Re: Достоевский Ф. М. - Преступление и наказание на испанском языке
Sin embargo, la ejecucion de este plan presentaba grandes dificultades. Durante mas de media hora se limito a errar por el malecon del canal, inspeccionando todas las escaleras que conducian al agua. En ninguna podia llevar a la practica su proposito. Aqui habia un lavadero lleno de lavanderas, alli varias barcas amarradas a la orilla. Ademas, el malecon estaba repleto de transeuntes. Se le podia ver desde todas partes, y a quien lo viera le extranaria que un hombre bajara las escaleras expresamente para echar una cosa al agua. Por anadidura, los estuches podian quedar flotando, y entonces todo el mundo los veria. Lo peor era que las personas con que se cruzaba le miraban de un modo singular, como si el fuera lo unico que les interesara. "?Por que me miraran asi? -se decia-. ?O todo sera obra de mi imaginacion?"
Al fin penso que acaso seria preferible que se dirigiera al Neva. En sus malecones habia menos gente. Alli llamaria menos la atencion, le seria mas facil tirar las joyas y -detalle importantisimo- estaria mas lejos de su barrio.
De pronto se pregunto, asombrado, por que habria estado errando durante media hora ansiosamente por lugares peligrosos, cuando se le ofrecia una solucion tan clara. Habia perdido media hora entera tratando de poner en practica un plan insensato forjado en un momento de desvario. Cada vez era mas propenso a distraerse, su memoria vacilaba, y el se daba cuenta de ello. Habia que apresurarse.
Se dirigio al Neva por la avenida V. Pero por el camino tuvo otra idea. ?Por que ir al Neva? ?Por que arrojar los objetos al agua? ?No era preferible ir a cualquier lugar lejano, a las islas, por ejemplo, buscar un sitio solitario en el interior de un bosque y enterrar las cosas al pie de un arbol, anotando cuidadosamente el lugar donde se hallaba el escondite? Aunque sabia que en aquel momento era incapaz de razonar logicamente, la idea le parecio sumamente practica.
Pero estaba escrito que no habia de llegar a las islas. Al desembocar en la plaza que hay al final de la avenida V. vio a su izquierda la entrada de un gran patio protegido por altos muros. A la derecha habia una pared que parecia no haber estado pintada nunca y que pertenecia a una casa de altura considerable. A la izquierda, paralela a esta pared, corria una valla de madera que penetraba derechamente unos veinte pasos en el patio y luego se desviaba hacia la izquierda. Esta empalizada limitaba un terreno desierto y cubierto de materiales. Al fondo del patio habia un cobertizo cuyo techo rebasaba la altura de la valla. Este cobertizo debia de ser un taller de carpinteria, de guarnicioneria o algo similar. Todo el suelo del patio estaba cubierto de un negro polvillo de carbon.
"He aqui un buen sitio para tirar las joyas -penso-. Despues se va uno, y asunto concluido."
Advirtiendo que no habia nadie, penetro en el patio. Cerca de la puerta, ante la empalizada, habia uno de esos canalillos que suelen verse en los edificios donde hay talleres. En la valla, sobre el canal, alguien habia escrito con tiza y con las faltas de rigor: "Proivido acer aguas menores." Desde luego, Raskolnikof no pensaba llamar la atencion deteniendose alli. Penso: "Podria tirarlo todo aqui, en cualquier parte, y marcharme.
Miro nuevamente en todas direcciones y se llevo la mano al bolsillo. Pero en ese momento vio cerca del muro exterior, entre la puerta y el pequeno canal, una enorme piedra sin labrar, que debia de pesar treinta kilos largos. Del otro lado del muro, de la calle, llegaba el rumor de la gente, siempre abundante en aquel lugar. Desde fuera nadie podia verle, a menos que se asomara al patio. Sin embargo, esto podia suceder; por lo tanto, habia que obrar rapidamente.
Se inclino sobre la piedra, la cogio con ambas manos por la parte de arriba, reunio todas sus fuerzas y consiguio darle la vuelta. En el suelo aparecio una cavidad. Raskolnikof vacio en ella todo lo que llevaba en los bolsillos. La bolsita fue lo ultimo que deposito. Solo el fondo de la cavidad quedo ocupado. Volvio a rodar la piedra y esta quedo en el sitio donde antes estaba. Ahora sobresalia un poco mas; pero Raskolnikof arrastro hasta ella un poco de tierra con el pie y todo quedo como si no se hubiera tocado.
Salio y se dirigio a la plaza. De nuevo una alegria inmensa, casi insoportable, se apodero momentaneamente de el. No habia quedado ni rastro. "?Quien podra pensar en esa piedra? ?A quien se le ocurrira buscar debajo? Seguramente esta ahi desde que construyeron la casa, y Dios sabe el tiempo que permanecera en ese sitio todavia. Ademas, aunque se encontraran las joyas, ?quien pensaria en mi? Todo ha terminado. Ha desaparecido hasta la ultima prueba." Se echo a reir. Si, mas tarde recordo que se echo a reir con una risita nerviosa, muda, persistente. Aun se reia cuando atraveso la plaza. Pero su hilaridad ceso repentinamente cuando llego al bulevar donde dias atras habia encontrado a la jovencita embriagada.
Otros pensamientos acudieron a su mente. Le aterraba la idea de pasar ante el banco donde se habia sentado a reflexionar cuando se marcho la muchacha. El mismo temor le infundia un posible nuevo encuentro con el gendarme bigotudo al que habia entregado veinte kopeks. "?El diablo se lo lleve!
Siguio su camino, lanzando en todas direcciones miradas colericas y distraidas. Todos sus pensamientos giraban en torno a un solo punto, cuya importancia reconocia. Se daba perfecta cuenta de que por primera vez desde hacia dos meses se enfrentaba a solas y abiertamente con el asunto.
"?Que se vaya todo al diablo! -se dijo de pronto, en un arrebato de colera-. El vino esta escanciado y hay que beberlo. El demonio se lleve a la vieja y a la nueva vida... ?Que estupido es todo esto, Senor! ?Cuantas mentiras he dicho hoy! ?Y cuantas bajezas he cometido! ?En que miserables vulgaridades he incurrido para atraerme la benevolencia del detestable Ilia Petrovitch! Pero, ?bah!, que importa. Me rio de toda esa gente y de las torpezas que yo haya podido cometer. No es esto lo que debo pensar ahora..."
