia oido las palabras, claras y amenazadoras, que este hombre habia pronunciado en la habitacion de Sonia el dia de la muerte de Catalina Ivanovna, las ideas de Raskolnikof habian tomado una direccion completamente nueva. Pero, a pesar de que este hecho imprevisto le inquietaba profundamente, no se apresuraba a poner las cosas en claro. A veces, cuando se encontraba en algun barrio solitario y apartado, solo ante una mesa de alguna taberna miserable, sin que pudiera comprender como habia llegado alli, el recuerdo de Svidrigailof le asaltaba de pronto, y se decia, con febril lucidez, que debia tener con el una explicacion cuanto antes. Un dia en que se fue a pasear por las afueras, se imagino que se habia citado con Svidrigailof. Otra vez se desperto al amanecer en un matorral, sin saber por que estaba alli.
En los dos o tres dias que siguieron a la muerte de Catalina Ivanovna, Raskolnikof se habia encontrado varias veces con Svidrigailof, casi siempre en la habitacion de Sonia, a la que iba a visitar sin objeto alguno y para volverse a marchar en seguida. Se limitaba a cambiar rapidamente algunas palabras triviales, sin abordar el punto principal, como si se hubieran puesto de acuerdo tacitamente en dejar a un lado de momento esta cuestion. El cuerpo de Catalina Ivanovna estaba aun en el aposento. Svidrigailof se encargaba de todo lo relacionado con el entierro y parecia muy atareado. Tambien Sonia estaba muy ocupada.
La ultima vez que se vieron, Svidrigailof entero a Raskolnikof de que habia arreglado felizmente la situacion de los ninos de la difunta. Gracias a ciertas personalidades que le conocian, habia conseguido que admitieran a los huerfanos en excelentes orfelinatos, donde recibirian un trato especial, ya que habia entregado una buena suma por cada uno de ellos.
Despues dijo algunas palabras acerca de Sonia, prometio a Raskolnikof pasar pronto por su casa y le recordo que deseaba pedirle consejo sobre ciertos asuntos.
Esta conversacion tuvo lugar en la entrada de la casa, al pie de la escalera. Svidrigailof miraba fijamente a Raskolnikof. De pronto bajo la voz y le dijo:
-Pero ?que le pasa a usted, Rodion Romanovitch? Cualquiera diria que no esta usted en su juicio. Usted escucha y mira con la expresion del hombre que no comprende nada. Hay que animarse. Tenemos que hablar, a pesar de que estoy muy ocupado tanto por asuntos propios como por ajenos... Oiga, Rodion Romanovitch -le dijo de pronto-, todos los hombres necesitamos aire, aire libre... Esto es indispensable.
Se aparto para dejar paso a un sacerdote y a un sacristan que venian a celebrar el oficio de difuntos. Svidrigailof lo habia arreglado todo para que esta ceremonia se repitiese dos veces cada dia a las mismas horas. Se marcho. Raskolnikof estuvo un momento reflexionando. Despues siguio al sacerdote hasta el aposento de Sonia.
Se detuvo en el umbral. Comenzo el oficio, triste, grave, solemne. Las ceremonias funebres le inspiraban desde la infancia un sentimiento de terror mistico. Hacia mucho tiempo' que no habia asistido a una misa de difuntos. La ceremonia que estaba presenciando era para el especialmente conmovedora e impresionante. Miro a los ninos. Los tres estaban arrodillados junto al ataud. Poletchka lloraba. Tras ella, Sonia rezaba, procurando ocultar sus lagrimas.
" En todos estos dias -se dijo Raskolnikof- no me ha dirigido ni una palabra ni una mirada."
El sol iluminaba la habitacion, y el humo del incienso se elevaba en densas volutas.
El sacerdote leyo:
-"Concedele, Senor, el descanso eterno."