De subito se detuvo; acababa de plantearsele un nuevo problema, tan inesperado como sencillo, que le dejo atonito. "Si, como crees, has procedido en todo este asunto como un hombre inteligente y no como un imbecil, si perseguias una finalidad claramente determinada, ?como se explica que no hayas dirigido ni siquiera una ojeada al interior de la bolsita, que no te hayas preocupado de averiguar lo que ha producido ese acto por el que has tenido que afrontar toda suerte de peligros y horrores? Hace un momento estabas dispuesto a arrojar al agua esa bolsa, esas joyas que ni siquiera has mirado... ?Que explicacion puedes dar a esto?"
Todas estas preguntas tenian un solido fundamento. Lo sabia desde antes de hacerselas. La noche en que habia resuelto tirarlo todo al agua habia tomado esta decision sin vacilar, como si hubiese sido imposible obrar de otro modo. Si, sabia todas estas cosas y recordaba hasta los menores detalles. Sabia que todo habia de ocurrir como estaba ocurriendo; lo sabia desde el momento mismo en que habia sacado los estuches del arca sobre la cual estaba inclinado... Si, lo sabia perfectamente.
"La causa de todo es que estoy muy enfermo -se dijo al fin sombriamente-. Me torturo y me hiero a mi mismo. Soy incapaz de dirigir mis actos. Ayer, anteayer y todos estos dias no he hecho mas que martirizarme... Cuando este curado, ya no me atormentare. Pero ?y si no me curo nunca? ?Senor, que harto estoy de toda esta historia...!"
Mientras asi reflexionaba, proseguia su camino. Anhelaba librarse de estas preocupaciones, pero no sabia como podria conseguirlo. Una sensacion nueva se apodero de el con fuerza irresistible, y su intensidad aumentaba por momentos. Era un desagrado casi fisico, un desagrado pertinaz, rencoroso, por todo lo que encontraba en su camino, por todas las cosas y todas las personas que lo rodeaban. Le repugnaban los transeuntes, sus caras, su modo de andar, sus menores movimientos. Sentia deseos de escupirles a la cara, estaba dispuesto a morder a cualquiera que le hablase.
Al llegar al malecon del Pequeno Neva, en Vasilievski Ostrof, se detuvo en seco cerca del puente.
"May vive en esa casa -penso-. Pero ?que significa esto? Mis pies me han traido maquinalmente a la vivienda de
Rasumikhine. Lo mismo me ocurrio el otro dia. Esto es verdaderamente chocante. ?He venido expresamente o estoy agua por obra del azar? Pero esto poco importa. El caso es que dije que vendria a casa de Rasumikhine "al dia siguiente". Pues bien, ya he venido. ?Acaso tiene algo de particular que le haga una visita?"
Subio al quinto piso. En el habitaba Rasumikhine.
Se hallaba este escribiendo en su habitacion. El mismo fue a abrir. No se habian visto desde hacia cuatro meses. Llevaba una bata vieja, casi hecha jirones. Sus pies solo estaban protegidos por unas pantuflas. Tenia revuelto el cabello. No se habia afeitado ni lavado. Se mostro asombrado al ver a Raskolnikof.
-?De donde sales? -exclamo mirando a su amigo de pies a cabeza. Despues lanzo un silbido-. ?Tan mal te van las cosas? Evidentemente, hermano, nos aventajas a todos en elegancia -anadio, observando los andrajos de su camarada-. Sientate; pareces cansado.
Y cuando Raskolnikof se dejo caer en el divan turco, tapizado de una tela vieja y rozada (un divan, entre parentesis, peor que el suyo), Rasumikhine advirtio que su amigo parecia no encontrarse bien.
-Tu estas enfermo, muy enfermo. ?Te has dado cuenta?
Intento tomarle el pulso, pero Raskolnikof retiro la mano.
-?Bah! ?Para que? -dijo- He venido porque... me he quedado sin lecciones..., y yo quisiera... No, no me hacen falta para nada las lecciones.
Rasumikhine le observaba atentamente.
-?Sabes una cosa, amigo? Estas delirando.
-Nada de eso; yo no deliro -replico Raskolnikof levantandose.
Al subir a casa de Rasumikhine no habia tenido en cuenta que iba a verse frente a frente con su amigo, y una entrevista, con quienquiera que fuese, le parecia en aquellos momentos lo mas odioso del mundo. Apenas hubo franqueado la puerta del piso, sintio una colera ciega contra Rasumikhine.
-?Adios! -exclamo dirigiendose a la puerta.
-?Espera, hombre, espera! ?Estas loco?
-?Dejame! -dijo Raskolnikof retirando bruscamente la mano que su amigo le habia cogido.
-Entonces, ?a que diablos has venido? Has perdido el juicio. Esto es una ofensa para mi. No consentire que te vayas asi.
-Bien, escucha. He venido a tu casa porque no conozco a nadie mas que a ti para que me ayude a volver a empezar. Tu eres mejor que todos los demas, es decir, mas inteligente, mas comprensivo... Pero ahora veo que no necesito nada, ?entiendes?, absolutamente nada... No me hacen falta los servicios ni la simpatia de los demas... Estoy solo y me basto a mi mismo... Esto es todo. Dejame en paz.
-?Pero escucha un momento, botarate! ?Es que te has vuelto loco? Puedes hacer lo que quieras, pero yo tampoco tengo lecciones y me rio de eso. Estoy en tratos con el librero Kheruvimof, que es una magnifica leccion en su genero. Yo no lo cambiaria por cinco lecciones en familias de comerciantes. Ese hombre publica libritos sobre ciencias naturales, pues esto se vende como el pan. Basta buscar buenos titulos. Me has llamado imbecil mas de una vez, pero estoy seguro de que hay otros mas tontos que yo. Mi editor, que es poco menos que analfabeto, quiere seguir la corriente de la moda, y yo, naturalmente, le animo... Mira, aqui hay dos pliegos y medio de texto aleman. Puro charlatanismo, a mi juicio. Dicho en dos palabras, la cuestion que estudia el autor es la de si la mujer es un ser humano. Naturalmente, el opina que si y su labor consiste en demostrarlo elocuentemente. Kheruvimof considera que este folleto es de actualidad en estos momentos en que el feminismo esta de moda, y yo me encargo de traducirlo. Podra convertir en seis los dos pliegos y medio de texto aleman. Le pondremos un titulo ampuloso que llene media pagina y se vendera a cincuenta kopeks el ejemplar. Sera un buen negocio. Se me paga la traduccion a seis rublos el pliego, o sea quince rublos por todo el trabajo. Ya he cobrado seis por adelantado. Cuando terminemos este folleto traduciremos un libro sobre las ballenas, y para despues ya hemos elegido unos cuantos chismes de Les Confessions. Tambien los traduciremos. Alguien ha dicho a Kheruvimof que Rousseau es una especie de Radiscev. Naturalmente, yo no he protestado. ?Que se vayan al diablo...! Bueno, ?quieres traducir el segundo pliego del folleto Es la mujer un ser humano? Si quieres, coge inmediatamente el pliego, plumas, papel (todos estos gastos van a cargo del editor), y aqui tienes tres rublos: como yo he recibido seis adelantados por toda la traduccion, a ti te corresponden tres. Cuando hayas traducido el pliego, recibiras otros tres. Pero que te conste que no tienes nada que agradecerme. Por el contrario, apenas te he visto entrar, he pensado en tu ayuda. En primer lugar, yo no estoy muy fuerte en ortografia, y en segundo, mis conocimientos del aleman son mas que deficientes. Por eso me veo obligado con frecuencia a inventar, aunque me consuelo pensando que la obra ha de ganar con ello. Es posible que me equivoque... Bueno,?aceptas?
Raskolnikof cogio en silencio el pliego de texto aleman y los tres rublos y se marcho sin pronunciar palabra. Rasumikhine le siguio con una mirada de asombro. Cuando llego a la primera esquina, Raskolnikof volvio repentinamente sobre sus pasos y subio de nuevo al alojamiento de su amigo. Ya en la habitacion, dejo el pliego y los tres rublos en la mesa y volvio a marcharse, sin desplegar los labios.
Rasumikhine perdio al fin la paciencia.
-?Decididamente, te has vuelto loco! -vocifero-. ?Que significa esta comedia? ?Quieres volverme la cabeza del reves? ?Para que demonio has venido?
-No necesito traducciones -murmuro Raskolnikof sin dejar de bajar la escalera.
-Entonces, ?que es lo que necesitas? -le grito Rasumikhine desde el rellano.
Raskolnikof siguio bajando en silencio.
-Oye, ?donde vives?
No obtuvo respuesta.
-?Vete al mismisimo infierno!
Pero Raskolnikof estaba ya en la calle. Iba por el puente de Nicolas, cuando una aventura desagradable le hizo volver en si momentaneamente. Un cochero cuyos caballos estuvieron a punto de arrollarlo le dio un fuerte latigazo en la espalda despues de haberle dicho a gritos tres o cuatro veces que se apartase. Este latigazo desperto en el una ira ciega. Salto hacia el pretil (solo Dios sabe por que hasta entonces habia ido por medio de la calzada) rechinando los dientes. Todos los que estaban cerca se echaron a reir.
-?Bien hecho!
-?Estos granujas!
-Conozco a estos bribones. Se hacen el borracho, se meten bajo las ruedas y uno tiene que pagar danos y perjuicios.
-Algunos viven de eso.
Aun estaba apoyado en el pretil, frotandose la espalda, ardiendo de ira, siguiendo con la mirada el coche que se alejaba, cuando noto que alguien le ponia una moneda en la mano. Volvio la cabeza y vio a una vieja cubierta con un gorro y calzada con borceguies de piel de cabra, acompanada de una joven -su hija sin duda- que llevaba sombrero y una sombrilla verde.
-Toma esto, hermano, en nombre de Cristo.
El tomo la moneda y ellas continuaron su camino. Era una pieza de veinte kopeks. Se comprendia que, al ver su aspecto y su indumentaria, le hubieran tomado por un mendigo. La generosa ofrenda de los veinte kopeks se debia, sin duda, a que el latigazo habia despertado la compasion de las dos mujeres.
Apretando la moneda con la mano, dio una veintena de pasos mas y se detuvo de cara al rio y al Palacio de Invierno. En el cielo no habia ni una nube, y el agua del Neva -cosa extraordinaria- era casi azul. La cupula de la catedral de San Isaac (aquel era precisamente el punto de la ciudad desde donde mejor se veia) lanzaba vivos reflejos. En el transparente aire se distinguian hasta los menores detalles de la ornamentacion de la fachada.
El dolor del latigazo iba desapareciendo, y Raskolnikof, olvidandose de la humillacion sufrida. Una idea, vaga pero inquietante, le dominaba. Permanecia inmovil, con la mirada fija en la lejania. Aquel sitio le era familiar. Cuando iba a la universidad tenia la costumbre de detenerse alli, sobre todo al regresar (lo habia hecho mas de cien veces), para contemplar el maravilloso panorama. En aquellos momentos experimentaba una sensacion imprecisa y confusa que le llenaba de asombro. Aquel cuadro esplendoroso se le mostraba frio, algo asi como ciego y sordo a la agitacion de la vida... Esta triste y misteriosa impresion que invariablemente recibia le desconcertaba, pero no se detenia a analizarla: siempre dejaba para mas adelante la tarea de buscarle una explicacion...
Ahora recordaba aquellas incertidumbres, aquellas vagas sensaciones, y este recuerdo, a su juicio, no era puramente casual. El simple hecho de haberse detenido en el mismo sitio que antano, como si hubiese creido que podia tener los mismos pensamientos e interesarse por los mismos espectaculos que entonces, e incluso que hacia poco, le parecia absurdo, extravagante y hasta algo comico, a pesar de que la amargura oprimia su corazon. Tenia la impresion de que todo este pasado, sus antiguos pensamientos e intenciones, los fines que habia perseguido, el esplendor de aquel paisaje que tan bien conocia, se habia hundido hasta desaparecer en un abismo abierto a sus pies... Le parecia haber echado a volar y ver desde el espacio como todo aquello se esfumaba.
Al hacer un movimiento maquinal, noto que aun tenia en su mano cerrada la pieza de veinte kopeks. Abrio la mano, estuvo un momento mirando fijamente la moneda y luego levanto el brazo y la arrojo al rio.
Inmediatamente emprendio el regreso a su casa. Tenia la impresion de que habia cortado, tan limpiamente como con unas tijeras, todos los lazos que le unian a la humanidad, a la vida...
Caia la noche cuando llego a su alojamiento. Por lo tanto, habia estado vagando durante mas de seis horas. Sin embargo, ni siquiera recordaba por que calles habia pasado. Se sentia tan fatigado como un caballo despues de una carrera. Se desnudo, se tendio en el divan, se echo encima su viejo sobretodo y se quedo dormido inmediatamente.
La oscuridad era ya completa cuando le desperto un grito espantoso. ?Que grito, Senor...! Y despues... Jamas habia oido Raskolnikof gemidos, aullidos, sollozos, rechinar de dientes, golpes, como los que entonces oyo. Nunca habria podido imaginarse un furor tan bestial.