Raskolnikof permanecio en el aposento hasta el final del oficio. El pope repartio sus bendiciones y salio, dirigiendo a un lado y a otro miradas de extraneza.
Despues, el joven se acerco a Sonia. Ella se apodero de sus manos y apoyo en su hombro la cabeza. Esta demostracion de amistad produjo a Raskolnikof un profundo asombro. ?De modo que ella no experimentaba la menor repulsion, el menor horror hacia el? La mano de Sonia no temblaba lo mas minimo en la suya. Era el colmo de la abnegacion: esta era, por lo menos, la explicacion que Raskolnikof daba a semejante detalle. Sonia no desplego los labios. Raskolnikof le estrecho la mano y se fue.
Se habria sentido feliz si hubiera podido retirarse en aquel momento a un lugar verdaderamente solitario, incluso para siempre. Pero, por desgracia para el, en aquellos ultimos dias de su crisis, aunque estaba casi siempre solo, no tenia nunca la sensacion de estarlo completamente.
A veces salia de la ciudad y se alejaba por la carretera. En una ocasion incluso se habia internado en un bosque. Pero cuanto mas solitario y apartado era el paraje, mas claramente percibia Raskolnikof la presencia de algo semejante a un ser, cuya proximidad le aterraba menos que le abatia.
Por eso se apresuraba a volver a la ciudad y se mezclaba con la multitud. Entraba en las tabernas, en los figones; se iba a la plaza del Mercado, al mercado de las Pulgas. Asi se sentia mas tranquilo y mas solo.
Una vez que entro en uno de estos figones, oyo que estaban cantando. Anochecia. Estuvo una hora escuchando, e incluso con gran satisfaccion. Pero al fin una profunda agitacion volvio a apoderarse de el y le asalto una especie de remordimiento.
"Aqui estoy escuchando canciones -se dijo- Pero ?es esto lo que debo hacer?" Ademas, comprendio que no era este su unico motivo de inquietud. Habia otra cuestion que debia resolverse inmediatamente, pero que no lograba identificar y que ni siquiera podia expresar con palabras. Lo sentia en su interior como una especie de torbellino.
"Mas vale luchar -se dijo-: encontrarse cara a cara con Porfirio o Svidrigailof... Si, recibir un reto: tener que rechazar un ataque... No cabe duda de que esto es lo mejor."
Despues de hacerse estas reflexiones, salio precipitadamente del figon. En esto acudio a su pensamiento el recuerdo de su madre y de su hermana, y se apodero de el un profundo terror. Fue esta la noche en que se desperto al oscurecer en un matorral de la isla Kretovski. Estaba helado y temblaba de fiebre cuando tomo el camino de su alojamiento. Llego ya muy avanzada la manana. Tras varias horas de descanso, le desaparecio la fiebre; pero cuando se levanto eran mas de las dos de la tarde.
Se acordo de que era el dia de los funerales de Catalina Ivanovna y se alegro de no haber asistido. Nastasia le trajo la comida y el comio y bebio con gran apetito, casi con glotoneria. Tenia la cabeza despejada y gozaba de una calma que no habia experimentado desde hacia tres dias. Incluso se asombro de los terrores que le habian asaltado. La puerta se abrio y entro Rasumikhine.
-?Ah, estas comiendo! Luego no estas enfermo.
Cogio una silla y se sento frente a su amigo. Parecia muy agitado y no lo disimulaba. Hablo con una indignacion evidente, pero sin apresurarse ni levantar la voz. Era como si le impulsara una intencion misteriosa.