Se levanto aterrado y se sento en el divan, trastornado por el horror y el miedo. Pero los golpes, los lamentos, las invectivas eran cada vez mas violentos. De subito, con profundo asombro, reconocio la voz de su patrona. La viuda lanzaba ayes y alaridos. Las palabras salian de su boca anhelantes; debia de suplicar que no le pegasen mas, pues seguian golpeandola brutalmente. Esto sucedia en la escalera. La voz del verdugo no era sino un ronquido furioso; hablaba con la misma rapidez, y sus palabras, presurosas y ahogadas, eran igualmente ininteligibles.
De pronto, Raskolnikof empezo a temblar como una hoja. Acababa de reconocer aquella voz. Era la de Ilia Petrovitch. Ilia Petrovitch estaba alli tundiendo a la patrona. La golpeaba con los pies, y su cabeza iba a dar contra los escalones; esto se deducia claramente del sonido de los golpes y de los gritos de la victima.
Todo el mundo se conducia de un modo extrano. La gente acudia a la escalera, atraida por el escandalo, y alli se aglomeraba. Salian vecinos de todos los pisos. Se oian exclamaciones, ruidos de pasos que subian o bajaban, portazos...
"?Pero por que le pegan de ese modo? ?Y por que lo consienten los que lo ven?", se pregunto Raskolnikof, creyendo haberse vuelto loco.
Pero no, no se habia vuelto loco, ya que era capaz de distinguir los diversos ruidos...
Por lo tanto, pronto subirian a su habitacion. "Porque, seguramente, todo esto es por lo de ayer... ?Senor, Senor...!"
Intento pasar el pestillo de la puerta, pero no tuvo fuerzas para levantar el brazo. Por otra parte, ?para que? El terror helaba su alma, la paralizaba... Al fin, aquel escandalo que habia durado diez largos minutos se extinguio poco a poco. La patrona gemia debilmente. Ilia Petrovitch seguia profiriendo juramentos y amenazas. Despues, tambien el enmudecio y ya no se le volvio a oir.
"?Senor! ?Se habra marchado? No, ahora se va. Y la patrona tambien, gimiendo, hecha un mar de lagrimas..."
Un portazo. Los inquilinos van regresando a sus habitaciones. Primero lanzan exclamaciones, discuten, se interpelan a gritos; despues solo cambian murmullos. Debian de ser muy numerosos; la casa entera debia de haber acudido.
?Que significa todo esto, Senor? ?Para que, en nombre del cielo, habra venido este hombre aqui?"
Raskolnikof, extenuado, volvio a echarse en el divan. Pero no consiguio dormirse. Habria transcurrido una media hora, y era presa de un horror que no habia experimentado jamas, cuando, de pronto, se abrio la puerta y una luz ilumino el aposento. Aparecio Nastasia con una bujia y un plato de sopa en las manos. La sirvienta lo miro atentamente y, una vez segura de que no estaba dormido, deposito la bujia en la mesa y luego fue dejando todo lo demas: el pan, la sal, la cuchara, el plato.
-Seguramente no has comido desde ayer. Te has pasado el dia en la calle aunque ardias de fiebre.
-Oye, Nastasia: ?por que le han pegado a la patrona?
Ella lo miro fijamente.
-?Quien le ha pegado?
-Ha sido hace poco..., cosa de una media hora... En la escalera... Ilia Petrovitch, el ayudante del comisario de policia, le ha pegado. ?Por que? ?A que ha venido...?
Nastasia fruncio las cejas y le observo en silencio largamente. Su inquisitiva mirada turbo a Raskolnikof e incluso llego a atemorizarle.
-?Por que no me contestas, Nastasia? -pregunto con voz debil y acento timido.
-Esto es la sangre -murmuro al fin la sirvienta, como hablando consigo misma.
-?La sangre? ?Que sangre? -balbuceo el, palideciendo y retrocediendo hacia la pared.
Nastasia seguia observandole.
-Nadie le ha pegado a la patrona -lijo con voz firme y severa.
El se quedo mirandola, sin respirar apenas.
-Lo he oido perfectamente -murmuro con mayor apocamiento aun-. No estaba dormido; estaba sentado en el divan, aqui mismo... lo he estado oyendo un buen rato... El ayudante del comisario ha venido... Todos los vecinos han salido a la escalera...
-Aqui no ha venido nadie. Es la sangre lo que te ha trastornado. Cuando la sangre no circula bien, se cuaja en el higado y uno delira... Bueno, ?vas a comer o no?
Raskolnikof no contesto. Nastasia, inclinada sobre el, seguia observandole atentamente y no se marchaba.
-Dame agua, Nastasiuchka.
Ella se fue y reaparecio al cabo de dos minutos con un cantarillo. Pero en este punto se interrumpieron los pensamientos de Raskolnikof. Pasado algun tiempo, se acordo solamente de que habia tomado un sorbo de agua fresca y luego vertido un poco sobre su pecho. Inmediatamente perdio el conocimiento.
III
Sin embargo, no estuvo por completo inconsciente durante su enfermedad: era el suyo un estado febril en el que cierta lucidez se mezclaba con el delirio. Andando el tiempo, recordo perfectamente los detalles de este periodo. A veces le parecia ver varias personas reunidas alrededor de el. Se lo querian llevar. Hablaban de el y disputaban acaloradamente. Despues se veia solo: inspiraba horror y todo el mundo le habia dejado. De vez en cuando, alguien se atrevia a entreabrir la puerta y le miraba y le amenazaba. Estaba rodeado de enemigos que le despreciaban y se mofaban de el. Reconocia a Nastasia y veia a otra persona a la que estaba seguro de conocer, pero que no recordaba quien era, lo que le llenaba de angustia hasta el punto de hacerle llorar. A veces le parecia estar postrado desde hacia un mes; otras, creia que solo llevaba enfermo un dia. Pero el... suceso lo habia olvidado completamente. Sin embargo, se decia a cada momento que habia olvidado algo muy importante que deberia recordar, y se atormentaba haciendo desesperados esfuerzos de memoria. Pasaba de los arrebatos de colera a los de terror. Se incorporaba en su lecho y trataba de huir, pero siempre habia alguien cerca que le sujetaba vigorosamente. Entonces el caia nuevamente en el divan, agotado, inconsciente. Al fin volvio en si.
Eran las diez de la manana. El sol, como siempre que hacia buen tiempo, entraba a aquella hora en la habitacion, trazaba una larga franja luminosa en la pared de la derecha e iluminaba el rincon inmediato a la puerta. Nastasia estaba a su cabecera. Cerca de ella habia un individuo al que Raskolnikof no conocia y que le observaba atentamente. Era un mozo que tenia aspecto de cobrador. La patrona echo una mirada al interior por la entreabierta puerta. Raskolnikof se incorporo.
-?Quien es, Nastasia? -pregunto, senalando al mozo.
-?Ya ha vuelto en si! -exclamo la sirvienta.
-?Ya ha vuelto en si! -repitio el desconocido.
Al oir estas palabras, la patrona cerro la puerta y desaparecio. Era timida y procuraba evitar los dialogos y las explicaciones. Tenia unos cuarenta anos, era gruesa y fuerte, de ojos oscuros, cejas negras y aspecto agradable. Mostraba esa bondad propia de las personas gruesas y perezosas y era exageradamente pudorosa.
-?Quien es usted?-pregunto Raskolnikof al supuesto cobrador.
Pero en este momento la puerta se abrio y dio paso a Rasumikhine, que entro en la habitacion inclinandose un poco, por exigencia de su considerable estatura.
-?Esto es un camarote! -exclamo-. Estoy harto de dar cabezadas al techo. ?Y a esto llaman habitacion...! ?Bueno, querido; ya has recobrado la razon, segun me ha dicho Pachenka!
-Acaba de recobrarla -dijo la sirvienta.
-Acaba de recobrarla -repitio el mozo como un eco, con cara risuena.
-?Y usted quien es? -le pregunto rudamente Rasumikhine-. Yo me llamo Vrasumivkine y no Rasumikhine, como me llama todo el mundo. Soy estudiante, hijo de gentilhombre, y este senor es amigo mio. Ahora diga quien es usted.
-Soy un empleado de la casa Chelopaief y he venido para cierto asunto.
-Entonces, sientese.
Al decir esto, Rasumikhine cogio una silla y se sento al otro lado de la mesa.
-Has hecho bien en volver en ti -siguio diciendo-. Hace ya cuatro dias que no te alimentas: lo unico que has tomado ha sido unas cucharadas de te. Te he mandado a Zosimof dos veces. ?Te acuerdas de Zosimof? Te ha reconocido detenidamente y ha dicho que no tienes nada grave: solo un trastorno nervioso a consecuencia de una alimentacion deficiente. "Falta de comida -dijo-. Esto es lo unico que tiene. Todo se arreglara." Esta hecho un tio ese Zosimof. Es ya un medico excelente... Bueno -dijo dirigiendose al mozo-, no quiero hacerle perder mas tiempo. Haga el favor de explicarme el motivo de su visita... Has de saber, Rodia, que es la segunda vez que la casa Chelopaief envia un empleado. Pero la visita anterior la hizo otro. ?Quien es el que vino antes que usted?
-Sin duda, usted se refiere al que vino anteayer. Se llama Alexis Simonovitch y, en efecto, es otro empleado de la casa.
-Es un poco mas comunicativo que usted, ?no le parece?
-Desde luego, y tiene mas capacidad que yo.
-?Laudable modestia! Bien; usted dira.
-Se trata -dijo el empleado, dirigiendose a Raskolnikof- de que, atendiendo a los deseos de su madre, Atanasio Ivanovitch Vakhruchine, de quien usted, sin duda, habra oido hablar mas de una vez, le ha enviado cierta cantidad por mediacion de nuestra oficina. Si esta usted en posesion de su pleno juicio le entregare treinta y cinco rublos que nuestra casa ha recibido de Atanasio Ivanovitch, el cual ha efectuado el envio por indicacion de su madre. Sin duda, ya estaria usted informado de esto.
-Si, si..., ya recuerdo... Vakhruchine... -murmuro Raskolnikof, pensativo.
-?Oye usted? --exclamo Rasumikhine-. Conoce a Vakhruchine. Por lo tanto, esta en su cabal juicio. Por otra parte, advierto que tambien usted es un hombre capacitado. Continue. Da gusto oir hablar con sensatez.
-Pues si, ese Vakhruchine que usted recuerda es Atanasio Ivanovitch, el mismo que ya otra vez, atendiendo a los deseos de su madre, le envio dinero de este mismo modo. Atanasio Ivanovitch no se ha negado a prestarle este servicio y ha informado del asunto a Simon Simonovitch, rogandole le haga entrega de treinta y cinco rublos. Aqui estan.
-Emplea usted expresiones muy acertadas. Yo adoro tambien a esa madre. Y ahora juzgue usted mismo: ?esta o no en posesion de sus facultades mentales?
-Le advierto que eso esta fuera de mi incumbencia. Aqui se trata de que me eche una firma.
-Se la echara. ?Es un libro donde ha de firmar?
-Si, aqui lo tiene.
-Traiga... Vamos, Rodia; un pequeno esfuerzo. Incorporate; yo te sostendre. Coge la pluma y pon tu nombre. En nuestros dias, el dinero es la mas dulce de las mieles.
-No vale la pena -dijo Raskolnikof rechazando la pluma.
-?Que es lo que no vale la pena?
-Firmar. No quiero firmar.
-?Esa es buena! En este caso, la firma es necesaria.
-Yo no necesito dinero.
-?Que no necesitas dinero? Hermano, eso es una solemne mentira. Se muy bien que el dinero te hace falta... Le ruego que tenga un poco de paciencia. Esto no es nada... Tiene suenos de grandeza. Estas cosas le ocurren incluso cuando su salud es perfecta. Usted es un hombre de buen sentido. Entre los dos le ayudaremos, es decir, le llevaremos la mano, y firmara. ?Hala, vamos!
-Puedo volver a venir.
-No, no. ?Para que tanta molestia...? ?Usted es un hombre de buen sentido...! ?Vamos, Rodia; no entretengas a este senor! ?Ya ves que esta esperando!
Y se dispuso a coger la mano de su amigo.
-Deja -dijo Raskolnikof-. Firmare.
Cogio la pluma y firmo en el libro. El empleado entrego el dinero y se marcho.
-?Bravo! Y ahora, amigo, ?quieres comer?
-Si.
-?Hay sopa, Nastasia?
-Si; ayer sobro.
-?Esta hecha con pasta de sopa y patatas?
-Si.
-Lo sabia. Traenos tambien te.
-Bien.
Raskolnikof contemplaba esta escena con profunda sorpresa y una especie de inconsciente pavor. Decidio guardar silencio y esperar el desarrollo de los acontecimientos.