-Escucha -dijo en tono resuelto-: el diablo os lleve a todos, y no quiero saber nada de vosotros, pues no entiendo absolutamente nada de vuestra conducta. No creas que he venido a interrogarte, pues no tengo el menor interes en averiguar nada. Si te tirase de la lengua, empezarias, a lo mejor, a contarme todos tus secretos, y yo no querria escucharlos: escupiria y me marcharia. He venido para aclarar, por mi mismo y definitivamente, si en verdad estas loco. Pues has de saber que algunos creen que lo estas. Y te confieso que me siento inclinado a compartir esta opinion, dado tu modo de obrar estupido, bastante villano y perfectamente inexplicable, asi como tu reciente conducta con tu madre y con tu hermana. ?Que hombre lo haria, Tu madre esta muy enferma desde ayer. Queria verte, y aunque e que no sea un monstruo, un canalla o un loco se habria portado con ellas como te has portado tu? En consecuencia, tu estas loco.
-?Cuando las has visto?
-Hace un rato. ?Y tu? ?Desde cuando no las has visto? Dime, te lo ruego: ?donde has pasado el dia? He estado tres veces aqui y no he conseguido verte. tu hermana ha hecho todo lo posible por retenerla, ella no ha querido escucharla. Ha dicho que si estabas enfermo, si perdias la razon, solo tu madre podia venir en tu ayuda. Por lo tanto, nos hemos venido hacia aqui los tres, pues, como comprenderas, no podiamos dejarla venir sola, y por el camino no hemos cesado de tratar de calmarla. Cuando hemos llegado aqui, tu no estabas. Mira, aqui se ha sentado, y sentada ha estado diez minutos, mientras nosotros permaneciamos de pie ante ella. Al fin se ha levantado y ha dicho: " Si sale, no puede estar enfermo. La razon es que me ha olvidado. No me parece bien que una madre vaya a buscar a su hijo para mendigar sus caricias." Cuando ha vuelto a su casa, ha tenido que acostarse. Ahora tiene fiebre. "Para su amiga si que tiene tiempo", ha dicho. Se referia a Sonia Simonovna, de la que supone que es tu prometida o tu amante. No sabe si es una cosa a otra, y como yo tampoco lo se, amigo mio, y deseaba salir de dudas, he ido en seguida a casa de esa joven... Al entrar, veo un ataud, ninos que lloran y a Sonia Simonovna probandoles vestidos de luto. Tu no estabas alli. Despues de buscarte con los ojos, me he excusado, he salido y he ido a contar a Avdotia Romanovna los resultados de mis pesquisas. O sea que las suposiciones de tu madre han resultado inexactas, y puesto que no se trata de una aventura amorosa, la hipotesis mas plausible es la de la locura. Pero ahora te encuentro comiendo con tanta avidez como si llevaras tres dias en ayunas. Verdad es que los locos tambien comen, y que, ademas, no me has dicho ni una palabra; pero estoy seguro de que no estas loco. Eso es para mi tan indiscutible, que lo juraria a ojos cerrados. Asi, que el diablo se os lleve a todos. Aqui hay un misterio, un secreto, y no estoy dispuesto a romperme la cabeza para resolver este enigma. Solo he venido aqui -termino, levantandose- para decirte lo que te he dicho y descargar mi conciencia. Ahora ya se lo que tengo que hacer.
-?Que vas a hacer?
-?A ti que te importa!
-Vas a beber. Lleva cuidado.
-?Como lo has adivinado?
-No es nada dificil.
Rasumikhine permanecio un momento en silencio.
-Tu eres muy inteligente y nunca has estado loco -exclamo con vehemencia-. Has dado en el clavo. Me voy a beber. Adios.
Y dio un paso hacia la puerta.
-Hable de ti a mi hermana, Rasumikhine. Me parece que fue anteayer.
Rasumikhine se detuvo.
-?De mi? ?Donde la viste?
Habia palidecido ligeramente, y bastaba mirarle para comprender que su corazon habia empezado a latir con violencia.
-Vino a verme. Se sento ahi y estuvo hablando conmigo.
-?Ella?
-Si.
-Bueno, pero ?que le dijiste de mi?
-Le dije que eres una excelente persona, un hombre honrado y trabajador. De tu amor no tuve que decirle nada, pues ella bien sabe que tu la quieres.