"Me parece que no deliro -penso-. Todo esto tiene el aspecto de ser real. p
Dos minutos despues llego Nastasia con la sopa y anuncio que en seguida les serviria el te. Con la sopa habia traido no solo dos cucharas y dos platos, sino, cosa que no ocurria desde hacia mucho tiempo, el cubierto completo, con sal, pimienta, mostaza para la carne... Hasta estaba limpio el mantel.
-Nastasiuchka, Prascovia Pavlovna nos haria un bien si nos mandara dos botellitas de cerveza. Seria un buen final.
-?Sabes cuidarte! -rezongo la sirvienta. Y salio a cumplir el encargo.
Raskolnikof seguia observando lo que ocurria en su presencia, con inquieta atencion y fuerte tension de animo. Entre tanto, Rasumikhine se habia instalado en el divan, junto a el. Le rodeo el cuello con su brazo izquierdo tan torpemente como lo habria hecho un oso y, aunque tal ayuda era innecesaria, empezo a llevar a la boca de Raskolnikof, con la mano derecha, cucharadas de sopa, despues de soplar sobre ellas para enfriarlas. Sin embargo, la sopa estaba apenas tibia. Raskolnikof sorbio avidamente una, dos, tres cucharadas. Entonces, subitamente, Rasumikhine se detuvo y dijo que, para darle mas, tenia que consultar a Zosimof.
En esto llego Nastasia con las dos botellas de cerveza.
-?Quieres te, Rodia? -pregunto Rasumikhine.
-Si.
-Corre en busca del te, Nastasia; pues, en lo que concierne a esta pocima, me parece que podemos pasar por alto las reglas de la facultad... ?Ah! ?Llego la cerveza!
Se sento a la mesa, acerco a el la sopa y el plato de carne y empezo a devorar con tanto apetito como si no hubiera comido en tres dias.
-Ahora, amigo Rodia, como aqui, en tu habitacion, todos los dias -mascullo con la boca llena-. Ha sido cosa de Pachenka, tu amable patrona. Yo, como es natural, no le llevo la contraria. Pero aqui llega Nastasia con el te. ?Que lista es esta muchacha! ?Quieres cerveza, Nastenka?
-No gaste bromas.
-?Y te?
-?Hombre, eso...!
-Sirvete... No, espera. Voy a servirte yo. Dejalo todo en la mesa.
Inmediatamente se posesiono de su papel de anfitrion y lleno primero una taza y despues otra. Seguidamente dejo su almuerzo y fue a sentarse de nuevo en el divan. Otra vez rodeo la cabeza del enfermo con un brazo, la levanto y empezo a dar a su amigo cucharaditas de te, sin olvidarse de soplar en ellas con tanto esmero como si fuera este el punto esencial y salvador del tratamiento.
Raskolnikof aceptaba en silencio estas solicitudes. Se sentia lo bastante fuerte para incorporarse, sentarse en el divan, sostener la cucharilla y la taza, e incluso andar, sin ayuda de nadie; pero, llevado de una especie de astucia, misteriosa e instintiva, se fingia debil, e incluso algo idiotizado, sin dejar de tener bien agudizados la vista y el oido.
Pero llego un momento en que no pudo contener su mal humor: despues de haber tomado una decena de cucharaditas de te, liberto su cabeza con un brusco movimiento, rechazo la cucharilla y dejo caer la cabeza en la almohada (ahora dormia con verdaderas almohadas rellenas de plumon y cuyas fundas eran de una blancura inmaculada). Raskolnikof observo este detalle y se sintio vivamente interesado.
-Es necesario que Pachenka nos envie hoy mismo la frambuesa en dulce para prepararle un jarabe -dijo Rasumikhine volviendo a la mesa y reanudando su interrumpido almuerzo.
-?Pero de donde sacara las frambuesas? -pregunto Nastasia, que mantenia un platillo sobre la palma de su mano, con todos los dedos abiertos, y vertia el te en su boca, gota a gota haciendolo pasar por un terron de azucar que sujetaba con los labios.
-Pues las sacara, sencillamente, de la fruteria, mi querida Nastasia... No puedes figurarte, Rodia, las cosas que han pasado aqui durante tu enfermedad. Cuando saliste corriendo de mi casa como un ladron, sin decirme donde vivias, decidi buscarte hasta dar contigo, para vengarme. En seguida empece las investigaciones. ?Lo que corri, lo que interrogue...! No me acordaba de tu direccion actual, o tal vez, y esto es lo mas probable, nunca la supe. De tu antiguo domicilio, lo unico que recordaba era que estaba en el edificio Kharlamof, en las Cinco Esquinas... ?Me harte de buscar! Y al fin resulto que no estaba en el edificio Kharlamof, sino en la casa Buch. ?Nos armamos a veces unos lios con los nombres...! Estaba furioso. Al dia siguiente se me ocurrio ir a las oficinas de empadronamiento, y cual no seria mi sorpresa al ver que al cabo de dos minutos me daban tu direccion actual. Estas inscrito.
-?Inscrito yo?
-?Claro! En cambio, no pudieron dar las senas del general Kobelev, que solicitaron mientras yo estaba alli. En fin, abreviemos. Apenas llegue alli, se me informo de todo lo que te habia ocurrido, de todo absolutamente. Si, lo se todo. Se lo puedes preguntar a Nastasia. He trabado conocimiento con el comisario Nikodim Fomitch, me han presentado a Ilia Petrovitch, y conozco al portero, y al secretario Alejandro Grigorevitch Zamiotof. Finalmente, cuento con la amistad de Pachenka. Nastasia es testigo.
-La has engatusado.
Y, al decir esto, la sirvienta sonreia maliciosamente.
-Debes echar el azucar en el te en vez de beberlo asi, Nastasia Nikiphorovna.
-?Oye, mal educado! -replico Nastasia. Pero en seguida se echo a reir de buena gana. Cuando se hubo calmado continuo-: Soy Petrovna y no Nikiphorovna.
-Lo tendre presente... Pues bien, amigo Rodia, dicho en dos palabras, yo me propuse cortar de cuajo, utilizando medios heroicos, cuantos prejuicios existian acerca de mi persona, pues es el caso que Pachenka tuvo conocimiento de mis veleidades... Por eso no esperaba que fuese tan... complaciente. ?Que opinas tu de todo esto?
Raskolnikof no contesto: se limito a seguir fijando en el una mirada llena de angustia.
-Si, esta incluso demasiado bien informada -dijo Rasumikhine, sin que le afectara el silencio de Raskolnikof y como si asintiera a una respuesta de su amigo-. Conoce todos los detalles.
-?Que frescura! -exclamo Nastasia, que se retorcia de risa oyendo las genialidades de Rasumikhine.
-El mal esta, querido Rodia, en que desde el principio seguiste una conducta equivocada. Procediste con ella con gran torpeza. Esa mujer tiene un caracter lleno de imprevistos. En fin, ya hablaremos de esto en mejor ocasion. Pero es incomprensible que hayas llegado a obligarla a retirarte la comida... ?Y que decir del pagare? Solo no estando en te juicio pudiste firmarlo. ?Y ese proyecto de matrimonio con Natalia Egorovna...! Ya ves que estoy al corriente de todo... Pero advierto que estoy tocando un punto delicado... Perdoname; soy un asno... Y, ya que hablamos de esto, ?no opinas que Prascovia Pavlovna es menos necia de lo que parece a primera vista?
-Si -respondio Raskolnikof entre dientes y volviendo la cabeza, pues habia comprendido que era mas prudente dar la impresion de que aceptaba el dialogo.
-?Verdad que si? -exclamo Rasumikhine, feliz ante el hecho de que Raskolnikof le hubiera contestado-. Pero esto no quiere decir que sea inteligente. No, ni mucho menos. Tiene un caracter verdaderamente raro. A mi me desorienta a veces, palabra. No cabe duda de que ya ha cumplido los cuarenta, y dice que tiene treinta y seis, aunque bien es verdad que su aspecto autoriza el embuste. Por lo demas, te juro que yo solo puedo juzgarla desde un punto de vista intelectual, puramente metafisico, por decirlo asi. Pues nuestras relaciones son las mas singulares del mundo. Yo no las comprendo... En fin, volvamos a nuestro asunto. Cuando ella vio que dejabas la universidad, que no dabas lecciones, que ibas mal vestido, y, por otra parte, cuando ya no te pudo considerar como persona de la familia, puesto que su hija habia muerto, la inquietud se apodero de ella. Y tu, para acabar de echarlo a perder, empezaste a vivir retirado en tu rincon. Entonces ella decidio que te fueras de su casa. Ya hacia tiempo que esta idea rondaba su imaginacion. Y te hizo firmar ese pagare que, segun le aseguraste, pagaria tu madre...
-Esto fue una vileza mia -declaro Raskolnikof con voz clara y vibrante-. Mi madre esta poco menos que en la miseria. Menti para que siguiera dandome habitacion y comida.
-Es un proceder muy razonable. Lo que te echo todo a perder fue la conducta del senor Tchebarof, consejero y hombre de negocios. Sin su intervencion, Pachenka no habria dado ningun paso contra ti: es demasiado timida para eso. Pero el hombre de negocios no conoce la timidez, y lo primero que hizo fue preguntar: "?Es solvente el firmante del efecto?" Contestacion: "Si, pues tiene una madre que con su pension de ciento veinte rublos pagara la deuda de su Rodienka, aunque para ello haya de quedarse sin comer; y tambien tiene una hermana que se venderia como esclava por el." En esto se baso el senor Tchebarof... Pero ?por que te alteras? Conozco toda la historia. Comprendo que te expansionaras con Prascovia Pavlovna cuando veias en ella a tu futura suegra, pero..., te lo digo amistosamente, ahi esta el quid de la cuestion. El hombre honrado y sensible se entrega facilmente a las confidencias, y el hombre de negocios las recoge para aprovecharse. En una palabra, ella endoso el pagare a Tchebarof, y este no vacilo en exigir el pago. Cuando me entere de todo esto, me propuse, obedeciendo a la voz de mi conciencia, arreglar el asunto un poco a mi modo, pero, entre tanto, se establecio entre Pachenka y yo una corriente de buena armonia, y he puesto fin al asunto atacandolo en sus raices, por decirlo asi. Hemos hecho venir a Tchebarof, le hemos tapado la boca con una pieza de diez rublos y el nos ha devuelto el pagare. Aqui lo tienes; tengo el honor de devolvertelo. Ahora solamente eres deudor de palabra. Tomalo.
Rasumikhine deposito el documento en la mesa. Raskolnikof le dirigio una mirada y volvio la cabeza sin desplegar los labios. Rasumikhine se molesto.
-Ya veo, querido Rodia, que vuelves a las andadas. Confiaba en distraerte y divertirte con mi charla, y veo que no consigo sino irritarte.
-?Eres tu el que no conseguia reconocer durante mi delirio?-pregunto Raskolnikof, tras un breve silencio y sin volver la cabeza.
-Si, mi presencia incluso te horrorizaba. El dia que vine acompanado de Zamiotof te produjo verdadero espanto.
-?Zamiotof, el secretario de la comisaria? ?Por que lo trajiste?
Para hacer estas preguntas, Raskolnikof se habia vuelto con vivo impulso hacia Rasumikhine y le miraba fijamente.
-Pero ?que te pasa? Te has turbado. Deseaba conocerte. ?Habiamos hablado tanto de ti! Por el he sabido todas las cosas que te he contado. Es un excelente muchacho, Rodia, y mas que excelente..., dentro de su genero, claro es. Ahora somos muy amigos; nos vemos casi todos los dias. Porque, ?sabes una cosa? Me he mudado a este barrio. Hace poco. Oye, ?te acuerdas de Luisa Ivanovna?
-?He hablado durante mi delirio?
-?Ya lo creo!
-?Y que decia?
-Pues ya lo puedes suponer: esas cosas que dice uno cuando no esta en su juicio... Pero no perdamos tiempo. Hablemos de nuestro asunto.
Se levanto y cogio su gorra.
-?Que decia?
-?Mira que eres testarudo! ?Acaso temes haber revelado algun secreto? Tranquilizate: no has dicho ni una palabra de tu condesa. Has hablado mucho de un bulldog, de pendientes, de cadenas de reloj, de la isla Krestovsky, de un portero... Nikodim Fomitch a Ilia Petrovitch estaban tambien con frecuencia en tus labios. Ademas, parecias muy preocupado por una de tus botas, seriamente preocupado. No cesabas de repetir, gimoteando: "Dadmela; la quiero. El mismo Zamiotof empezo a buscarla por todas partes, y no le importo traerte esa porqueria con sus manos, blancas, perfumadas y llenas de sortijas. Cuando recibiste esa asquerosa bota te calmaste. La tuviste en tus manos durante veinticuatro horas. No fue posible quitartela. Todavia debe de estar en el revoltijo de tu ropa de cama. Tambien reclamabas unos bajos de pantalon deshilachados. ?Y en que tono tan lastimero los pedias! Habia que oirte. Hicimos todo lo posible por averiguar de que bajos se trataba. Pero no hubo medio de entenderte... Y vamos ya a nuestro asunto. Aqui tienes tus treinta y cinco rublos. Tomo diez, y dentro de un par de horas estare de vuelta y te explicare lo que he hecho con ellos. He de pasar por casa de Zosimof. Hace rato que deberia haber venido, pues son mas de las once... Y tu, Nastenka, no te olvides de subir frecuentemente durante mi ausencia, para ver si quiere agua o alguna otra cosa. El caso es que no le falte nada... A Pachenka ya le dare las instrucciones oportunas al pasar.
-Siempre le llama Pachenka, el muy bribon -dijo Nastasia apenas hubo salido el estudiante.
Acto seguido abrio la puerta y se puso a escuchar. Pero muy pronto, sin poder contenerse, se fue a toda prisa escaleras abajo. Sentia gran curiosidad por saber lo que Rasumikhine decia a la patrona. Pero lo cierto era que el joven parecia haberla subyugado.
Apenas cerro Nastasia la puerta y se fue, el enfermo echo a sus pies la cubierta y salto al suelo. Habia esperado con impaciencia angustiosa, casi convulsiva, el momento de quedarse solo para poder hacer lo que deseaba. Pero ?que era lo que deseaba hacer? No conseguia acordarse.
"Senor: solo quisiera saber una cosa. ?Lo saben todo o lo ignoran todavia? Tal vez estan aleccionados y no dan a entender nada porque estoy enfermo. Acaso me reserven la sorpresa de aparecer un dia y decirme que lo saben todo desde hace tiempo y que solo callaban porque... Pero ?que iba yo a hacer? Lo he olvidado. Parece hecho adrede. Lo he olvidado por completo. Sin embargo, estaba pensando en ello hace apenas un minuto..."
Permanecia en pie en medio de la habitacion y miraba a su alrededor con un gesto de angustia. Luego se acerco a la puerta, la abrio, aguzo el oido... No, aquello no estaba alli... De subito creyo acordarse y, corriendo al rincon donde el papel de la pared estaba desgarrado, introdujo su mano en el hueco y hurgo... Tampoco estaba alli. Entonces se fue derecho a la estufa, la abrio y busco entre las cenizas.
?Alli estaban los bajos deshilachados del pantalon y los retales del forro del bolsillo! Por lo tanto, nadie habia buscado en la estufa. Entonces se acordo de la bota de que Rasumikhine acababa de hablarle. Ciertamente estaba alli, en el divan, cubierta apenas por la colcha, pero era tan vieja y estaba tan sucia de barro, que Zamiotof no podia haber visto nada sospechoso en ella.
"Zamiotof..., la comisaria... ?Por que me habran citado? ?Donde esta la citacion...? Pero ?que digo? ?Si fue el otro dia cuando tuve que ir...! Tambien entonces examine la bota... ?Para que habra venido Zamiotof? ?Por que lo habra traido Rasumikhine?"
Estaba extenuado. Volvio a sentarse en el divan.
"?Pero que me sucede? ?Estoy delirando todavia o todo esto es realidad? Yo creo que es realidad... ?Ahora me acuerdo de una cosa! ?Huir, hay que huir, y cuanto antes...! Pero ?adonde? Ademas ?donde esta mi ropa? No tengo botas tampoco... Ya se: me las han quitado, las han escondido... Pero ahi esta mi abrigo. Sin duda se ha librado de las investigaciones... Y el dinero esta sobre la mesa, afortunadamente... ?Y el pagare...! Cogere el dinero y me ire a alquilar otra habitacion, donde no puedan encontrarme... Si, pero ?y la oficina de empadronamiento? Me descubriran. Rasumikhine daria conmigo... Es mejor irse lejos, fuera del pais, a America... Desde alli me reire de ellos... Cogere el pagare: en America me sera util... ?Que mas me llevare...? Creen que estoy enfermo y que no me puedo marchar... ?Ja, ja, ja...! He leido en sus ojos que lo saben todo... Lo que me inquieta es tener que bajar esta escalera... Porque puede estar vigilada la salida, y entonces me daria de manos a boca con los agentes... Pero ?que hay alli? ?Caramba, te! ?Y cerveza, media botella de cerveza fresca!"
Cogio la botella, que contenia aun un buen vaso de cerveza, y se la bebio de un trago. Experimento una sensacion deliciosa, pues el pecho le ardia. Pero un minuto despues ya se le habia subido la bebida a la cabeza. Un ligero y no desagradable estremecimiento le recorrio la espalda. Se echo en el divan y se cubrio con la colcha. Sus pensamientos, ya confusos e incoherentes, se enmaranaban cada vez mas. Pronto se apodero de el una dulce somnolencia. Apoyo voluptuosamente la cabeza en la almohada, se envolvio con la colcha que habia sustituido a la vieja y destrozada manta, lanzo un debil suspiro y se sumio en un profundo y saludable sueno.
Le desperto un ruido de pasos, abrio los ojos y vio a Rasumikhine, que acababa de abrir la puerta y se habia detenido en el umbral, vacilante. Raskolnikof se levanto inmediatamente y se quedo mirandole con la expresion del que trata de recordar algo. Rasumikhine exclamo:
-?Ya veo que estas despierto...! Bueno, aqui me tienes...
Y grito, asomandose a la escalera:
-?Nastasia, sube el paquete!
Luego anadio, dirigiendose a Raskolnikof:
-Te voy a presentar las cuentas.
-?Que hora es? -pregunto el enfermo, paseando a su alrededor una mirada inquieta.
-Has echado un buen sueno, amigo. Deben de ser las seis de la tarde. Has dormido mas de seis horas.
-?Seis horas durmiendo, Senor...!
-No hay ningun mal en ello. Por el contrario, el sueno es beneficioso. ?Acaso tenias algun negocio urgente? ?Una cita? Para eso siempre hay tiempo. Hace ya tres horas que estoy esperando que te despiertes. He pasado dos veces por aqui y seguias durmiendo. Tambien he ido dos veces a casa de Zosimof. No estaba... Pero no importa: ya vendra... Ademas, he tenido que hacer algunas cosillas. Hoy me he mudado de domicilio, Ilevandome a mi tio con todo lo demas..., pues has de saber que tengo a mi tio en casa. Bueno, ya hemos hablado bastante de cosas inutiles. Vamos a lo que interesa. Trae el paquete, Nastasia... ?Y tu como estas, amigo mio?
-Me siento perfectamente. Ya no estoy enfermo... Oye, Rasumikhine: ?hace mucho tiempo que estas aqui?
-Ya te he dicho que hace tres horas que estoy esperando que te despiertes.
-No, me refiero a antes.